segunda-feira, 27 de agosto de 2012

Poética política: Antifilosofía del sujeto político. Entrevista a Jorge Alemán*


Por José Luis Rosario
Corresponsal en España de La Inyección de Irma


En abril de 2012, Jorge Alemán ha publicado su último libro, Soledad: ComúnPolíticas en Lacan. Su importancia consiste en que se trata de un gran esfuerzo teórico para intervenir, desde la perspectiva del psicoanálisis de orientación lacaniana, en un debate contemporáneo de gran trascendencia en el campo político: las teorías emancipatorias. En la obra de Jorge Alemán se han venido dando diversos jalones en este registro, pero es la primera vez que lo integra en una propuesta de mayor envergadura bajo un significante (lo Común) alojado en el corazón de la teoría psicoanalítica lacaniana. En la contratapa se anuncia que “la intención teórica de este libro no pretende, como sí lo hacen los importantes autores mencionados (Deleuze, Negri, Laclau, Hardt, Zizek, Badiou), incluir a Lacan en una ontología de lo político”, sino “abordar una serie de temáticas compartidas con los nuevos pensadores de la política (el Común, la Igualdad, etc.), en función de articular distintas puntualizaciones a partir de Lacan, para generar en el pensamiento radical emancipatorio un debate de mayor alcance en lo que hace a la relación política-sujeto.”. Así planteadas las cosas, La Inyección de Irma, la revista digital animada por psicoanalistas de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL-Lima) y por diversas personas vinculadas a la causa analítica, se honra en presentar en su segundo número una entrevista con Jorge Alemán para discutir su propuesta.
25 de Julio, 2012.

José Luis Rosario: En su reciente libro Soledad: Común, que prosigue su empeño de pensar la política desde la teoría lacaniana, ocupa un lugar central lo que en la doctrina se conoce como el esquema de sexuación, que Lacan elabora en un momento muy avanzado de su enseñanza. Utilizando esta herramienta teórica, usted afirma que la lógica del no-Todo, que define la posición femenina, puede dar cuenta del momento emancipatorio, para un sujeto que se ubica más allá del plano de las identificaciones, dispuesto por lo mismo a construir un campo nuevo, en oposición al discurso del Amo que responde a la lógica del Todo y la excepción masculina. Si esto es así, cómo justifica que estas dos lógicas de la sexuación que primero las opone luego se complementen, cuando afirma que la teoría emancipatoria debe apoyarse al mismo tiempo en lo descompleto (lógica masculina) y la inconsistencia (lógica femenina).
Jorge Alemán: Usted señala una cuestión crucial en el texto, que como muy bien advierte y sugiere, puede percibirse como una contradicción o al menos un forzamiento, y tal vez lo sea. Por ello necesito un pequeño rodeo para responderle. En primer término, para abordar lo que está en juego en el texto Soledad: Común, hay que reconocer que cuestiones tales como Igualdad, Común, Emancipación, hacen referencia a tradiciones intelectuales ajenas al psicoanálisis. El psicoanálisis a partir de Freud y luego con un mayor alcance Lacan, ha funcionado como un gran laboratorio del cual surgían “malas noticias” para los proyectos colectivos, igualitarios y emancipatorios. Hasta tal punto que a partir de Lacan podemos apreciar cómo hay toda una secuencia de pensadores, que aún a pesar de sus diferencias, intentan “acomodar” la emancipación al sujeto que la soporta, con el propósito de que la mala noticia se disuelva y se reabsorba en el contexto del proceso de transformación. Así podríamos entender el “compromiso sartreano”, “el proceso sin sujeto de Althusser”, el “esquizo revolucionario” de Deleuze, la “hermenéutica del sujeto” en el último Foucault, la “fidelidad” en Badiou, la “subjetivación política” de Negri. Estos ejemplos constituyen distintas estrategias teóricas, que más allá de las claras diferencias que mantienen entre sí, intentan mitigar la “mala noticia” que el “real sin ley” y la división irreductible del sujeto implican para toda lógica colectiva-emancipatoria que pretenda prescribir y proclamar su universalidad. Mi apuesta ha sido hacerme cargo de las malas noticias del discurso analítico y volverlas una herramienta para volver a pensar la política en su dimensión transformadora. Tratando esta vez de que las piezas no encajen rápidamente y soportando todas las tensiones propias de una encrucijada teórica nueva. Para ello he insistido de distintos modos en que las malas noticias no sean un pretexto para que se instale un cinismo o un escepticismo lúcido con respecto a la política, una suerte de relativismo liberal rortyano con presupuestos lacanianos. La decisión ha sido mantener a las malas noticias referidas a la pulsión de muerte, el plus de gozar y sus distintas inercias, que intervienen incluso en las formaciones colectivas del individualismo de masas, la revolución como retorno de lo mismo, las masas alienadas a su ideal, etc., y pensar la posibilidad de su transformación, en el malestar en la civilización propio de la época de la técnica y el discurso capitalista. Dado que la metafísica que ha gobernado hasta ahora toda la semántica del proceso emancipatorio se sostiene en un fantasma donde el sujeto se liberaría de las coerciones del goce, he decidido pensar la emancipación con herramientas nuevas, a saber, sin sujetos históricos teleológicamente constituidos, por fuera del idioma de las contradicciones dialécticas, y sin resoluciones utópicas o revolucionarias que permitan seguir sosteniendo la coartada metafísica de un final donde por fin se accede al “hombre nuevo” o la sociedad plena y ya realizada, sin las fracturas y dislocaciones de lo real. Me he valido para pensar en esa emancipación, de todo aquello que hace a la existencia humana, sexuada, hablante y mortal, tres condiciones que actualmente están intervenidas por los llamados “expertos”. Sin embargo, como usted sabe muy bien, lo esencial, lo propio, de la condición sexuada, hablante y mortal es que la misma nunca puede ser dominada del todo por los especialistas. A eso es lo que llamo “el Común “, a lo que la expertización del mundo efectuada por el capitalismo y la técnica no puede dominar. En este contexto aparece una nueva apuesta para el psicoanálisis: pensar lo Común y la Igualdad por fuera de la psicología de las masas y del proceso de homogeneización impuesto por los nuevos dispositivos de producción biopolítica de la subjetividad. En este marco se inscribe su singular observación. Dado que la igualdad y lo común, condiciones imprescriptibles de un proceso emancipatorio que se precie de su nombre, exigen ser pensados fuera de la psicología de las masas y la homogeneizaciones contemporáneas, me pareció importante que el psicoanálisis pudiera mostrar que nuestro común y nuestra igualdad es el ámbito donde la diferencia absoluta juega su partida y no el del “para todos” del discurso del Amo ¿Cual ámbito puede ser más apropiado para pensar la igualdad que el no-Todo lacaniano, dado que su cualidad es estar construido como un espacio ilimitado que por definición no necesita excluir nada para constituir su límite? Hasta ahora se ha pensado la igualdad desde el para-todos universal, en todas las tradiciones ha sido así, y es necesario señalar que ese para-todos exige un límite que le haga excepción para sostenerse. Propongo pensar la igualdad como no-Toda, distinta del universal masculino del para-todos para precisamente no caer en el reverso segregativo de un universal que exige una exclusión. Pero a su vez, no puede haber un proceso que se construyera sólo en la lógica del no-Todo, eso destruiría el armado lógico mismo de la sexuación, no puede existir un conjunto separado e identificable del no-Todo, eso lo reinscribiría en la lógica del todo y la excepción. Esa copertenencia entre todo, excepción y no-Todo no puede deshacerse a pesar de su diferencia irreductible. En el proceso emancipatorio irrumpirán momentos contingentes igualitarios, de lo que llamo “Soledad: Común”, y junto a ello dispositivos de organización partícipes del “para-todos”.
JLR: En un momento de su reflexión hace una serie con los lugares que no puede ocupar la izquierda: no puede ser utópica, no puede ser progresista, no puede ser revolucionaria. Los dos primeros ya han sido deconstruidos por la historia, pero no parece ser tan sencillo cancelar el tercero. La famosa definición de Lacan (revolución es aquello que retorna al mismo lugar), ¿es una ironía o una crítica de la noción? ¿de qué modo piensa usted, tal como sostiene en su libro, que una izquierda revolucionaria sería el signo más logrado de la pulsión de muerte?
JA: Toda la temática del comienzo absoluto, del corte radical, del hombre nuevo, de amputar el pasado, propicia el trabajo de la pulsión de muerte. A su vez, este es un empeño de la técnica, en el sentido heideggeriano: deshistorizar, destemporalizar, producir lo radicalmente nuevo fuera de toda herencia o legado, ambición de la técnica que en mis textos siempre diferencio de la ciencia en un sentido moderno. Por ello me he valido de otras propuestas para pensar el proceso transformador de la emancipación, a saber, la cura analítica, la organización de la escuela, la superación de la Metafísica, eligiendo lugares que respeten el acaecer histórico-temporal del sujeto del inconsciente, que condensa ejemplarmente la fórmula lacaniana: “lo que habré sido para lo que estoy llegando a ser”.
JLR: ¿En qué se diferencia, cree usted, la ausencia de fundamento del sujeto lacaniano del ironismo relativista rortyano que postula que no hay más que relatos sin fundamentos?
JA: Los rortyanos creen que todos son relatos alrededor de algo incapturable. En Lacan encontramos una práctica materialista que intenta intervenir sobre lo real cuando éste se presenta como imposible de ser escrito por una fórmula perteneciente al orden del mathema. Entonces, desde la perspectiva de lacaniana, estaríamos de acuerdo en que no hay un modo de establecer un grado jerárquico de esos relatos en función de una supuesta objetividad. Pero sí hay una diferencia decisiva con respecto a la Verdad: el decir a medias de la verdad no emerge más que si hace frontera con lo real.
JLR: Al introducir la noción de verdad nos lleva usted a un terreno muy complejo ya que adquiere resonancias muy distintas según el campo en que anide (la lógica, la ciencia, la filosofía…). Con Lacan, la verdad, consustancial a un decir, participa según vemos de la dimensión de imposibilidad, ¿cómo entender esta relación fronteriza entre la verdad y lo real cuando pensamos lo político?, ¿qué quiere decir esto para un sujeto, en particular cuando está confrontado con un acto político?, ¿esta verdad, partícipe de una singularidad, admite un procedimiento de verificación?
JA: El acontecimiento, que no tiene por qué ser un gran estruendo, a veces llega como un pequeño detalle que después finalmente se confirma como un gran desvío, pero esto siempre a posteriori. El medio decir de la verdad sólo se verifica retroactivamente, y siempre participa en esto una decisión que permanece velada en sus fundamentos.
JLR: Se acepta como un lugar común que la existencia de un habitante del mundo actual está regulada absolutamente por la forma-Mercancía. Entonces, qué implica para un sujeto comprometido en pensar un orden diferente lo que presenta casi como un requisito: separarse del circuito de la mercancía y sus semblantes.
JA: Es una pregunta difícil de responder, pero por ahora puedo decirle que la soledad del sinthoma y el común de lalengua son precisamente aquellas dimensiones de la experiencia humana irreductibles a la forma mercancía. Es aquello con lo que cuenta cada uno para ver de modo contingente, y no asegurada de antemano por nada, una forma de sustracción del circuito interminable de la mercancía.
JLR: En el marco de la ardua tarea de pensar una nueva teoría emancipatoria, usted afirma que se trataría de construir una poética política, ¿qué quiere decir con eso?
JA: La palabra poética quiere ser en este caso aquello que nombra el modo de cada uno para habitar “lalengua”. Entiendo por poética política el momento donde los que saben como expertos o especialistas no tienen más remedio que callar porque ha tomado la palabra lo común, lo que en cada uno es un "no saber" a elaborar y del que nadie se puede apropiar, sólo el sujeto que lo soporta.
JLR: De acuerdo, vemos que no se trata en ningún sentido de una operación estética sobre una ética o una política, sino de una cosa muy distinta, algo que tal vez podríamos definir como una suerte de subversión del sujeto inscrita en su acto político, ¿estaría de acuerdo con esta fórmula?
JA: Sí, me parece acertada, ese es el mayor problema epistémico del campo en que nos queremos situar. No podemos hablar de filosofía política, ni de ética. Diría más bien, muy provisionalmente, que es una “antifilosofía del sujeto político”.
JLR: Aún hay otra arista de esta cuestión tan intrincada y apasionante al mismo tiempo. Usted afirma en su libro que “no puede haber una narrativa emancipatoria compacta que pretenda eliminar las interrupciones propias del hiato ontológico y las manifestaciones contingentes de la imposibilidad”. Pero en este caso, ¿cómo llegaría a situar lo Común en el plano de la acción política, un Común que, como dice, nombra el modo de cada uno de habitarlalengua y que sólo puede elaborar el sujeto que la soporta, un Común que usted, por añadidura, extrae tanto de la psicología de las masas como de la intimidad privada? En otras palabras, ¿de qué modo se podría producir una articulación simbólica de los sujetos en el discurso político si la noción misma de antagonismo se desdibuja necesariamente?
JA: Para que el antagonismo no sea un mero choque físico de contrarios, debe tener como condición el Común, del que aquí hablamos. Nótese que este Común, insisto en ello, no está constituido por propiedades comunes, ni por fundamentos comunes, sino por lo que No hay: no hay relación sexual, no hay Otro del Otro, no hay Metalenguaje. Es un Común perforado ontológicamente, sin sutura posible y siempre listo para que en su terreno aparezcan los antagonismos irreductibles. En cierta forma, lo que Lacan designa como la tachadura del sujeto, es ya una protoforma del antagonismo.
JLR: Bien, pero no deseamos salir del ámbito de la poesía sin antes dar un pequeño giro. Sabemos que en usted la actividad poética es de muy vieja data y recuerdo que no hace mucho publicó un libro de poemas que tituló precisamente No saber, de modo que la poesía ha permanecido a su lado todos estos años, ¿cuáles serían para usted en su propia experiencia, si me permite, los vasos comunicantes entre poesía, política y psicoanálisis?
JA: Más allá de las diferencias irreductibles, las tres son operaciones discursivas que tienen un difícil trato con lo imposible. Las tres intentan cernir, localizar, anudar el real imposible a una práctica. Ese real imposible es uno de los nombres de lo Común, aquello que en nuestra condición sexuada, hablante y mortal, no puede quedar dominado por la expertización del mundo.
JLR: Usted sostiene que el modo más pertinente de encontrar un camino nuevo en el proceso de Emancipación, no es una travesía intelectual con el psicoanálisis sino una experiencia como analizante. En su opinión, ¿qué hace de la experiencia con el inconsciente un momento privilegiado frente a la reflexión filosófica o la teorización estrictamente política?
JA: Lo que considero apasionante de la experiencia analítica es que, por un lado, permite que se capte a la estructura que nos determina en todas sus condiciones existenciales. Pero a la vez, el psicoanálisis no es un determinismo; por más determinados que estemos por nuestra historia, regla familiar, Edipo, construcción fantasmática de lo real, etc., siempre se pondrá en juego algo que está más allá de las determinaciones y que es la elección contingente, la decisión irreductible por parte del sujeto. Esto, según mi criterio, hace de la experiencia que hacemos como analizantes lo que usted llama un “momento privilegiado”, que tal vez pueda dar que pensar a la filosofía y a la política.
* Jorge Alemán es un distinguido psicoanalista lacaniano y escritor argentino. Junto a su quehacer poético, ha publicado numerosos libros donde la reflexión explora las vías que pueden establecerse entre el psicoanálisis, la filosofía y la política. Es miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España (ELP). Desde 2004 se desempeña también comoConsejero Cultural de la Embajada Argentina en España.


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