sexta-feira, 13 de abril de 2012

Del dinero y de las deudas en la sesión analítica





Del dinero y de las deudas en la sesión analítica (*) Silvia Puigpinós (**)


El dinero como condición necesaria de la práctica analítica


La preocupación de Freud por el dinero no fue solamente una preocupación pequeño burguesa.
El lugar necesario que el dinero ocupa en el análisis, él lo advirtió tempranamente con una claridad casi escandalosa para la profesión médica y lo explicitó en sus trabajos sobre técnica.
El dinero en su sentido pleno de moneda de cambio, resulta una pieza fundamental en el momento de la intervención, desde el momento inaugural de la transferencia como en sus sucesivos desplazamientos; el dinero desde la técnica freudiana y, aunque Freud no lo dijera con todas las letras, el dinero en el análisis es, además, otro signo del sin sentido.

El dinero como significante no era precisamente un fenómeno reciente, sin embargo, no sería ocioso tomar en cuenta las mediaciones de los discursos históricos, políticos-económicos y retóricos que coincidieron  con el momento en que Freud hace su descubrimiento.
En ese momento el del último ciclo del Imperio Austro-húngaro (1875-1914) se planteo una encrucijada propicia entre la volatibilidad del dinero, las pretensiones de la coronación positivista de la ciencia, el desplazamiento del tema de las pasiones al terreno de la literatura, la teoría de Marx, etc.

El dinero entendido como efecto del lenguaje abre otra dimensión pues toma, como hijo del capital, un lugar privilegiado en la primera disyunción entre  el valor y no-valor.
El dinero como pasión es siempre ambivalente y marca la economía libidinal del hombre subrayando su carencia
Al respecto, Freud no tardó en incorporar a su teoría de las pulsiones aquel objeto que recortado del cuerpo, se traduce en representación monetaria. Y desde la perspectiva más técnica no tardó en encontrar, como acabamos de ver, que el dinero más que un estorbo extra-analítico era una de las condiciones significantes  y no solamente financiera de la cura.
 Cabría, incluso preguntarse si fuera de un mundo monetarista puede o no haber psicoanálisis. ¿Puede haber análisis, si el objeto dinero no participa?
¿Puede ser reemplazado por otro modo de retribución?
Pensar hoy la sesión analítica exige responder estas preguntas ya no como una mera especulación, sino a la luz de los discursos y los acontecimientos actuales con sus imposiciones de nuevas formas de pago.


El analista, el analizante y el dinero  en el siglo XXI

No hay una sola lectura posible ya que sabemos que es del caso por caso de lo que se trata; pero no podemos dejar de ubicar a través de las posiciones enunciativas y de los dichos de nuestros analizantes el marco de capitalismo tardío, con toda su revisión ideológica y subjetiva de lo que reinó hasta hace décadas bajo la forma de la teoría del valor de Marx e incluso de la del fetichismo de Freud.
Por otra parte, hay un progreso, que a veces se nos aparece como indetenible, de formas de pago que se distancian sustancialmente de esa entrega del pago(billete) en la mano del analista; números de afiliación y firmas bancarias en planillas o tarjetas de crédito parecen venir a ocupar su lugar pero no es tan claro si relevan también su poder significante.
En lugares como EE.UU., el país del dinero, aparentemente todo pasa por el seguro social, y el psicoanálisis como práctica privada clásica se está eclipsando, aunque no es seguro que haya caído el número de analizantes.
Distinta es la situación en Francia, en donde la seguridad social se niega a hacerse cargo de tratamientos analíticos y vigila concienzudamente esta regla.
¿Y qué lugar encontrarle a los cuestionamientos de los honorarios, las postergaciones de su pago a fechas inciertas cuando el dinero que brilla por su ausencia en los tiempos de recesión?
Cuando la escasez es generalizada, ¿de que dinero se trata en relación a aquello que se hace sintomático en el dinero?
 La tentación de adherir al discurso sociológico o periodístico, se vuelve en estos casos grande, sin embargo, ya en Psicología de las masas, Freud rompió con esas ilusiones comprensivas al señalar que toda psicología social es individual.


El análisis en tiempos de recesión

La relación del dinero y el psicoanálisis es y no es diferente en tiempos de escasez ¿De que escasez se trata? o, mejor, ¿cuál es la escasez que deberá escuchar el analista, por muy sensible que sea a la escena social? No es a la escasez de todo el mundo, sino del caso por caso.
 Esto no es un problema técnico nuevo.
 En épocas de Freud, eso lo trajo la Primera Guerra Mundial, los efectos de la dura postguerra, la hiperinflación en el Imperio Austro-húngaro.
Análogamente, la carrera profesional de Lacan se vio suspendida por la segunda guerra mundial y seriamente complicada con la pobreza de los franceses en la década del 50.
Es en relación a esa otra carencia que reconocemos, por ejemplo, ciertas figuraciones en relación al dinero, como la del rico, el pobre, el jugador, el mendigo, el avaro, que son posiciones que no admiten la falta --son
posiciones del ser y pueden ser posiciones neuróticas--; hay otras que nos hacen pensar en el don de amor o de odio, o en el dinero fetiche o significante o signo de sentido gozado. Las distintas respuestas del
analizante frente al acto de pagar se anudan, asimismo, en una diversidad de modos en que se presentan la necesidad, la demanda y el deseo. Son tratamientos de lo valuable, de lo sobre-valuable y de lo devaluado.

Por el consultorio pasa el que no quiere pagar porque pone el dinero al resguardo de la posición del analista; el que aparece disfrazado de ajuste, recesión, globalización y puede indicar una posición cínica; el que  presentifíca la pregunta de por qué pagar con dinero; o la de qué es lo que puede pagar cuando puede pagar.
En cuanto al analista, si se convierte en acreedor de sus analizantes, ¿es simplemente un analista comprensivo para el ojo del superyó?
¿Y cómo responderá al que se va dejando el muerto; al que nunca tiene cambio; al que siempre lleva justo; al que pide crédito; al que hace un rollito y no lo entrega; al que a ultimo momento llama para decir que se quedó sin dinero?
Y, no menos misterioso, ¿que paga el analizante cuando, para su alivio, finalmente le paga,  o le paga puntualmente o anticipadamente?
El acto de pagar no solo implica sometimiento a un contrato o generosidad, también puede estar privilegiando el placer de la apropiación, el orgullo del amo, aun en pacientes objetivamente muy empobrecidos por las injusticias sociales.
El acto de pagar y cobrar no tiene solamente una dimensión contable, que el acto aparezca en el dispositivo analítico como acto de pagar, de poder dar algo de ese goce que lo retiene al sujeto en el deseo del Otro.
Dar la palabra y confirmar ese decir con el acto de pagar, tiene que ver con el reconocimiento de la falta, con la división del sujeto y poder recibir es reconocer la imposibilidad de Otro sin garantías.
Poder pedir es admitir una falta en el sujeto y recibir es reconocer que no hay Otro que garantice ningún pago.

Si bien es posible fijar algunas mínimas condiciones para el pago, no se las puede establecer más que a través del modo en que se presenta el sujeto haciéndose representar por el objeto dinero en el acto de pagar, obrando allí la perspicacia del analista para implicarse en ese acto de pago desde un principio.
 El psicoanálisis es una práctica que, a diferencia de otras,
se interroga de un modo singular la función del dinero.
 El pago del analizante no es un pago como cualquier otro, aunque de eso vivimos, puesto que allí se cuestionan también sus implicaciones singulares que escapan al marco del contrato de compra y venta, donde la automaticidad del intercambio escotomiza la complejidad de la cuestión.
No es fácil para el analista sostener allí el ejercicio de la interpretación, en ese momento en que la costumbre impone limitarse a las cortesías del agradecimiento.
Además, no soportar el pago tanto del lado del analizante como del lado del analista, es no poder responder por la deuda simbólica que cada uno porta (recordando aquella frase de Goethe que Freud cita en Tótem y Tabú: "de lo que de tus padres heredes, debes conquistarlo para apropiártelo")
El analista arriesga, a veces se queda con el muerto -en todos los sentidos.
Como vacío, el deseo del analista -esta práctica de hacer de semblante de objeto "a"- implica soportar la castración del Otro barrado, a veces del modo más incómodo. No hay que callar la interpretación con la excusa de la recesión, aunque y sobretodo cuando la recesión exista.
 (*)Publicado en El Caldero de la Escuela-
(**)Psicoanalista. Miembro de la EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana) Sec .Santa Fe y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis) silvia.t.puigpinos@gmail.com

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