domingo, 20 de maio de 2012

ÉRIC LAURENT: EL TRATAMIENTO DE LAS ELECCIONES FORZADAS DE LA PULSIÓN (ENTREVISTADO POR FERNANDA OTONI)





Fernanda Otoni: “La política del psicoanálisis en la era del derecho al goce” es el tema elegido por la comunidad de la EBP-MG para su  XVIIª Jornada que tendrá lugar en octubre de 2012, en Belo Horizonte (http://jornadaebpmg.blogspot.com.br/). Frente a las reconfiguraciones contemporáneas, el psicoanálisis de orientación lacaniana debe estar presente y activo en las discusiones públicas que lo toman como objeto.
En Minas, particularmente desde la VIIª Conversación realizada en el Instituto de Psicoanálisis y Salud Mental (http://www.institutopsicanalise.mg.com.brpsicanalise/almanaque/almanaque.htm), hemos tratado la cuestión de la política establecida respecto al alcohol y las drogas, con los gestores del sector público, los investigadores y los trabajadores del sector. Las dificultades son importantes. Ella atraviesa todas las capas sociales y nos invita a un compromiso responsable: ¿Cómo puede el psicoanálisis contribuir al debate actual? ¿Qué repuesta propone la política del psicoanálisis frente a los impasses de su época?
La comisión científica de la Jornada de octubre decidió inscribir en el programa de esta XVIIª Jornada un momento político inédito, invitando al público al primer Forum de orientación lacaniana de la EBP-MG: “Drogas: más allá de la segregación”.
Desde entonces se nos han planteado muchas preguntas. Necesitamos hacer saber tanto al público como a nosotros mismos lo que es un forum de orientación lacaniana, que no es un forum como los otros. ¿Qué lo distingue por ejemplo de un forum militante o político en el sentido amplio? ¿Cuáles son sus principios y su modo de funcionamiento? ¿Cuál es el objetivo de un forum llevado por la política lacaniana?

Éric Laurent: Creo que un forum de política de psicoanálisis no tiene definición previa. No hay una esencia del forum. Un forum se añade a la lista de todos los que han existido como tales, es esta lista +1. Los primeros forums de orientación lacaniana fueron lanzados por Jacques-Alain Miller respondiendo así a una ofensiva contra el psicoanálisis, animada por la voluntad de incluirlo en las psicoterapias y de reglamentar estas últimas. Era en suma, un intento de redefinirlo por fuera de las escuelas que le son propias, únicamente a partir de diplomas universitarios. Fue necesario responder a este ataque frontal en cuanto a la formación del analista.
Los forums fuero el lugar donde todos aquellos para quienes el psicoanálisis o la orientación psicoanalítica quería decir algo, tomaron la palabra. Personas del mundo de la cultura pudieron testimoniar de que el psicoanálisis no era reductible a una psicoterapia formateada, protocolarizada, universitarizada, propuesta como un  modelo para la formación del psicoanalista; también representantes de todas las formaciones políticas tradicionales: de izquierda, de derecha, de centro, de centro-derecha o de centro-izquierda, todo el abanico político francés se desplegó; otros venían de disciplinas afines al psicoanálisis; otros, incluso, de la comunidad científica; algunos de campos alejados a priori pero que gracias a contingencias diversas y variadas, tenían que testimoniar, uno por uno, de la importancia que el encuentro con el psicoanálisis tuvo para ellos.
Subrayo esta variedad para precisar la diferencia entre los forums militantes y los forums psicoanalíticos. Un forum militante implica necesariamente dos campos, puesto que la política obedece a la lógica de clases, los que están con nosotros y los que están contra nosotros. Estos dos campos son necesarios para producir un enfrentamiento clausewitziano; ahora bien, la idea lacaniana de discurso subvierte precisamente esta lógica por otra lógica que ponen en juego los temas propios del malestar en la civilización, los fenómenos que tocan el goce, lo que se llama en sociología y periodismo “las cuestiones de sociedad”. De hecho, esto no quiere decir más que nadie tiene respuesta para estas preguntas. Se las llama “cuestiones de sociedad” porque no hay respuestas claras posibles. Son síntomas que dividen profundamente la política y hacen aparecer la incapacidad de reducir los síntomas sociales que resisten  en la organización social a un tratamiento político según la lógica del campo. ¡Eso se escapa!
En relación a cuestiones como la procreación médica asistida, por ejemplo, hay personas de izquierda que están en contra, hay personas de derecha también en contra; hay personas de izquierda y de derecha a favor; en el centro ocurre lo mismo. Esto atraviesa y trastorna todo el tablero político.
El forum psicoanalítico está hecho precisamente para hacer aparecer el grado en que la cosa no se puede reducir a una lógica de campo, a una lógica de clase, cómo la cuestión que se aborda atraviesa con sus aporías todos los discursos: el discurso del amo, el político, el discurso universitario, los saberes y las disciplinas universitarias. Es bastante frecuente que, en la universidad, las personas no estén de acuerdo, pero sucede aún más en estas cuestiones. En cuanto a lo que Lacan llamaba el discurso de la histeria –cierta manera de interrogar el discurso femenino en la sociedad- las cosas no son exactamente situables. No se puede repartir con facilidad los síntomas de la sexuación, no se les puede hacer entrar fácilmente en una histerización de la cuestión del sexo.
El forum debe construirse de manera que haga aparecer una diversidad. Por ejemplo, el último forum que tuvo lugar en Francia fue el “forum de las mujeres”. Estaba dedicado a una mujer psicoanalista, Rafah Nached, prisionera por su verdugo de Bachar al-Assad.
Vinieron a hablar a este forum a favor de su liberación:
- Una eminente mujer política de izquierdas, Martine Aubry, que estaba entonces en la lista de candidatos a la presidencia de la República.
- Personalidades de derechas (periodista), de izquierda (entonces diputada consejera de F. Hollande) y de los Verdes (vicepresidente del Parlamento europeo).
- Intelectuales.
- O incluso mujeres defensoras de un feminismo moderno, como la directora de redacción de la revista Elle.
Hubo entonces una gran diversidad que habló de lo que había de intolerable en la  manera que se trató a Rafah. Así apareció este carácter profundamente heterogéneo al discurso en general.
Un forum es tanto más rico cuando hace aparecer lo que es irreductible a las clases previas de los discursos. Sé que una de las cuestiones que quieren plantear es la legalización de las drogas. Es un tema que escapa, en efecto, a las clasificaciones entre campos. A la derecha, la primera revista, el primer think tank, que ha pedido la liberación de las drogas es el liberal The Economist. Pero hay también personas de izquierda que son favorables a la liberalización. Y tiene personas de derecha que se oponen a ello, como el presidente Nixon, que declaró la War on drugs en 1971, con los fracasos que se constata cuarenta años más tarde. Nuestro candidato a la presidencia de la República, François Hollande (elegido el 6 de mayo último, NDLR) primero pensó inscribir en su programa la legalización del consumo de marihuana, pero se volvió atrás diciendo que sería poner en peligro el estatuto de lo prohibido. Él mismo está entonces dividido entre una medida y otra. Al mismo tiempo, hay en su partido otra corriente que piensa que es aún “demasiado mayo del 68”, que todo esto va en contra de la nueva moralidad de la izquierda a construir para evitar derivas en la sociedad. Entre los especialistas y los cuidadores, tanto de sensibilidad de izquierda como de derecha, hay una gran corriente más bien a favor de la liberalización. En Europa, las opiniones son muy heterogéneas.
Por otra parte, es sorprendente ver que actualmente América latina, que sufre en particular el impacto de esta “guerra”, ve afirmarse una demanda de liberalización que atraviesa las fronteras de los campos políticos. En la cumbre de Cartagena el pasado mes, fue el presidente de Guatemala quien pidió que se reconsiderara la cuestión de la prohibición, hombre de derechas perfectamente convencido en favor de la ley y el orden. Después de la discusión con el presidente colombiano, que es también un hombre de derechas, sostenido por los americanos, los dos constataron el fracaso masivo de las políticas actuales. Estos presidentes no son verdaderamente gente de izquierdas –es lo menos que puedo decir-, ellos no están menos preocupados por lo que pasa actualmente en México y, más globalmente, por las consecuencias que la prohibición de drogas engendra. En efecto, ésta repite exactamente lo que tuvo lugar en los años 20 por la prohibición de alcohol en EEUU: un caos social, un reforzamiento de las mafias, un gansterismo que escapó a todo control social. Esta situación necesitó la construcción de aparatos de represión que no existían en la época. Pero la verdadera solución mediante la cual los EEUU acabaron con todas estas mafias fue la legalización del alcohol.
La comisión latinoamericana de reflexión sobre esta cuestión, compuesta por antiguos presidentes de México o de Brasil incluye hombres como Fernando Henrique Cardoso –hombre de izquierdas favorable a la legalización desde hace mucho tiempo y que ejerció su influencia en este sentido. Hay también en esta comisión hombres de derechas como Vicente Fox, que tienen la idea de que hay que pensar esto de otra forma. Es muy interesante para un psicoanalista porque se ve cómo los diferentes campos están atravesados  por la tolerancia en relación a la pulsión, o bien por la impotencia de la prohibición. La actitud liberalizadora o prohibitiva se reparte entre las sensibilidades políticas. Hay una izquierda moral como hay una derecha austera.

F.O. – Es interesante pensar, siguiendo este hilo, que diferentes fuerzas políticas moralizadoras han llevado a cabo la “guerra contra las drogas”  en el curso de los últimos cuarenta años. Hoy en día estamos en las mejores condiciones para situar las consecuencias. Asistimos a un fracaso… Aparecen otros argumentos y otras fuerzas. En América latina, en particular en Brasil, la guerra contra las drogas se construyó prioritariamente con el apoyo de la fuerza criminalizadora y segregadora que encarceló a una cantidad incalculable de pobres y de jóvenes, cada vez más jóvenes, que se sirven de la droga para su propio consumo, y la adoptan como modo de trabajo puesto que siendo dependientes, trafican, etc. Escuchamos hablar de los que sufren las consecuencias de esta política mortífera y queremos debatir no solo la legalización sino también las consecuencias de la criminalización.

E.L. – Hace algunos meses, después de una conferencia que hice sobre esta cuestión de la droga en Bahía, dije que la posición actual de la Comisión interamericana de estudios sobre esta cuestión estaba precisamente más allá del falso debate entre prohibición o liberalización. Estamos ahora más allá, porque todos reconocen el fracaso de la guerra –War on drugs. Al mismo tiempo, todo el mundo ve que la legalización sin freno daría un “empuje a la muerte” tan grande como la prohibición. Son las dos caras del superyó. Tanto el gozar sin trabas como la tolerancia cero producen las dos caras de un mismo llamado a la muerte. Este empuje a la muerte se verifica, se encarna especialmente bien con la droga, que va con el tráfico de armas, que va con la muerte. Para el vínculo entre la droga y la muerte, solo hay que ver el cartel Zeta en México, las abominaciones que se cometen en el control de las zonas de droga que van más allá de los crímenes racistas. El horror de la pulsión de muerte que se desvela en ellos es completamente inimaginable.
Se trata de separarse tanto del superyó que dice “¡Goza!” y que empuja, como del que dice no, este superyó inicial que mata todo el tiempo. Para salirse de eso, hay que considerar las diferentes sustancias tóxicas una por una e inventar cuál sería la manera más interesante de reducir los daños que causa cada una. Respecto a la reducción de los daños, usted me ha pasado un documento de trabajo redactado por un abogado y diputado brasileño, Marcos Rolim, que señala muy bien este punto. Esta perspectiva, que no es la de curar a la humanidad de estas sustancias, ni la de abandonarla a estos tóxicos, sino de reducir los estragos, es consonante con el psicoanálisis. El psicoanálisis no promete la curación absoluta del síntoma, sino ciertamente la reducción de  los estragos y su transformación en algo más vivible para el sujeto.

F.O – Diferentes actores comprometidos con la discusión, en el momento de la presentación de resultados de un trabajo orientado de esta manera, sostuvieron la necesidad de desplazar el problema en el debate actual, del campo de la política penal al de las políticas públicas de salud y de asistencia social. En lugar de invertir en policía represiva y en prisión generalizada –las cifras para mantener este aparato son astronómicas- la financiación del gobierno debería dirigirse hacia políticas sociales y sanitarias. ¿Qué piensa usted de este desplazamiento, de este cambio de dirección?

E.L. – Yo creo que hay una trampa en oponer la salud y la justicia. En una perspectiva histórica o “foucaltiana”, la salud es un ejercicio disciplinario. La salud devino en nuestras sociedades la manera más ejemplar de disciplinar a las poblaciones.
Consiste en reemplazar las leyes, el sistema legal, por el sistema de normas, normas de salud. Creo que el desplazamiento de las fronteras entre salud y justicia, constante en nuestras sociedades modernas, deriva de un desplazamiento en el interior de un mismo problema; las consecuencias varían, ciertamente, pero no hay que perder de vista que se trata de un desplazamiento en un mismo campo.
Por supuesto, cuando el sistema judicial produce leyes locas sobre la criminalización de las drogas y de los usuarios, las consecuencias están más allá de las normas, desde los simples consumidores hasta los camellos de todo tipo, pequeños y grandes.1 Esto produce una masificación.

F.O. – Ocurre lo mismo en Brasil…

E.L.- Y como esto afecta particularmente a los pobres y a los negros, en razón de este encarcelamiento masivo, actualmente un niño negro americano tiene menos posibilidad de ser educado por sus dos padres que en la época de la esclavitud. Es una segregación que se aplica, de hecho, a los negros americanos, y carga esta criminalización loca con un peso muy pesado.
¡Se pueden muy bien tener normas de salud que sean locas también! Así, las normas higienistas con sus aspectos perversos, o las exigencias de normalidad absurdas.
El desplazamiento de las fronteras entre justicia y sanidad debe ser pensado teniendo cuidado con esto. Los que elaboran o quieren elaborar un nuevo corpus legal deberían hacerlo siendo sensibles a los efectos contradictorios, a los efectos perversos –como se dice- de ciertas medidas, efectos que no se calculan. Es preciso estar atentos a ello, a las inversiones dialécticas, hay que tener espíritus flexibles.

F.O. – Muy interesante porque esto hace pensar que si continuamos con una perspectiva normativa y disciplinaria, no recogeremos los efectos de un desplazamiento. Me he acordado de una situación que se produjo el pasado marzo, cuando la Comisión de Asuntos Sociales del Senado brasileño se preparaba para votar el proyecto de ley 111/2010, que autorizaba “la “hospitalización de oficio” del usuario de drogas, solo con un informe médico. Tal proyecto de ley, en su texto inicial presentado por un senador, preveía la prisión para el usuario. A la vista del debate actual, otros dos senadores, de la oposición, “mejoraron”, dicen, el texto original cambiando la prisión por la “hospitalización de oficio” lo que, en verdad, no cambia ni su objetivo normativo y disciplinario, ni el destino del usuario de drogas, segregativo.

E.L. – Es un ejemplo muy claro. En otros dominios, el de los delitos y los crímenes sexuales por ejemplo, hay tratamientos obligatorios. Una sanción disciplinaria obliga al sujeto a un seguimiento médico o un tratamiento, con su acuerdo o sin él. Con la locura, desde la mitad del siglo XIX, se produjo el deslizamiento de las fronteras entre salud y policía/justicia. El pasaje al acto psicótico ha planteado siempre, por supuesto muchos problemas. Según las oscilaciones de la tolerancia o la intolerancia en la sociedad, se ha ordenado al sujeto psicótico del lado de la justicia o del lado del cuidado, teniendo en cuenta las consecuencias en el orden público.
Actualmente en Francia, se han adoptado leyes muy represivas en relación al sujeto psicótico. Se llega también a una concepción loca donde  prácticamente todo psicótico puede ser considerado como un criminal en potencia. Esto produce efectos traumáticos y causa división entre los cuidadores, y paradojas. Durante mucho tiempo los médicos han pedido que un criminal psicótico sea conmiserado como irresponsable. La irresponsabilidad permitía tratarle en establecimientos especializados. Dado que ahora los establecimientos especializados están llenos y no hay medios, no hay crédito para la psiquiatría, los médicos no quieren más. Consideran por el contrario que es preciso declarar responsable al mayor número de personas posible para ponerlos en prisión. Se ven así casos de personas declaradamente locas consideradas como perversos narcisistas, lo que permite hacerlas responsables; por este hecho, ellas van a prisión y no molestan en el hospital. Incluso, las confusiones doctrinales hacen que ahora sea muy difícil decir que un sujeto está loco, porque no puede estar loco más que según la neurología. La doctrina psiquiátrica está en crisis en todas partes, digámoslo, y nadie cree en la locura llamada psicosis: esto ya no existe.
El criminal noruego que ha matado a setenta personas este verano, actualmente juzgado en Noruega, ¡ha sido sometido a un segundo peritaje psiquiátrico para demostrar que no está loco! Es cruel pero no está loco. La prueba es que ha escrito mil páginas que son comprensibles, coherentes. El hecho de que un delirante escriba sin hacer faltas de ortografía no estaba hasta ahora considerado como prueba de que no tenía un delirio. ¡Ahora sí! Simon Baron Cohen, de la Universidad de Cambridge, que por otra parte es un teórico de las neurociencias, ha escrito en una tribuna que no consideraba verdaderamente que Breivik debiera ser considerado como loco. No era paranoico.

F.O. – ¡Esto es antiguo! Recordemos el libro de Foucault, Yo Pierre Rivière habiendo matado a mi madre, mi hermana y mi hermano, que mostraba a Esquirol y a otros expertos inclinándose así sobre la memoria de Pierre Rivière a petición del tribunal, memoria en la que se exponía, con claridad y coherencia, los detalles de su vida y las razones de su crimen. La lucidez de sus escritos había perturbado a los expertos y las clasificaciones diagnósticas de la época. Este embarazo clasificatorio de los diagnósticos, pronósticos, responsabilidades, etc. parece venir de lejos, ¿no? ¿Qué puede ofrecer el psicoanálisis a este debate actual y antiguo?

E.L. – Estamos en un movimiento de civilización donde la única certeza viene de la ciencia, donde la psiquiatría no existe más puesto que queda reabsorbida en la neurología, donde todo lo que concierne a los pasajes al acto deviene un gran enigma. Para tratar la cuestión de los tóxicos, la de los pasajes al acto o los crímenes sexuales, será necesario reconstruir en los próximos años, un aparato de pensamiento médico-legal, que atravesará las fronteras entre los ministerios concernidos. Se va a asistir al conflicto de los ministerios, ministerio de sanidad y ministerio de justicia, entre medicina y policía. Habrá a la vez colaboraciones y tensiones entre líneas muy diversas. Habrá que pensar esto más allá de la oposición entre las dos vertientes del superyó. Los psicoanalistas podrán ser útiles para dar más ligereza a las reflexiones, no tendrán sin embargo respuesta para todo. Nadie sabe lo que es el bien, cómo se obtiene el bien, ni el de los sujetos uno por uno, ni el de las sociedades. Es el objeto de una negociación democrática como tal, sin la idea de que hay una buena respuesta fijada por adelantada.

F.O. – Nuestra conversación ha hecho un recorrido para esclarecer lo que la política del psicoanálisis hace sosteniendo la apertura a la variedad, la heterogeneidad, cómo ella puede darse la oportunidad de hacer aparecer el elemento irreductible a la normalización, como constatamos también en los testimonios de nuestros AE. Es por esta vía que el psicoanálisis encontrará su posición en el diálogo con otros campos de discurso, apuntando a contribuir allí donde el impasse se presenta en la sociedad, apuntando a introducir allí cierta porosidad.
He podido leer recientemente una entrevista de Jacques-Alain Miller sobre “Lacan y la política”, publicada en la revista Cité, en 2005. J.-A. Miller decía allí entonces que el psicoanálisis no se dirige al hombre de la masa, sino al uno por uno. Hay diversos ejemplos de lo que el psicoanálisis ha cambiado en el mundo, pero “es por este bies que el psicoanálisis ha cambiado el mundo, más bien que por una influencia directa sobre la política cuchicheando a los oídos de los príncipes”, es decir, a partir de los efectos del psicoanálisis sobre cada uno, uno por uno. Sin embargo, actualmente, los príncipes no se encuentran ya en el mismo lugar que antes. El psicoanálisis va hacia el público. No basta con cuchichear en el oído de los príncipes, el psicoanálisis de orientación lacaniana toma la palabra, se presenta. ¿Qué ha cambiado en la época contemporánea, en la era del derecho al goce, que nos invita, a nosotros analistas, a presentar y a aportar al debate público esta variedad, heterogeneidad, a agujerear el discurso masivo que no cesa de querer normalizarlo todo?

E.L. – Lo que ha cambiado en la política es la nueva sociedad de las normas. La sociedad de las leyes ha retrocedido y deja cada vez más lugar a la gestión del mundo por parte de burocracias que dictan las normas. Las burocracias sanitarias son grandes fabricadoras de normas de vida, con dificultades, contradicciones. Las variaciones clasificatorias pueden provocar “epidemias” terribles.  La última es la epidemia de autismo que hace que una enfermedad que afectaba, hace treinta años, a un niño de cada doscientos, afecta ahora a uno de cada cincuenta, lo que hace que con la disimetría entre los sexos, ahora, en una sociedad desarrollada, un niño de cada treinta y cinco es autista. No se había visto nunca esto, no se había visto nunca tal aumento de cifra en la historia de la clínica.
Este tipo de epidemia donde el criterio clasificatorio es muy importante difiere de otras epidemias como la de la obesidad que afecta ahora a una madre de familia de cada tres en EEUU, teniendo como efecto secundario mayor una epidemia de diabetes, devenida la causa de mortalidad número uno en nuestras sociedades.
Estos fenómenos que las burocracias sanitarias deben administrar no pueden regularse con la ayuda de la ley, sino más bien con la ayuda de normas y modificaciones de normas que tratan de frenar el desarrollo de fenómenos de impasses en la civilización, como dijo Lacan. Por ejemplo, la obesidad es multifactorial, la genética no explica, parece, más que el 20% quizás el 30% de los casos como máximo; tiene relación con fenómenos de sociedad: el hundimiento de las familias, el hecho de que no haya norma sobre el objeto oral, que se come todo el tiempo, que el junk food está por todas partes, que se impide fumar. Habrá una generación con menos cáncer de pulmón (lo que es excelente) pero con mucha más diabetes. Porque la gente que no fuma, come. Lo que se gana por un lado, se pierde por otro, etc.
Las contradicciones, los impasses son masivos y vuelven estos fenómenos muy difíciles de manejar. Por lo que se piden soluciones simples. La primera solución, por supuesto, es el medicamento. Pero después de cuarenta años de difusión masiva de medicaciones psicotrópicas, se ve que las sociedades desarrolladas no han regulado sus problemas de salud pública, más bien lo contrario. Es más bien el medicamento psicotrópico el que deviene un problema.
Las dificultades de gestión han cambiado en las sociedades democráticas, en la época que Lacan llamó de “la subida al cénit del objeto pequeño a”, es decir, la cuestión del goce. No estamos más en el siglo XVIII donde se hablaba de la búsqueda legítima de la felicidad. En el siglo XXI es la búsqueda del goce lo que es un derecho legítimo, lo que provoca consecuencias de las que no dejamos de descubrir la complejidad en nuestras sociedades.
El psicoanálisis después de Freud tiene la idea de que la política es una cuestión de identificación. Como recordaba Jacques-Alain Miller, la política son significantes-amo, es decir, identificaciones. El discurso del amo  administra significantes-amo que son identificaciones que pueden cristalizar en impasses. El psicoanálisis puede ayudar a que estas identificaciones sean suficientemente flexibles para no provocar fenómenos superyoicos vinculados a la voluntad de mantener una identificación hacia y contra todo. Se ve en el superyó comunitarista, que intenta mantener un lazo social sobre un solo rasgo identificatorio, luego inspira una política de reconocimiento a todo precio de esta identificación. Es un potente disolvente del discurso común. El lazo social es transformado entonces en un enfrentamiento de comunidades.
En la clínica psicoanalítica, los psicoanalistas tiene la experiencia de ver cómo los sujetos, uno por uno, pueden encontrar su solución propia, más allá de los grandes discursos identificatorios, del “prêt-a-porter” común que cada uno encuentra en la sociedad, en las identificaciones que le ha trasmitido su familia, que le ha trasmitido el destino. En la experiencia de la cura, el sujeto busca una solución viable con el ejercicio de su derecho al goce. Es esta experiencia que los psicoanalistas pueden trasmitir a otras disciplinas, otros discursos, para ensayar de aligerar las categorías comunes y volverlas propias para acoger estos impasses del goce que se manifiestan en una dimensión completamente inédita en el siglo XXI.

1. Cf: www.drugwarfacts.org así como las estadísticas suministradas por la United States Bureau of Justice Statiscs y son director Charken.

Fuente: Lacan Cotidiano 204
Traducción de Margarita Álvarez


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