quarta-feira, 30 de janeiro de 2013

De la diferencia en el DSM Por Graciela Musachi.


La American Psychiatric Association encomendó a su comité clasificatorio que tuviera lista para 2002 la quinta edición del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).actualizando las clasificaciones de los “trastornos mentales”, la validez, uso y principios de organización de sus definiciones. Si no pudo publicarse es porque las posiciones eran absolutamente contradictorias entre los que sostienen un realismo científico y apoyan las llamadas clases naturales y el enfoque nominalista.
Siglos de filosofía no han apagado los fuegos de este debate que se remonta a los griegos y tuvo su improbable definición en la Edad Media con el llamado “debate sobre el realismo de los universales”, teológico. Sin embargo, desde el siglo XX (que todo lo mide en términos de éxito o fracaso), ha triunfado el nominalismo (J.L.Borges en “De las alegorías a las novelas”: hoy ya no es necesario decirse nominalista porque todos lo somos).
En ese mismo texto y en “El ruiseñor de Keats” establece las diferencias entre realistas y nominalistas: los primeros son platónicos que intuyen que las ideas, los universales, las clasificaciones son realidades, mapas del universo, que el mundo es un orden y que en la idea de ruiseñor están todas las ruiseñores; los segundos, aristotélicos, creen que los conceptos universales son un sistema de símbolos arbitrarios que, respecto del mundo, son un “error o una ficción de nuestro conocimiento parcial” y que lo primordial son los individuos.
La pregunta que está en el centro de este debate (¿qué es real?) pretende resolverse en una discusión entre lo universal del significante y lo particular del individuo y arrastra todas las oposiciones que dominaron la filosofía. Si Borges tiene razón (y la tiene) es porque la ciencia moderna ha producido efectos en el valor de los nombres hasta reducirlos a semblantes que no muerden nada de lo real produciendo una estrecha relación entre ese nominalismo, el lenguaje místico y la concepción liberal de la tolerancia. Spencer formuló la alternativa de la tolerancia así “respeto del individuo o tiranía”: pero tanto el realismo como el nominalismo implican siempre el acto de nominación y, por lo tanto, el juicio y la acción de quien se sitúa en posición de amo del nombre. (Lacan notó que “Todos los hombres son mortales” del silogismo aristotélico no sólo es indemostrable pues no hemos llegado al fin de los tiempos sino que es producto de un momento particular de la historia para sostener la política del amo griego respecto de la ejecución de Sócrates).
Por otra parte, la vertiente constructivista del nominalismo muestra que los nombres no se pegan simplemente a la “cosa” como se concebía originalmente, sino que la afectan aunque de distintas maneras: en las ciencias naturales no es estrictamente la nominación la que afecta a la “naturaleza” sino las experimentaciones que surgen de la letra científica. Por el contrario, las personas literalmente se inventan como efecto de una nominación. Ian Hacking (nominalista moderado) mostró cómo los niños de Dickens no existían del mismo modo que el niño objeto de derechos en la figura de abuso sexual producida por las luchas feministas y otras batallas intelectuales de la academia americana. No sólo el sujeto del derecho multiplicado por el siglo XX es un invento del sujeto contemporáneo sino que el individuo al que se aplican tales derechos lo es aunque el “efecto bucle” de Hacking trate de captar sus transformaciones mutuas
Por el imperio del nominalismo, la estabilidad de los nombres (la “tradición”) es relativa, se realza su uso: el nominalismo se convierte en aliado del pragmatismo que sólo se orienta en el cálculo costo-beneficio. En este punto el debate del DSM es álgido ya que lo que allí se decida tocará intereses múltiples (de la industria farmacéutica, en primer lugar).
El goce que hace falta.
Jacques Lacan ha tomado posición en este debate (no se puede ser nominalista sin deslizarse al idealismo y es necesario ser realista sin serlo como en la Edad Media) para situar el campo freudiano: las palabras existen como goce y sirven para que haya el goce que hace falta, ése cuya ausencia “haría vano el universo” aunque no sirva para nada salvo para que cada uno se satisfaga a su manera, singular. El psicoanálisis, por lo tanto, no podría producir clasificaciones salvo a sabiendas de su condición ficcional para orientarse en lo real de ese goce; es su pragmatismo.
En una vena borgiana,“El ruiseñor de Lacan” de J-A Miller indica el horizonte de la práctica psicoanalítica, el “punto sujeto del individuo (…),nos apartamos tanto de la dimensión de la naturaleza como de la dimensión de las operaciones de la ciencia. Introducimos la contingencia (…). Sólo hay excepciones a la regla (…)”; así, el DSM se convierte en la utopía del diagnóstico automático que hace del individuo sólo una muestra de la especie.
“Una mujer es un aglomerado de albuminoides”.
La frase que Malraux hace decir al coronel Bramble toma la ciencia con ironía a la vez que alude al hecho de que una mujer puede ser definida de mil y una maneras sin que por ello se pueda captar mucho de ella. Es lo que dicen los hombres.
Por su parte, las mujeres también lo han intentado con no menos fracasos. Los movimientos femeninos de emancipación de mediados del siglo XIX daban por supuesto el ser de la mujer al luchar por una reivindicación de sus derechos,.pero llegan a su límite a fines de 1960 con la sentencia de la pionera del feminismo norteamericano Gloria Steinem “Nos estamos convirtiendo en los hombres con los que nos queríamos casar”. Este feminismo de la igualdad en su versión culturalista (identidad de género) condujo a su antagonista de la diferencia (segunda ola feminista); ambos comenzaron a preguntarse qué es una mujer a consecuencia de su encuentro con un malentendido psicoanálisis. En el fin de milenio, otra feminista de USA concluyó en los límites de esa política “Como feministas todas nos preocupamos por las mujeres aunque no sabemos qué son. Y lo que nos vincula a todas es el hecho de que no sabemos.”
Se ve por qué Hegel afirmaba que una mujer es ironía de la comunidad. El psicoanálisis agrega: de la comunidad imposible entre un hombre y una mujer. Ante estas evidencias, el DSM se somete al llamado por Lacan “error común” de clasificar sexualmente a sus trastornados por lo que tienen o no tienen, es decir, una creencia en la “naturaleza” cuyo carácter de artefacto han evidenciar las comunidades de goce queer, (consecuencias psíquicas…del error común). Que el DSM quiera corregir el error común con el vestido o la operación “disforia de género”, versión políticamente correcta del feminismo de la identidad de género, no arregla mejor las cosas. .
¿Y por qué el sentido común se aferra a lo que le quieren hacer creer aunque su experiencia le indique otra cosa?
Es que esa otra cosa, su síntoma, le habla de un goce que le hace falta (¡hombre al fin1) y no quiere saber nada de eso. Con aquel que no hace falta (infinito, indiscreto, femenino) se puede encontrar contingentemente porque viene de cierto más allá, una mujer que hace suya al creer que ella puede decir algunas verdades de uno y de otro. En este punto, y dado que el DSM no sabe nada de la diferencia sexual y del síntoma que pone en juego, el invento de Freud sigue funcionando. .

Referencias
E. Levy Yeyati: “Psicoanálisis, psiquiatría y filosofía: la conexión Hacking” en Revista Lacaniana No.8. Ediciones Grama-Eolia. Buenos Aires, 2008.
J. L. Borges: op. citados en “Otras inquisiciones” OC. TII Emecé. Barcelona 1997.
M.Beauchot: El problema de los universales UNAM. Méjico1981.
I. Hacking: ¿La construcción social de qué? Paidos. Barcelona 2001.
.J-A Miller: “El ruiseñor de Lacan” en Del Edipo a la sexuación Ed.ICBA-Paidos. Buenos Aires 2001.
E.Laurent: “El nombre del padre entre realismo y nominalismo” en Block-notes del síntoma. Ed.Tres Haches.Buenos Aires 2004.
J.Lacan: Seminario Aun “Aristóteles y la otra satisfacción”.Paidos.Bs.As.
De un discurso que no sería du semblant (inédito). Clase 20.1.71.


 http://www.elpsicoanalisis.net/index.php?option=com_content&view=article&id=71:de-la-diferencia-en-el-dsm-por-graciela-musachi&catid=38:numero-35&Itemid=129

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