quinta-feira, 24 de maio de 2012

Lo que nos enseña cada sujeto autista: lo imposible de enseñar [*]



Por Beatriz Udenio



¿Cómo pensar y demostrar el quehacer del psicoanálisis de orientación lacaniana con sujetos con autismo, con cada uno de estos sujetos? Es la pregunta que orienta el trabajo de la autora. Lo que enseña cada uno sobre las “respuestas contingentes de sus invenciones por fuera de lo que se educa, se corrige, se aprende o se enseña”, teniendo en cuenta siempre el imposible inherente a la estructura.

Me interesa hace un tiempo toda pregunta que nos abra a la posibilidad de probar ante distintos interlocutores la pertinencia del psicoanálisis, de la práctica analítica con sujetos autistas. Tomo en esa vía la pregunta por lo que nos enseña. Pero agrego que, para mis propósitos, se vuelve necesario aclarar: lo que nos enseña cada sujeto autista que recibimos.
Esto me recuerda que hablar de lo que nos enseña puede participar de lo que nos decía Eric Laurent en una conferencia dictada para el Instituto Clínico de Bs.As. poco después de su creación[1]: es hablar de lo que fracasa en los ámbitos del saber, del poder y del acto analítico –en referencia a las tres profesiones imposibles de Freud- aclarando que se trata de diferenciar cada uno de estos ámbitos y no de homologarlos.
Partir de un fracaso: sí, no está mal ponernos todos de acuerdo en esto. Habitualmente lo que más nos enseña son los fracasos –siempre y cuando seamos dóciles a admitir esta perspectiva.
En todo caso, voy a tomar un modo posible de lectura de esta cuestión que formulo así: dejarse enseñar por los fracasos de una cura orientada por un ideal de cura o de abordaje.
En esto creo que realmente la práctica con sujetos autistas -en esa posición tan peculiar que cada uno de ellos ha tomado en su relación con lo que nos humaniza, una relación con el lenguaje- avala que se tome como fundamento de nuestro método analítico lo que llamamos un imposible. El fracaso que recordaba Laurent es inherente a ese imposible estructural, y la única manera de arreglárselas con ello es no llevarles la contra.
En el campo del saber que concierne a las enseñanzas (impartidas, adquiridas) partimos seriamente de un imposible de saber, y solo aceptando ese imposible podemos dar curso a una práctica que se basa en hacer valer un saber supuesto, que tiene como correlato que hay siempre algo no sabido, imposible de hacerse todo saber. Por ello, nuestra práctica necesita “huir de lo ya sabido”[2]
Ese imposible, que Lacan llamó “el real” propio al psicoanálisis, no es exterior al mismo, se produce dentro de cada unaexperiencia analítica, en esa práctica de la lengua. Por ello, es una práctica muy adecuada para ofrecer a esos sujetos que justamente tienen una relación peculiar con la lengua. Es no solo un punto de vista realista sino también acorde a lo vivo de la lengua.
En esos términos, decir “lo que nos enseña cada sujeto autista” implica admitir que nos enseña un saber vivo, inédito, que no está encerrado en el saber académico en posición de dominio –discurso universitario- y que el practicante no es amo de ese saber.
Emprender la cura, o la tarea pedagógica o el acompañamiento comunitario o social de un sujeto autista, es poner a prueba la versatilidad para acoger lo nuevo e inventar lo nuevo. Va contra la homogenización tanto de cada sujeto autista como de aquel que se relaciona con él en una práctica determinada.
Hoy en día, hay una masificación del saber que va de la mano, claro, de la globalización y la expansión de los Mass Media, que monitorean cada uno de nuestros pasos y actos. La multiplicación de formas protocolizadas de evaluación diagnóstica, pronóstica y terapéutica no se llevan bien con la sutileza de un caso, con el detalle de una intervención, con el cuidado de la invención de algo nuevo del lado de cada sujeto. No es por una cuestión de mala voluntad o mala intención, sino porque la marca de la posmodernidad decanta en un modo discursivo que homogeniza, pues se basa en la idea de que la ciencia o las disciplinas saben. Y claro que hay saberes, pero el punto es si se toma en cuenta o no como pivote un no-sabido, un imposible de saber en términos ideales y normalizadores.
Lo que nos enseña cada sujeto autista nos toca en un borde de lo que no sabemos, de lo que fracasa en hacerse todo saber. Y nos transmite una invención inédita, capaz de sorprendernos siempre por su no pertenencia a una clase ni su referencia a un grado de desempeño. Detalle que acogemos como índice de lo que ese sujeto autista ha logrado crear para arreglárselas con su modo de referencia al lenguaje. El recurso con el que expresa su máxima singularidad, allí donde está radicalmente afuera de los “sentidos comunes”. Es el fundamento del que parte el psicoanálisis, al apoyarse en la condición de ser hablante de estos sujetos -un supuesto estructural, no evolutivo.
Para ello, claro, se precisan practicantes, interlocutores que estén en posición de sostener un método de abordaje que admita ese imposible en cuanto al saber y al sentido como fundamento; versátil y dócil a ese no saber, que pueda operar desde el lugar de ese agujero ineludible, acompañando a estos sujetos a introducir por sí mismos un sentido allí donde no lo hay, y dispuesto a acoger su invención inédita y única.
Es lo que enseña la propia experiencia analítica del practicante como sujeto analizante: que el método analítico parte de una concepción del sujeto y de su verdad que siempre escapa a lo previsible, a lo instituido, y al hallazgo de sentido. Siempre hay un sinsentido en el que encalla toda tarea de desciframiento, donde nos topamos con algo de otra estofa, real, que representa un imposible de ser absorbido por el sentido y por la norma, imposible de ser homogeneizado, protocolizado.
Y, justamente, estos sujetos autistas, no enganchados en la vía del sentido, nos enseñan sobre las respuestas contingentes de sus invenciones, por fuera de lo que se educa, se corrige, se aprende o se enseña.

Notas
* Texto Presentado en las III Jornadas de Clínica con Niños y Adolescentes “La puesta en juego del síntoma en la época”. Realizadas en la UBA, el 19 de noviembre de 2011.
  1. Laurent, Eric “Lo imposible de enseñar”, Cuadernos del ICde BA, Bs.As. , 1999.
  2. Miller, J.; “El peso de los ideales’, Paidos, 1999
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