quarta-feira, 16 de janeiro de 2013

LACAN COTIDIANO N° 267 Entrevista Acerca del matrimonio para todos Con Jacques-Alain Miller.

LACAN COTIDIANO N° 267

Entrevista
Acerca del matrimonio para todos
Con Jacques-Alain Miller.

¿Qué lo llevo a firmar el manifiesto del Nouvel Observateur[1] que se publica hoy ?

No fui yo quien se puso al frente de la cosa. Firmé porque me pidieron que lo haga. Fue precisamente Eric Aeschimann, periodista de ese diario, alguien con el que me había cruzado en l'Ecole Normale una noche en la que estaba leyendo a Lacan en el patio. Me sorprendió que una demanda venga de allí, puesto que este semanario se mostró desde siempre hostil a Lacan, -quien sin embargo le respondía bien-, y luego también a los suyos, que, se las arreglan con eso.

¿Ud. era partidario de, antes ?

Mi idea no era en absoluto comprometer mi nombre. Ambas partes están en un punto álgido y la función de un analista no es poner sal en la herida. Por otra parte, la Escuela de la Causa Freudiana, como institución, no ha debatido esta cuestión y no ha tomado posición. Sin embargo, había propuesto al Consejo de administración de UFORCA[2] tratar el tema en nuestras Jornadas clínicas anuales. Nos pusimos de acuerdo sobre el titulo: "Cuando los deseos devienen derechos". El afiche se ha difundido. Se llevará a cabo en Mayo, en la Mutualité y será abierto para todos y, no reservado solo para las secciones clínicas.



¿Qué lo ha llevado a aceptar comprometerse personalmente?



Mi irritación iba creciendo al ver circular en los medios que " los psicoanalistas" estaban contra e incluso que ellos desfilaban contra - leí eso en Le Figaro-. Pienso que esta impresión le debe mucho al activismo de nuestro colega Winter, que circuló bastante. Lo conocí en tiempos de la Escuela Freudiana, fue un analizante de Lacan, es un auténtico. Ha hecho una campaña entusiasta, tanto en l'Huma como en los Etudes[3], la revista de los jesuitas, se lo ha visto por todas partes. Y pensé que era inadmisible girar de esa manera el psicoanálisis a cuenta de la religión. Lacan lo había previsto; gracias a Freud y su deseo de salvar al padre, la Iglesia terminaría por percibir que él aportaba agua para su molino. Pues bien, ahí estamos. Y eso no me parece conforme a la orientación lacaniana. Es incluso lo opuesto.



Entonces, ¿Ud. está sobre todo contra los “contra” ?



El momento de concluir ha llegado para mí bajo la siguiente forma: para comenzar, el 20 de diciembre firmé el texto de L'Obs., al día siguiente le pedí a Clotilde Leguil el texto que Marianne le había pedido sobre el tema, un muy buen artículo que no ha sido publicado aún en la revista[4].

Ese mismo día leí que el papa había hecho una tribuna en el Financial Times[5]. Eso no ocurre todos los días. Fui a ver el sitio, desde allí, enviaban al Osservatore romano[6], cliqué y pude leer en italiano la alocución que el papa le dirigió a la Curia en Navidad, en la que citaba favorablemente un opúsculo del gran rabino Bernheim[7] difundido por Internet. Fui también allí y vi que, para oponerse al matrimonio gay, éste no se apoyaba solamente en la Biblia, sino, en filigrana, en Freud, y en el Edipo. Los textos del papa y del rabino eran de buena calidad, partían del primer capítulo del Génesis y tuve ganas de responder a esto, le propuse entonces a mi corresponsal en Le Point escribir sobre el tema. La revista había sido muy discreta al respecto, pero Gisbert dio luz verde y entonces redacté el artículo que se publicó la semana pasada.



A partir de allí, ¿Ud. va a continuar ?



Si, no voy a declarar todo de una sola vez. He redactado un segundo artículo para Le Point que debería salir la semana próxima. Es sobre la teología del matrimonio, la que se elabora actualmente siguiendo la línea de Juan Pablo II. Estoy en contacto por e-mail con Di Ciaccia, que conoce muy bien las diferentes aristas del tema, me dio referencias muy útiles y a él le envío mis artículos antes de la publicación.

Encuentro prodigioso el esfuerzo intelectual hecho en el Vaticano y en la revista Communio por ejemplo, desde hace años para dar a la sexualidad su lugar en el dogma. Por un lado respecto mucho, al tiempo que me divierte, ver cómo allí la interpretación se pliega a todos los sentidos, como decía Lacan, algo que no debe ocurrir en un análisis. Por otro lado, observo en esta teología renovada la incidencia de Freud, y eso me gusta, pero al mismo tiempo me parece cada vez más necesario señalar que Lacan no se detuvo en la metáfora paterna, ni en el Nombre-del-Padre, sino que avanzó hasta Los no incautos yerran (les non-dupes-errent) y hasta la relación sexual que no existe.

Si uno toma esto en serio, es posible oponerse al matrimonio gay por toda clase de buenas razones, ya sean de gusto, de dogma, de tradición, porque hay que "defender la sociedad", enunciado estudiado como tal por Foucault, o para proteger los niños, etc., pero no podemos hacerlo en nombre del psicoanálisis. Es simple.



Para Ud., ¿los psicoanalistas debieran firmar ese manifiesto?



No. Los analistas no son solamente psicoanalistas, son también católicos, creyentes, no-creyentes, homosexuales, conservadores, progresistas, etc. Ellos pueden estar a favor o en contra, pueden pensar que deben comprometerse o por el contrario pensar que hacerlo es exponerse demasiado y entonces mejor guardar el silencio prudente de Conrad. Pero, en tanto alumnos de Lacan, no pueden, a mi entender, oponerse al matrimonio gay en nombre del psicoanálisis. Ellos pueden, por supuesto, pero entonces es una incoherencia, es un contrasentido, al menos como yo comprendo Lacan.

Mi idea, lo he dicho en mi curso, es que los psicoanalistas están siempre retrasados respecto a los efectos del análisis, es evidente en el caso de Freud, no es verdad para Lacan cuya lucidez toma un aspecto profético, pero sí lo es para nosotros, en la Escuela de la Causa Freudiana, aunque nos esforzamos para no dejarnos distanciar demasiado.



Según Ud., ¿La Escuela tiene algo específico que hacer ?

Las cosas van rápido. El gobierno contaba evidentemente con que la cosa pasara, si no a escondidas al menos a toda velocidad, sin debate, contando con las encuestas que daban una gran mayoría de la opinión a favor. ¿Y por qué no?

Únicamente las directivas del Vaticano eran claras: luchar. La jerarquía combatió en España y se lanzó en Francia con brío, en un estilo que cuenta siempre con mis favores: no es necesario esperar para emprender algo. Luego, tendremos en Francia un debate sobre el tema à la française. Me gusta. No hay solo el manifiesto de l'Observateur, hay también BHL, en Le Point que sale hoy[8]. El toma posición con brillantez a golpe de anáforas. No debe haber sido tan simple como eso para alguien cuya estrategia es tratar bien a la Iglesia. No olvidemos que defendió a Pio XII.

Los contra, armados por los mejores teólogos, tienen garante. En tal contexto, el psicoanálisis es un asunto de debate público. Para mi "personalmente", considero que mi lugar al lado de Lacan, el que me dio para la difusión de su enseñanza, me hace objetar que el psicoanálisis sea usado para fines apologéticos a favor del rechazo al matrimonio gay. Para la Escuela, depende, pues ella tiene la elección.



¿Qué elección?



La de decir que no le corresponde tomar posición en tanto institución. Esto es, según me consta, la posición de todos los grupos analíticos. Es verdad que tomar posición no es simple. habría que consultar al conjunto de los miembros, aún cuando por e-mail esto no es imposible. Además, aun no ha habido trabajo de Escuela sobre la cuestión, pensaba que el Colegio de mayo lo comenzaría.

Otra opción, por el contrario, es, decir que la Escuela- cuyo primer presidente fue Lacan y que está establecida sobre su enseñanza- tiene el deber de rechazar la instrumentalización del psicoanálisis y afirmar que nada en la experiencia analítica autoriza a sacralizar la forma actual de la familia y a rechazar por motivos psicoanalíticos el proyecto de ley llamado el matrimonio para todos. Esto no es estar “a favor”, sino que es rechazar el estar “en contra” en nombre del análisis.

Ciertamente hay una tercera opción: la Escuela se declara “a favor”, pero: ¿qué mayoría haría falta para que la Escuela pueda hablar en nombre de sus miembros sobre tal cuestión? La mayoría simple sería, a mi parecer, insuficiente. ¿Les 2/3 ?

Cuando nos lanzamos contra la enmienda Accoyer tuvimos en la Asamblea General la unanimidad de los votos, menos una voz.

Yo pienso que es el Consejo de la Escuela el que debe estudiar esas opciones, incluso si una de ellas fuera decidir no moverse.

La posición " yo no estoy a favor de nadie" tiene siempre sus encantos para los analistas en grupo, pero ella está a veces contra-indicada.

¿La Escuela debe ella meterse con los abonados ausentes, -en tanto el análisis es una apuesta y no un objetivo-, en la “esfera pública”, como dice Habermas?

A fuerza de no comprometerse personalmente en una acción para defender el discurso analítico, un grupo corre siempre el riesgo de convertirse en una SAMCDA.

La verdad, es que no puedo evitar pensar que si la Escuela escogiera la opción 2, sin hablar de la 3, ella sería la única en hacerlo y es muy tentador.

Semejante toma de posición repercutiría en la opinión pública. Se diría: los lacanianos ortodoxos, -es decir, nosotros-, rechazan que se instrumentalice el psicoanálisis con el fin de oponerse al proyecto de ley sobre el matrimonio para todos.



El Directorio, por iniciativa de Jean-Daniel Matet, ha decidido poner en el programa de la Escuela, el 2 de febrero, una mesa redonda sobre el tema que reunirá a Jean-Pierre Deffieux, Clotilde Leguil y Jean-Pierre Winter[9].

¡Buen comienzo! Tendremos un debate contradictorio. Sería muy bueno también que Lacan Quotidien acoja las opiniones de los miembros de la Escuela y las de sus lectores en general.



Declaraciones tomadas por Anne Poumellec el 10 de Enero, 2013.



Traducción: Graciela Esperanza no revisada por el autor.



LIEN VERS LACAN QUOTIDIEN N° 269 :


http://www.lacanquotidien.fr/blog/2013/01/lacan-quotidien-n-269-mariage-pour-tous-contre-linstrumentalisation-de-la-psychanalyse/

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