¿Se abusa de la prescripción de psicofármacos en la sociedad actual?¿Qué se esconde detrás de la proliferación de su uso excesivo? ¿Exageran las empresas farmacéuticas los datos de eficacia de sus productos? Un estudio realizado por investigadores estadounidenses y británicos, liderado por Irving Kirsch, docente e investigador de la Universidad de Hull, así parece evidenciarlo.
La mayoría de los millones de personas que, hoy por hoy, consumen psicofármacos como la fluoxetina (comercializada como Prozac), venlafaxina (Efexor) y paroxetina (Seroxat), podrían perfectamente hacer uso de un placebo en su lugar. Así lo concluye el estudio de este equipo de investigadores independientes, publicado en la revista PLoS Medicine(http://www.plosmedicine.org), que para su realización ha incluido, por vez primera, los datos no publicados por las compañías farmacéuticas.
Este estudio tenía como objetivo, por un lado, comprobar la eficacia de los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (SSRI), fármacos de elección en los trastornos depresivos por generar, supuestamente, menos efectos secundarios que sus predecesores (antidepresivos tricíclicos y tetracíclicos); y por otro, averiguar si esa eficacia presenta diferencias en función del grado de severidad de la depresión del paciente. Lo que llevó a este equipo a plantearse una investigación de esta envergadura fue el hecho de que a pesar de que organismos como la US Food and Drug Administration (FDA), el UK National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) y otras autoridades competentes encargadas de otorgar las licencias y autorizar el consumo de fármacos como los SSRI han aprobado su uso, siguen existiendo serias dudas acerca de su verdadera eficacia clínica.
Los meta-análisis llevados a cabo hasta el momento con el fin de contrastar la eficacia de los SSRI, han utilizado exclusivamente los datos provenientes de las investigaciones que han visto la luz. Sin embargo, para la realización de este meta-análisis se utilizaron los datos de 47 estudios remitidos a la FDA, incorporando tanto aquéllos que habían sido publicados, como otros que no lo habían sido. Al incluir los resultados de estudios no publicados los investigadores pudieron comprobar que la eficacia de estos psicofármacos no presentaba, en la mayoría de casos, significación clínica, así como que no se cumplen los criterios mínimos de significación exigidos por los organismos competentes.
Profundizando un poco más en los resultados de este estudio, éstos sugieren que la nueva generación de antidepresivos no produce mejorías clínicas significativas en pacientes con diagnóstico inicial de depresión leve, moderada e incluso grave, al compararla con el uso de un placebo, y que únicamente muestra efectos ligeramente significativos en pacientes con una depresión muy severa. Así mismo, el estudio refleja que la discreta mejoría producida en pacientes más graves parece deberse a que los efectos del placebo no se sostienen en el tiempo y no tanto a que exista un incremento de la respuesta del paciente al fármaco frente al placebo. A la vista de estos resultados, los investigadores han tenido que cuestionar activamente la conveniencia de recetar antidepresivos de forma generalizada en pacientes con depresión, y plantear que únicamente deberían prescribirse en casos muy severos o en aquéllos casos en los que los tratamientos alternativos no estén dando resultado.
Todas las personas se sienten tristes en diferentes momentos y situaciones de sus vidas. Sin embargo, mientras que para la mayoría de nosotros es un síntoma puntual y normal, para un 10% de la población española (Organización Mundial de la Salud –OMS-), es decir, para casi cuatro millones de ciudadanos, estos síntomas de tristeza, acompañados de otros como desmotivación, sensación de inutilidad, insomnio, hipersomnio…. pueden prolongarse en el tiempo y durar meses, e incluso años, interfiriendo notablemente en su vida cotidiana. Cuando es éste el caso, estamos hablando de depresión.
La depresión es un trastorno mental que puede resultar altamente incapacitante para las personas que lo padecen. Se estima que una de cada 6 personas sufrirá depresión a lo largo de su vida, lo que supone 121 millones en todo el mundo. La OMS señala que, a pesar de estos datos, menos del 25% de los pacientes afectados por este trastorno, en algunos países menos del 10%, tiene acceso a un tratamiento eficaz. Además, indica que la depresión es un trastorno de fácil diagnóstico, y que, poniendo a disposición de los pacientes los medios adecuados, podría detectarse y tratarse de forma eficaz desde los propios dispositivos de Atención Primaria. Añade que los fármacos y la intervención psicológica son los tratamientos de elección en la depresión.
Sin embargo, a pesar de lo indicado por la OMS, los datos revelados por el equipo de Kirsch ponen ahora en entredicho la eficacia del tratamiento con antidepresivos, lo que apunta claramente a la conveniencia de abordar este trastorno desde una óptica diferente y dar prioridad a la terapia psicológica frente al uso de fármacos.
Independientemente de esta cuestión, ¿qué es lo que está originando que hasta un 90% de los pacientes en algunos países no estén recibiendo un tratamiento eficaz?. Según la OMS tres son las barreras que están impidiendo o dificultando el acceso a ese tratamiento: la falta de recursos (económicos, humanos…); la escasez de profesionales con formación para ofrecer esos tratamientos; y el estigma social asociado a los trastornos mentales, entre ellos, la depresión.
En nuestro país, el acceso de los pacientes a una terapia psicológica en el ámbito de la sanidad pública es complicado, ya que se trata de un servicio que en el sistema sanitario español se localiza en el nivel de atención especializada y no en Atención Primaria, que es el de primer acceso para los usuarios. Éste podría ser uno de los hechos implicados en el uso abusivo de los tratamientos farmacológicos frente a la intervención psicológica. La saturación del sistema sanitario, la necesidad de los médicos de Atención Primaria de dar salida a la gran cantidad de pacientes que reciben, y el escaso número de profesionales de la Psicología en los distintos niveles de atención, podrían ser otros motivos que estén favoreciendo esa medicalización de los problemas psicológicos. Cabría además cuestionarse si no están las propias empresas farmacéuticas fomentando las prescripciones al hacer públicos sólo aquellos resultados que favorecen sus productos y que hablan de su supuesta eficacia, ya que esto genera una engañosa percepción de que el fármaco terminará con los problemas del paciente.
Según el informe presentado hace dos años por el Grupo de Política de Salud Mental del Centro de Actuaciones Económicas de la Escuela de Economía de Londres (The Centre for Economic Performance’s Mental Health Policy Group, London School of Economics), la intervención psicológica debería ofertarse a todas las personas que presentan depresión y ansiedad, dado que es eficaz y preferible frente a la prescripción de fármacos. Según explica el informe, si bien a corto plazo la terapia y el uso de fármacos presentan una eficacia similar, a largo plazo es la terapia psicológica la que ha demostrado mantener sus efectos.
El informe, conocido como informe sobre depresión (The Depression Report – A new deal for Depression and Anxiety Disrorders), fue elaborado por un prestigioso grupo de investigación en salud mental, e incluía colaboradores pertenecientes a algunas de las más conocidas asociaciones y organizaciones relacionadas con la salud del Reino Unido. En el mismo se denunciaba, en consonancia con las barreras que expresa la OMS, la situación de desamparo a la que se enfrentan las personas que sufren depresión, ansiedad y/o esquizofrenia, ante la dificultad, e incluso imposibilidad, de recibir tratamiento psicológico desde los dispositivos habituales de salud (mental y física) en el Reino Unido.
Los resultados de la investigación indicaban que sólo una de cada cuatro personas con depresión recibe algún tipo de tratamiento y que, con frecuencia, éste consiste en la prescripción de fármacos. Los datos contrastan, sin embargo, con las recomendaciones y directrices propuestas por el Instituto NICE, que asesora al Ejecutivo británico en materia de sanidad, y que considera, basándose en la evidencia existente al respecto, que la terapia psicológica es más eficaz que la medicación y que debería estar disponible para todos los pacientes que la necesiten.
La situación que resaltaba este informe no difiere sustancialmente de la que se vive en España, en donde el acceso a la terapia psicológica es, como se apuntaba previamente, dificultoso. Son diversas las razones que hacen difícil este acceso. Conviene señalar las que se vinculan con la organización de los propios sistemas de salud, como por ejemplo, el hecho de que en el Sistema Nacional de Salud (SNS) español, los psicólogos estén sólo accesibles en los niveles de Atención Especializada. Según afirmaba Serafín Lemos a esta publicación recientemente, entre las mayores preocupaciones de los profesionales de la salud se hallan los retos que tiene que afrontar la Atención Primaria española en materia de salud mental, debido a la estructuración que presenta en estos momentos y al modelo de atención del que parte. La ausencia de profesionales de la Psicología en el primer nivel de atención del sistema público, que puedan dar cuenta y atender de manera eficiente a buena parte de los pacientes con trastornos psicológicos que llegan a los ambulatorios, o el modelo de enfermedad mental que actualmente prima en el sistema sanitario (excesivamente biomédico y farmacológico), son dos de las grandes limitaciones que estarían provocando problemas de atención en el sistema sanitario español.
Esta falta de profesionales de la Psicología enlaza con la denuncia realizada en el informe presentado en el Reino Unido. Este informe reclamaba la inmediata inclusión de 5.000 psicólogos en el sistema de sanidad británico, y se halla en consonancia con la solicitud que el Consejo de Colegios Oficiales de Psicólogos ha venido realizando en España en los últimos años, en relación a la incorporación de mayor número de psicólogos en el SNS español. El número de psicólogos en nuestro sistema de salud es muy escaso en el nivel de atención especializada y prácticamente inexistente en el nivel de Atención Primaria, y esto está repercutiendo claramente en la calidad y cantidad de atención que se está ofreciendo a todos los niveles.
Los resultados más recientes de la investigación sobre antidepresivos de última generación, instan a las autoridades competentes a tomar las medidas oportunas, ya que resultaparadójico que, dándose un porcentaje tan elevado de pacientes que acuden a Atención Primaria por problemas psicológicos (un 30% según los últimos datos ofrecidos por la propiaConselleria de Salut de la Generalitat de Catalunya), y cuya gravedad no obliga a que sean derivados a la red de servicios especializados de salud mental, no se cuente en Atención Primaria con psicólogos y psicólogas que ofrezcan una atención tan demandada en ese nivel.
Dado que las autoridades sanitarias de distintos países, al igual que la OMS, consideran que la intervención psicológica es apropiada para el abordaje de los trastornos como la depresión. Puesto que investigaciones como la de Kirsch revelan la ineficacia de los antidepresivos en la inmensa mayoría de los casos. Si, además, los pacientes están exigiendo este tipo de intervenciones en los dispositivos de Atención Primaria, y saturando las consultas médicas con demandas de tipo psicológico… ¿Qué es lo que está frenando que se tomen medidas a este respecto? Ésta es una reflexión que todos y cada uno de los profesionales sanitarios debemos empezar a realizar tanto en el ámbito privado como público.
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