quinta-feira, 2 de fevereiro de 2012

Puntuaciones sobre la entrada (y la salida)

por Beatriz Udenio [*]



En "Clínica de los desencadenamientos" (II)
En la segunda entrega del "Coloquio de Clausura del Instituto Clínico de Buenos Aires: Clínica de los desencadenamientos", publicamos la presentación de Beatriz Udenio, en un texto adaptado para la Web del Instituto Clínico de Buenos Aires.
El escrito, apoyado en la puntuación de textos de Jacques-Alain Miller, toma como eje "el inicio de un análisis", es decir, "desencadenamiento" asociado a los "comienzos de análisis". Más adelante, este desencadenamiento será vinculado y distinguido del de las psicosis, a partir del significante "en su poder desencadenante".
Un eje de lectura lo brinda la "transferencia", la cual es abordada tanto en su vertiente epistémica como en su vertiente libidinal.
Hacia el final, se problematiza el tema del "desencadenamiento de la salida del análisis", implícitamente diferenciado del fin de análisis y dónde el deseo del analista cobra un valor fundamental.
Claudio Spivak
(A partir de los textos de J.-A. Miller "Come iniziano le analisi" y "Sobre el Desencadenamiento de la Salida de Análisis")
Puntuaciones sobre la entrada (y la salida)
Uno de los temas más insistentes en las presentaciones de Casuística ha sido el de los inicios de un análisis. De modo tal que la pregunta sostenida por Miller en su texto Come iniziano le analizi (Miller, J-A., 1995), publicado en la revista de la Escuela de la Causa freudiana número 29, es un buen reparo para nuestra indagación.
Cómo se inician los análisis implica una doble interrogación: sobre las condiciones para la sanción de ese inicio, y acerca de que aquello que se inicia sea un análisis. Se trata, entonces, de una condición por la que hay que pasar para que esa práctica que se inicia con cada caso sea la práctica de un análisis.
Sin embargo, si bien se trata de una condición, soporta también la pluralización: los análisis. En efecto, indica de entrada que varios son los aspectos que pueden tomarse en cuenta para hablar de la entrada a este dispositivo, el analítico. Hay algo variable, que corresponde al terreno del detalle, una variedad empírica, pero hay también un aspecto que se da siempre de la misma manera, que ‘regula’ la entrada –la transferencia. Es lo que Lacan se responde con ese ‘pequeño aparato significante’: el algoritmo de la transferencia. Miller quiere renovar la pregunta sobre los inicios a la luz de lo que sitúa como una práctica que ha cambiado desde los tiempos de Freud y también los de Lacan. Su perspectiva se dirigirá a sacar a luz una problemática del fin de la cura ligada a los alargamientos de las curas, aquella que hace del análisis un modo de gozar del inconsciente, debido a la juntura entre lectura y libido, ligada al analista soportando la transferencia respecto del objeto nada.
Pero nuestra perspectiva de hoy tomará la entrada.
Miller divide su texto en tres puntos: 1) Lectura, 2) Libido y Lectura y 3) Libido. Podríamos decir que hace con esta partición un recorrido que va de Freud a Lacan, hasta llegar a la práctica de nuestros días.
Lectura: lo que legitima un análisis es un tipo de síntomas en los que nosotros creemos y el paciente también, un síntoma cuya causa está presente en él aunque le sea desconocida y que al ser enunciada explícitamente, pierde su poder, con el consiguiente levantamiento del síntoma. Estamos en el terreno de la creencia en el inconsciente y la suposición de la represión.
Es una concepción totalmente diferente de la del síntoma médico, basado en un enunciado ‘escrito’ en el sujeto y que es preciso descifrar, leer.
Esta concepción implica dos condiciones que es preciso constatar y poner a punto en las entrevistas preliminares: a) que se trata de un síntoma analítico; b) que se haya constituido un sujeto, capaz de producir lecturas del inconsciente, es decir capaz de cumplir con la regla fundamental de la asociación libre, proporcionar texto a ser leído, interpretado de distintas maneras. En cierto sentido, habría un modo de decir analizante, donde se recompone, a partir de estas lecturas, el enunciado indecible.
La lectura queda, entonces, conectada al texto inconsciente.
Podemos, entonces, mantenernos atentos a estas perspectivas cuando escuchemos los casos que se presentarán a discusión.
Libido: Miller nos recuerda que Freud descubrió la libido en un segundo momento, cuando se dedicaba a esa lectura del inconsciente, asistida por el analista, donde el que interpreta no le es indiferente al sujeto: le interesa en términos de libido. Para Freud, la transferencia consiste en una metonimia libidinal imaginaria, el analista ‘entra en la familia’, y el paciente le confiere la autoridad del Otro primordial, le da crédito, cree en su palabra.
En este punto, los análisis comenzarían por esta espera del analista para estar en posición de amo para interpretar, lo cual implica la regresión, entendida como posición infantil del paciente y un fenómeno de repetición, donde el analista es el lugarteniente del objeto perdido. Es allí donde para Freud queda enlazada la transferencia con la repetición. El concepto de objeto a será el que utilizará Lacan para retomar esta cuestión, de donde el analista atrae libido, amor, deseo, pulsión.
Podemos también estar atentos a este aspecto, introducido por Freud, pero retomado por Lacan desde una perspectiva diferente.
Lectura y libido: en Freud, hay una discontinuidad entre el primero y el segundo punto, la separación de estas dos vertientes.
Con Lacan, esto se modifica. ¿Por qué? Pues él pasa a plantearse en un momento cuáles son los resortes simbólicos –no solo imaginarios- de la transferencia. Ubica dos: a) el analista como Otro de la demanda, recuperando así lo que implica la transferencia-repetición, soportando el analista figuras históricas de la demanda; b) un resorte más poderoso y radical: el Sujeto supuesto Saber, fundamental como ‘elección teórica’ para obtener ciertos efectos de la práctica analítica: se trata de poner el acento sobre los modos de decir y no fundar el análisis en la repetición libidinal sino en la relación del sujeto a la palabra.
Es decir que –como subraya Miller- lo que Lacan realiza es un desplazamiento, una traslación de la transferencia a un lugar impensable anteriormente: allí donde el significante se separa de la significación.
Entonces, ¿cómo se inician los análisis?: por el significante de la transferencia, que es un significante distinguido, singular, que representa el más implacable What is it suppose to mean? -¿Qué significa esto?
Es en este punto donde vamos a detenernos especialmente ahora: digamos que el sujeto supuesto saber en términos de demanda supone que la demanda inicial es de significación, de allí la pregunta: ¿Qué significa esto? Pero el efecto de significado no se produce sino después de un cierto tiempo y depende del término al que le damos un valor organizativo, del que hacemos punto de capitón, o significante amo.
Tenemos entonces en primer lugar el advenimiento de ese significante que empuja, incita a buscar el complemento en un analista: ese es el significante de la transferencia. La función de un analista es simplemente la de ser otro significante, que no es el, singular, sino uno entre otros, cualquiera.
De esta articulación surge una significación que es significación de inconsciente, que envía a lo reprimido que no es más que un texto escrito supuesto. ¿Qué quiere decir todo esto? Que la torsión de Lacan fue formular que la transferencia es la interpretación, en tanto es la que da una significación de inconsciente a tal significante.
Cuando Miller articula que para ir al analista es preciso que alguien ya haya interpretado su propio síntoma dándole significación de inconsciente –No sé leer esto solo- acuña la idea de que en la experiencia vemos casos donde el comienzo del análisis es estrictamente asimilable a un verdadero desencadenamiento: "(…) los análisis comienzan como las psicosis, porque reencontramos el significante en su poder desencadenante, en el registro de lo que llamamos los fenómenos intuitivos" –como recordaba Leonardo Gorostiza en su presentación.
Propongamos una lectura de esto: la aparición de los fenómenos intuitivos se acompaña de la perplejidad. Ese es el mismo efecto del surgimiento del significante de la transferencia: estamos seguros de que el significante está allí pero no sabemos qué quiere decir, quiere decir algo pero no sabemos qué; hay un vacío enigmático en ese lugar.
¿Dónde está la diferencia con la Psicosis? ¿Dónde la diferencia entre el significante de la transferencia y el significante del delirio?
En principio, en el significante cualquiera, que es el que permite que surja la significación de inconsciente, o dicho de otro modo, que precipite un síntoma como analítico, suponiéndole una causa inconsciente. Como señalaba Miller en su texto C.S.T. (Miller, J-A., 1984): en ese momento de conmoción que provoca el surgimiento de ese significante enigmático (a veces con efectos fenoménicos de trastocamiento del mundo, que se conmueve, se desorganiza – un cuasi-pase, decía allí) la precipitación de un síntoma analítico apacigua al sujeto, y lo ubica en relación a la creencia en una causa inconsciente. Y la indicación precisa de Miller es que no hay que obstaculizar la estructura interpretativa de la transferencia.
De este modo, el surgimiento del significante cualquiera en la neurosis da lugar a la posibilidad de una metonimia transferencial, en tanto que en la psicosis –según Miller- lo que se trataría de obtener en ese lugar del significante cualquiera es una metáfora delirante, capaz de efectuar para el sujeto una significación atemperada.
Podríamos entonces acompañar nuestro trabajo de hoy también con estas indicaciones diferenciales en juego, para estar atentos a su verificación.
El texto de Miller termina con una indicación que no trataremos hoy: se trata de un problema, el hecho de que el análisis provee al sujeto un nuevo modo de gozar de su inconsciente, y eso nos preocupa como problema a resolver: cómo se renuncia al goce del análisis mismo. En todo caso, será motivo de otro trabajo.
Ahora, veamos solo unas breves indicaciones sobre el tema del desencadenamiento de las salidas de análisis.
Su texto del "Desencadenamiento de la salida de análisis(Miller, J-A., 1993) sitúa coordenadas similares y precisas a las recién indicadas: la llamada hecha en vano a lo simbólico para simbolizar subjetivamente un elemento no simetrizable. Podemos utilizar este punto para hablar de dos tipos de salidas, entre otras, a las que allí se refiere: la de Dora, que podríamos incluso considerar como una interrupción anunciada y la de la Joven homosexual.
Para la primera, Miller subraya que Freud no supo decirle a Dora que ella podía faltarle, que yéndose, cavaba una falta en el Otro. Freud no puso en juego algo de su persona, su deseo de analista, y se quedó en una posición de intermediario del padre. Entonces: si el llamado a la falta en el Otro se eclipsa, se precipita la salida.
Para la Joven homosexual, solo nos recuerda que Lacan esclareció la posición de Freud en ese caso. En efecto, Lacan demuestra también allí el punto en el que Freud se equivocó: no pudo ver una transferencia verdadera en el deseo de engañar; allí donde debía haber tomado los sueños de la joven para mostrar el discurso mentiroso del inconsciente mismo, lo tomó como algo producido en su contra, dirigido a él, Freud, y la joven interrumpe su análisis inmediatamente. Freud no supo alojar ese deseo que era la contracara de la decepción sufrida por la joven respecto del padre.
Conclusiones
La importancia de la cuestión del deseo, de prestarse a ese deseo, a ir más allá de la curación por el saber implica, que a la entrada, la entrada por la suposición de saber a un sujeto, no engañe al analista mismo: que es preciso articular allí el objeto, ese que no está en el algoritmo de la transferencia pero sí en el discurso analítico; ese objeto que el analista es, antes que nada, la envoltura de la nada de esa significación del inconsciente. Esa nada es la no-relación sexual puesta en escena.
Así, para terminar esta puntuación, podríamos escribir Lectura y Libido con el algoritmo de la transferencia y el matema del discurso analítico; que involucran, finalmente, las dos vertientes de la transferencia: su vertiente epistémica y su vertiente libidinal.

Notas
*Médica. Especialista en Psiquiatría infanto-juvenil. Analista Miembro de la Escuela de la orientación lacaniana (AME de la EOL) Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).
Fuente: http://www.icdeba.org.ar/clinica-de-los-desencadenamientos-ii/
Bibliografía
  • Miller, J-A (1984) "C.S.T.", en Clínica Bajo Transferencia. Ocho estudios de la clínica lacaniana. Manantial, Buenos Aires, 1985.
  • Miller, J-A. (1993) "Sobre el desencadenamiento de la salida de análisis", en Uno por Uno Nº 35, Eolia, Barcelona, 1993.
  • Miller, J-A. (1995) "Come iniziano le analizi", en La cause freudienne, Nº 29. París. Francia.




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