La conquista contemporánea de la opinión depende cada vez más de la coherencia de la historia que viene a representar una tesis publicada a través de los diferentes medios y la enumeración de hechos que se seleccionan para sostenerla.
La campaña de prensa preparada por profesionales para sostener la tesis de un conjunto de asociaciones de padres de autistas cuenta una historia que caricaturiza al psicoanálisis, para proponer únicamente las terapias de conducta como solución adaptada al autismo en su conjunto y para toda la extensión de su espectro. El epicentro de la historia es Francia o, mejor dicho, Francia y Bélgica, pero esta historia debe ser pensada globalmente.
Resumamos. Por procedimientos que consisten en engañar a la buena fe, un así llamado “documental” reduce la diversidad de posiciones de los psicoanalistas interrogados a una tesis ridícula: la causa del autismo es culpa de los padres, especialmente de la madre. La reducción al lecho de Procusto se establece mediante amalgamas y distorsiones. Una vez la tesis establecida, el honor de los padres así incriminados y “culpabilizados”, no puede limpiarse más que con una denuncia más feroz de tal enfoque. Con este objetivo todo podrá ser retenido y desnaturalizado para sostener la causa.
La operación está arropada mediante el recurso a la ciencia que afirmaría poder explicar el conjunto de los fenómenos mediante una estricta consideración biológica, sin tener en cuenta la relación que sustenta el sujeto con el mundo, hasta tal punto la apariencia de ciertos autistas permitiría pensar en este corte. El drama de salud pública planteado por estos sujetos coloca sin embargo en primer plano la acogida de estos síntomas en un discurso. Incluso si se explica el sorprendente crecimiento del número de casos mediante artefactos estadísticos, hay que explicar por qué la mirada clínica desvela mejor estos síntomas. Además, es el único “trastorno” psíquico en el que la metáfora de la reducción del trastorno a un “desequilibrio químico” como en la depresión, por ejemplo, es rechazada.
Las crisis de agitación, de angustia, de repliegue pueden ser estimuladas o atemperadas mediante medicaciones apropiadas pero nadie afirma tocar a la causa. De ahí las esperanzas puestas en la causa genética. Por el momento, no se propone ninguna medicación específica. ¿Qué hacer?
Algunos pioneros, inspirados por el psicoanálisis, propusieron desde los años sesenta, en diversas instituciones, un enfoque que mezclaba métodos relacionales, juegos, actividades y aprendizaje. Las instituciones y sus mix terapéuticos se dirigían a todo tipo de patologías. En 1987, Ivar Lovaas, en un artículo rotundo, propone centrarse en un método de repetición intensiva de conductas simples y reservarlo a los autistas. Este método estará fuertemente estructurado mediante el enfoque recompensa – castigo. Lo llamó Análisis del comportamiento aplicado. En inglés, Applied Behavior Analysis, (ABA). Sin referencia a la cognición. Este método encontró en los Estados Unidos un éxito conforme al prestigio reconocido del enfoque conductual en esa zona cultural. Sin embargo, no han faltado las objeciones, y no únicamente por parte de los psicoanalistas, contra la extensión de los métodos conductuales y su reduccionismo asumido a la extensión del “espectro de los trastornos autísticos”. Las objeciones han sido éticas, técnicas y económicas.
La ficción en la que se inscribe el panfleto “El muro” sostiene que las múltiples preguntas que se plantean en el tratamiento del autismo se reducen, por un lado, a un enfrentamiento entre psicoanálisis y terapias conductuales y, por otro lado, entre Francia, país del pasado, epónimo de la “vieja Europa” y los Estados Unidos, país del futuro. En Francia, el psicoanálisis plantearía aún obstáculos a la ciencia y en los Estados Unidos, las terapias cognitivo-conductuales, estarían enteramente reconocidas como el tratamiento de referencia. Es una ficción bifocal, pero falsa para cada uno de estos focos.
En Francia, el tratamiento de los sujetos autistas, inspirados por el psicoanálisis, tienen en cuenta los avances de la ciencia, utilizan los medicamentos adecuados, recomiendan la inscripción de los niños en las instituciones que mejor les convienen, en una escuela donde se puedan adaptar los aprendizajes, en función de lo que está disponible. Están de acuerdo en la necesidad de una continuidad en la interpelación de estos sujetos. “Hay algo que decirles”, sin que haya que hablar de “intensidad”. Hacen hincapié en un enfoque relacional, a partir de señales de interés manifestadas por el niño. No una estimulación – repetición para todos, sino una solicitación a la medida, un enfoque bottom-up, y no top-down. Las instituciones en las que tal enfoque es posible son demasiado poco numerosas en Francia. Esta rareza no va en el sentido del llamado “dominio ideológico” reprochado al psicoanálisis. Por ello, numerosos niños franceses son enviados a Bélgica en donde tales instituciones pueden acogerlos. Las autoridades de tutela consideran que obtienen resultados que les colocan entre las filas de las mejores en esta disciplina. Son financiadas por el equivalente de la seguridad social.
En los Estados Unidos, los tratamientos conductuales se encuentran con objeciones y con limitaciones: éticas, económicas y legales. La objeción ética se centra en el número e intensidad de los castigos que deben ser ejercidos para forzar el aislamiento del sujeto. ¿Cuál es el precio justo del injerto de una conducta repetitiva sobre un sujeto muy replegado en si mismo? Algunos practicantes del método ABA han podido materializar quejas por “comportamientos no éticos” hacia los niños. También ¿hasta donde se puede transformar a los padres en educadores intensivos de sus hijos? Algunos lo han hecho hasta el agotamiento, provocando una especie de burn-out parental.
En Canadá, país especialmente sensible a la protección de las comunidades, la objeción ha llegado hasta considerar la imposición de estos comportamientos como un ataque a los derechos del sujeto autista como tal. Hacía falta partir del autismo para concebir unos aprendizajes apropiados y no imponer el aprendizaje repetitivo simple. Entre las dos posiciones radicales, los Estados Unidos y Canadá presentan toda una serie de enfoques mixtos que desean alejarse de técnicas rígidas, asimilables a un adiestramiento, para solicitar las particularidades del niño en el ámbito del “espectro” de los autismos. En los Estados Unidos, las técnicas ABA son más bien consideradas como el pasado.
La objeción es también económica. Mientras los resultados del aprendizaje intensivo se mantienen mal, más allá del marco estricto en el que son administrados, el método supone un educador individual a tiempo completo. Un tratamiento estándar se ha valorado en 60.000 USD por año. Las asociaciones de padres conquistadas por estos métodos han intentado que los estados, que en los Estados Unidos son responsables de los gastos de salud, les rembolsen los gastos. Es así como California, solicitada en este sentido, ha rechazado el rembolso, de la misma forma que Ontario en Canadá.
La ficción del “Muro” y sus simplificaciones polémicas hacen olvidar la pluralidad de los puntos de vista que produce la complejidad del autismo. Se encuentra esta pluralidad en los comentarios que el panfleto ha provocado. El mismo día, el diario “Le Monde” y su suplemento se encontraban en dos frecuencias muy diferentes, sin hablar de otros diarios. La realizadora del “Muro” evocaba la simpatía de los periodistas hacia ella que se presentaba como una de ellos, injustamente víctima de una censura. Se presentaba también como documentalista, aunque sea una vocación tardía, e incluso como una estudiante de psicoanálisis decepcionada. Estaba en todos los sitios.
En el “suplemento de Le Monde” una periodista que hasta entonces no se había preocupado de la salud mental fue seducida por la tesis del panfleto. Nada del psicoanálisis es, a sus ojos, defendible e, incluso cuando un entrevistado en la película le dice exactamente las tesis que ella defiende, lo encuentra de una “altivez arrogante”. Por el contrario, en el diario, Catherine Vincent, más aguerrida, hace referencia a la pluralidad de los enfoques, a la “llamada de los 39” y defiende un eclecticismo necesario. En el “Herald Tribune” un artículo retoma el storytelling Francia –USA y se inscribe en la ficción propuesta. Mientras tanto, el capítulo americano de la historia se precisaba y la realizadora anunciaba su presencia en Filadelfia en el congreso ABA del día 26, donde deseaba presentar su película, después de pasar por Nueva York. Dudamos que su método pueda convencer más allá de los adeptos del “French bashing”. En Estados Unidos, la diversidad de opiniones está demasiado inculcada. El juicio emitido ayer (2) constata las malas artes utilizadas por los partidarios de una causa que les parecía buena y que justificaba por lo tanto todos los medios. La invocación a Michael Moore por el abogado de la realizadora y de la productora, durante su declaración de apelación, solo remite a la ficción Francia-USA. Para el primer ensayo documental de nuestra polemista, el traje es tal vez un poco pesado de llevar.
(1) Artículo publicado en Lacan Quotidien 142 , www.lacanquotidien.fr, y traducido por Carmen Cuñat y Julio González (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del C. F.)
(2) Ver la noticia emitida por Agence France Presse el 26 de enero de 2012 en la que se comunica que la película sobre el Autismo, El Muro, que quiere probar “lo absurdo” del abordaje de esta enfermedad por el psicoanálisis y elogia, a su vez, los llamados métodos conductuales, ha sido prohibida después de la demanda judicial puesta por algunos de los psicoanalistas interrogados en ese documental. El tribunal de Lille (Francia) constató que “los extractos de esas entrevistas” a psicoanalistas bien reconocidos, dañan su imagen y su reputación y que el sentido de sus aportaciones fue voluntaria e insidiosamente deformado.
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