sábado, 26 de janeiro de 2013

LACAN COTIDIANO # 273 EL VATICANO Y EL PSICOANÁLISIS– Algunas marcas históricas por Cinzia Crosali

En la entrevista recogida por Anne Ganivet-Poumellec, el 10 de enero de 2013, para LQ nº
267, Jacques Alain Miller dice: « uno puede oponerse al matrimonio gay por un montón de
razones, de gusto, de dogma, de tradición, (…), pero lo que no se puede es hacerlo en nombre
del psicoanálisis ». Estos discursos se refieren a la actitud que tienen hoy numerosos
representantes de la Iglesia católica en cuanto al proyecto de Ley sobre el matrimonio para
todos, aquello de « hacer virar al psicoanálisis a cuenta de la religión » para defender la idea de
familia tradicional. Lo que golpea es el lugar dado a « la naturaleza » en tanto que brújula de la
conducta humana, cuando se sabe que, durante largo tiempo, la instrucción pastoral reprendió
lo que, las tendencias naturales del hombre, haciendo demasiado aparente a los instintos, y
considerando como obstáculo al acto libre y voluntario.
La Iglesia contra Freud
Al principio del último siglo, la Iglesia católica
había visto en el psicoanálisis naciente el lugar de la
subversión de la moral tradicional y de los valores
fundacionales de la sociedad. Como hoy, era la
inocencia de los niños, y entonces su seguridad,
quienes estaban amenazadas y que era necesario
defender. Los organismos de control eclesiásticos se
opondrán en conjunto a la difusión de las ideas
freudianas, esas mismas ideas que verdaderamente quieren utilizar hoy para servir a la causa
natural, constituida por un padre y una madre.
En Italia, la Iglesia católica tuvo con el fascismo y el idealismo filosófico el adversario mayor
del desarrollo de las teorías freudianas. Consideradas como difusoras del « pansexualismo », «
ateísmo » y « determinismo », se las acusa de poner en peligro el orden social tradicional. La
oposición de la Iglesia inquietaba a Freud, y le hizo dudar en el momento de publicar su
trabajo sobre Moisés. Escribía entonces a Arnold Zweig: « Nosotros vivimos aquí en una
atmósfera de estricta ortodoxia católica. Se dice que la política de nuestro país está dirigida
por cierto padre Schmidt; es el hombre de confianza del Papa. Para peor, el mismo es
etnógrafo e historiador de las religiones y no demuestra en sus libros su horror al
psicoanálisis y, en particular a mi teoría del Tótem. En Roma, Edoardo Weiss fundó un grupo
psicoanalítico y publicó varios números de una Rivista Italiana di Psicoanalisi. Bruscamente,
le prohibieron esta publicación. (…) Se dice que (la
prohibición) viene directamente del Vaticano y que el
Padre Schmidt es el responsable. Bien se puede esperar
que una publicación que provenga de mí causara alguna
sensación y no escapara a la atención de este Padre
hostil. De este modo se corría el riesgo deque
prohibieran el psicoanálisis en Viena, y de que
suspendieran todos nuestros trabajos.»1
Edoardo Weiss fue un de los pioneros del psicoanálisis
en Italia, y el analista de Italo Svevo. Su primer libro, «
Elementi di psicoanalisi (Elementos de psicoanálisis)»,
había atraído sobre él la mirada del Santo Oficio. En su
reedición en 1933, un proyecto para incluir en el índex al
libro fue tomado en consideración por la Congregación
para la doctrina del Santo Oficio, y el jesuita Francesco Gaetani fue el encargado de redactar
un votum, no solamente sobre la obra Elementi di psicoanalisi, sino también sobre el
psicoanálisis en general.
Gaetani se expresó a favor de una condena de las teorías psicoanalíticas, aunque invitó a que no
se considerara a la minoría de psicoanalistas «honestos» que respetaban la religión. En el año
siguiente, el Papa Pío XI solicita que un nuevo estudio sea confiado a un franciscano, médico y
psicólogo, destinado a ser muy influyente: el Padre Agostino Gemelli, futuro fundador y
Rector de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán.
El experto del Vaticano
Criminólogo, surgido de una familia anticlerical, y convertido al catolicismo en la edad adulta,
Gemelli se interesaba en la psicología de los «místicos», lo que le valió el título de experto del
Vaticano. El Santo Oficio lo consultaba, en efecto, sobre los « casos » dudosos, cuando era
difícil hacer la división entre locura, superchería y santidad, en las personas que se creían
estigmatizadas y visitadas por la Virgen o por la Cruz.
El psicoanálisis naciente no había dejado de interesar al Padre Gemelli, pero su actitud hacia el
descubrimiento freudiano no puede más que ser llamado ambiguo. Esto no fue sin
consecuencias, dada su influencia dentro de la Santa Sede, y la autoridad « científica » que la
Iglesia le había reconocido Su ambigüedad se traduce por una oscilación. Por un lado, el
psicoanálisis le interesa, porque allí encuentra una correspondencia con su oposición a la visión
organicista de la persona, y también a la psicología de Wundt. Por el otro, condena el «
pansexualismo » freudiano y la pretendida primacía dad a los instintos. Así, Gemelli se opondrá
a Sante De Sanctis, que había querido, inspirándose en Freud, considerar « la conversión
religiosa » desde el ángulo de la sublimación de los instintos.
Para tomar una posición franca y defender al psicoanálisis, Agostino Gemelli tendría que haber
tenido el coraje de ser subversivo y de ir contra la corriente. Estaba desprovisto de estas
cualidades. De 1929 a 1939, multiplicó los elogios a la ideología fascista y asumió una
posición antisemita. Obedece alas leyes raciales que imponían la expulsión de los judíos de la
Universidad. Deseando que los judíos conversos y bautizados fueran exceptuados, no pensó en
sustraerse a las órdenes gubernamentales en lo que concierne a su Universidad. Su posición
frente a Freud y al psicoanálisis no deja de tener relación con su apología muy marcada de la
ideología fascista, a la que exaltaba abiertamente. No obstante, como lo dice Michel David en
su libro Storia della psicoanalisi nella cultura italiana,2 más que sus intervenciones, son los
silencios de Gemelli los que impactan, porque se calló en el momento en el que debía oponerse.
Hoy, al contrario, el silencio de la Iglesia sería preferible a su oposición tan rimbombante al
derecho de los gays al matrimonio, en las manifestaciones de la calle y en las tribunas de los
medios.
Hoy, el caso de Brescia
En Italia, la cuestión del matrimonio gay no tiene
aún la misma amplitud que en Francia. Pero la
Iglesia se expresa frente a episodios aislados de
transformación familiar. El último episodio ocurrió
en la primera semana de enero de 2013 en la
ciudad de Brescia.
Una sentencia inhabitual de la Corte de Casación trastornó las pautas tradicionales. El alto
tribunal, atrapado por el caso, decidió que un niño fuera confiado exclusivamente a la madre
homosexual, que vive en pareja con su compañera, y rechazó el pedido del padre, musulmán,
que se había opuesto a esta decisión. El niño había sido confiado a la madre después de los
actos de violencia cometidos, delante del niño, por el padre sobre la compañera de la madre.
Esas violencias se habían dado después del rechazo del padre de ver al niño (al que había
abandonado cuando era muy pequeño) en ocasión de los encuentros facilitados por los servicios
sociales. La sentencia estableció que «ninguna certeza científica o experiencia prueba que el
hecho de vivir en una familia constituida por una pareja homosexual sea peligroso para el
desarrollo equilibrado del niño».
La reacción de la Iglesia fue muy rápida: Monseñor Domenco Segalini, obispo de Palestrina y
presidente de la comisión CEI (Conferenza Episcopale
Italiana) para el Laicado, se expresó así, en los términos siguientes: «No se puede construir
una sociedad civil a partir de las sentencias de los tribunales (..). Hay estudios precisos,
psicológicos y filosóficos, que deben orientar a las personas. No es la ley la que tiene que
establecer cuál es la mejor relación con los padres (...)»3 Deja entender que en caso de conflicto
entre los padres, en lo que concierne a la guarda de los hijos, el criterio no puede ser más el de
la ley y el del juez, sino el de los avances científicos que regirían a la sociedad civil.
La Santa Sede también tomó una posición firme, cuando juzgó a la sentencia de la Casación
como una « decisión ambigua que desconcierta ». El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del
Dicastero (Congregatio) explicó en la Radio Vaticana para la familia, que, « da che mondo è
mondo (desde que el mundo es mundo), el niño debe nacer y crecer en la vida ordinaria, es
decir con un padre y una madre ».4
El día después de la sentencia el ’Avvenire, el diario oficial de la Conferencia Episcopal
Italiana, escribió: « El punto más perturbador (es el hecho) de considerar al niño como un
sujeto manipulable a través de experimentos que están fuera de la realidad natural, biológica y
psíquica, humana (…). Según l’Avvenire, la sentencia « queda en entredicho, ya que borra todo
lo que la experiencia humana, y con ella las ciencias psicológicas, han elaborado y acumulado
en materia de formación de los niños »5
Es sorprendente que las autoridades más elevadas de la Iglesia, a partir de ahora, se remitan a
“la ciencia”, y le den, así dicen, la última palabra en cuestiones tales como “¿de dónde vengo?
¿a dónde voy?”, que antes eran consideradas como la marca del misterio de la vida, misterio
incluido en el designio Divino.
No estamos muy seguros en cuanto a la transición que se ha hecho entre el « milagro de la vida
» de antaño y la « vida ordinaria » a la que cada uno es remitido hoy, y que estaría fundada
sobre la biología, la anatomía y las « ciencias psicológicas ».
1 : Carta de Sigmund Freud a Arnold Zweig del 30 septiembre 1934 (Sigmund Freud,
Correspondance 1873-1939, Paris, Gallimard, 2ème éd., 1979, p. 459). (subrayado nuestro)
2 : David Michel, La psicoanalisi nella cultura italiana, Bollati Boringhieri, Torino 1990 (premières
éditions 1966)
3 : La Repubblica 11.01.2013
http://www.repubblica.it/cronaca/2013/01/11/news/cassazione_bimbo_pu_crescere_bene_anche_in_famiglia_omo
sessuale-50330615/
4 : La Repubblica.it 12.01.2013
5 : La Repubblica.it 12.01.2013 (subrayado nuestro

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