quinta-feira, 2 de fevereiro de 2012

El arte del diagnóstico

por Laura Arcinegas [*]



Este título, que es en realidad un planteamiento que hace J-A Miller en un texto llamado "El ruiseñor de Lacan" (Conferencia inaugural del ICBA en 1998) me pareció sugerente para la idea que deseo transmitir en relación a la particularidad de la clínica psicoanalítica en contraste con el contexto de la clínica actual en el mundo. Me serviré entonces de dicho texto así como de un escrito del Colegio Epistemológico y experimental del Icba aparecido en la revista Ornicar Digital # 253 del 2004. Ambos suscitaron interrogantes, y reflexiones que deseo intentar transmitir dejando abiertas muchas cosas que serán motivo de abordaje en nuestras cursadas y en el Seminario Clínico. Dije que la clínica psicoanalítica estaría en contraste respecto a otras clínicas y uno de los puntos de diferencia estaría justamente en esto que llamamos diagnóstico.
En el Diccionario de la Real Academia de la lengua Española, el termino que viene del griego aparece como perteneciente o relativo a la "diagnosis", y se define como el arte o acto de conocer la naturaleza de una enfermedad mediante la observación de sus síntomas y signos. La diagnosis que viene del griego (conocimiento) es la acción y efecto de diagnosticar. Significa distinción, discernimiento, medio de distinguir o discernir, conocimiento en juicio, juicio, decisión, fallo. Es decir, que en su etimología el diagnóstico es juicio.
Podemos decir entonces que el juicio, es un acto humano, y si lo ponemos en el contexto de la clínica tal y como se plantea, diagnosticar, implica un acto del clínico.
Esta definición, contrasta hoy día con las formas cada vez más patentes que, por decirlo de alguna manera, dejan de lado el acto del clínico, su arte, para seguir la definición que he traído y lo que constatamos son formas más generalizables que bien podría llegar a realizar una máquina, un instrumento que permita verificar ciertos items a partir de los cual sale un resultado: un diagnóstico, un nombre.
Podemos entonces por lo menos vislumbrar dos lógicas aquí: una con una pretensión de ímpetu clasificatorio, válido para todos, que excluye cada vez más el acto del clínico y su arte, y otra que sustrayéndose al discurso universal, pretende rescatar aquello que llamamos el juicio, el acto, el arte y por ende involucra al clínico y su formación.
La primera forma busca "establecer una nosología única que registrará los avances del conocimiento en ese campo gracias a una actualización periódica. Se trata de lograr constantes a partir de convertir en paradigma la repetición de las variables". Se adoptan modelos sindrómicos que se desentienden de la etiopatología es decir, que dejan de lado la pregunta por la causa. O lo que es más se reduce, aunque no se sepa a algo biológico o químico. Sus definiciones parten de hechos observables y sus conclusiones se limitan a enunciar (si tiene o no algún trastorno) sin dejar lugar a la construcción de supuestos o hipótesis alguna. Por esta vía se clasifica el compromiso neuronal o bioquímico de diferentes estructuras neuronales que quedan listas a la acción del fármaco.
Acá se elimina la subjetividad del clínico, puesto que la del paciente no tiene lugar. Atendiendo a las normas, el clínico encerrado en la clasificación se excluye de su acto propio, el que dejamos enunciado al principio.
Ante este anhelo de un diagnóstico automático que refiere cada caso a una regla, el psicoanálisis viene a plantear otra cosa. La clínica psicoanalítica privilegia lo particular sobre lo universal. "Si privilegiamos el caso particular, el detalle, lo no generalizable, es en la medida en que ya no creemos en las clases –no me refiero a las clases sociales, sino a las de los sistemas de clasificación." (Pág 250)
Hoy nos dice Miller, sabemos que nuestras clases, nuestros sistemas de clasificación son mortales, que las clases que utilizamos son históricas; que tienen algo relativo, artificial, artificioso, en otras palabras que son semblantes. Las clases sólo se presentan hoy fundamentadas en la verdad, que varía. La verdad no es otra cosa que un efecto, que siempre es de un lugar, un tiempo y un proyecto particular. Podemos decir que, es inherente a toda práctica del diagnóstico que el individuo se vuelva un ejemplar, que se lo transforme en un ejemplar de una clase. Cada categoría tiene una historia, es el resultado de un proceso anterior, histórico, que no se reducen a un componente teorético sino que refieren a una práctica efectiva.
Cada diagnóstico se refiere a una clase y nuestras clases diagnósticas tienen un pasado impresionante que se puede seguir a través de los siglos. Nuestras clases no son especies naturales. Sabemos del artificio de nuestras categorías, que tienen como fundamento la práctica lingüística de los que tienen que ver con lo que se trata: "las clases tienen como fundamento la conversación de los practicantes. Por eso hacemos conferencias, con preguntas y respuestas, jornadas de trabajo, coloquios, etc." En otras palabras sabemos del carácter artificial y convencional de las categorías ya asentadas.". Ello no nos exime de estudiarlas, ubicarlas, entenderlas, desarrollarlas.
El problema es que "Ahora, es una devastación: todos nuestros aparatos se reducen al semblante. Hay un artificialismo absoluto y un pragmatismo constante. ¿Cuáles son las consecuencias de este nominalismo?, ¿de ese pragmatismo?, ¿de ese artificialismo?, ¿de esa reducción de las clases a semblantes, del cual no escapamos? No vamos a inventar una salida porque esto es la cultura, el malestar en la cultura actual." Miller ubica en relación a esto una interesante y fundamental consecuencia: "El individuo se encuentra apartado de la maestría de este juego de clases artificiosas, precisamente porque existe este artificialismo de las clases". ..El juego artificial, nominalista, pragmático, continúa, es irresistible. Se trata de un gran movimiento histórico que proseguirá. El resultado es que el individuo está disyunto de ese juego y juega su partida, hace sus cosas al lado de este caos artificioso.
Finalmente plantea "lo universal de la clase, de cualquier clase, nunca está completamente presente en un individuo. Como individuo real puede ser ejemplo de una clase, pero es siempre un ejemplo con una laguna. Este déficit de toda clase universal en un individuo es el rasgo que hace que justamente este sea sujeto. En tanto que nunca es ejemplar perfecto.
Hay sujeto cada vez que el individuo se aparta de la especie, del género, de lo general, lo universal. Es algo que hay que recordar en la clínica cuando utilizamos nuestras categorías y clases. – no para descartarlas, sino para poder manejarlas sabiendo de su carácter pragmático, artificial. Se trata de no aplastar al sujeto con las clases que utilizamos". (pág. 255)
En esta línea se puede plantear que llamamos sujeto al efecto que desplaza sin parar el individuo, que aparta el individuo de la especie que aparta lo particular de lo universal y, el caso de la regla. "En nuestra práctica, tal como tratamos de elaborarla y transmitirla en nuestros aparatos de enseñanza, apuntamos al punto sujeto del individuo y, haciendo eso nos apartamos tanto de la dimensión de la naturaleza como de la ciencia. Introducimos la contingencia y, con ella un mundo que no es ni un cosmos ni un universo, que no constituye un todo y que está sujeto a lo que se va a producir, al evento." (p 258).
Se plantea así el diagnóstico como un arte, exactamente como un arte de juzgar un caso sin regla y sin clase preestablecida, lo que se distingue por completo de un diagnóstico automático que refiere cada individuo a una clase patológica. Estamos al borde de tener una máquina para ello y esto suturaría el momento lógicamente necesario del juicio (sentido kantiano).
Para ello es necesario ubicar una hiancia entre teoría y práctica donde se abreva el juicio. Miller considera la crítica del juicio de Kant, como insuperable, y ello por cuanto capta la hiancia entre teoría y práctica y la necesidad de intermediación a partir del juicio. Entre lo universal y el caso particular es siempre necesario insertar el acto de juzgar, el cual no es univesalizable. "Juzgar, es decir utilizar categorías universales en un caso particular, no es aplicar una regla sino decidir si la regla se aplica, y esta decisión, este acto, no es automatizable". (p 259).
Las entrevistas preliminares, conservan por ejemplo, un valor fundamental para la diferenciación diagnóstica y requiere de un tiempo en el que se hace la experiencia necesaria para que advenga el juicio. Este juicio concierne al aparato psíquico del síntoma que permite localizar lo que llamamos el goce, es decir, una cierta satisfacción en el displacer, así como al consentimiento del sujeto a la entrada misma al dispositivo. Vamos pues en contraposición de la expropiación de la experiencia propia del sujeto en relación a su propio padecer.
En esta política vislumbramos por lo menos dos formas: una que se plantea como comunitaria del síntoma y que propone agrupamientos monosintomáticos como lugares de identificación, y la política de la orientación lacaniana que va en un sentido diferente y contrario a la identificación. Esta perspectiva toma al sujeto que se sustrae al discurso universal rescatando lo particular y toma al síntoma no como un trastorno o disfunción sino como un modo de gozar que lo hace único e intransferible. Esta orientación no cobija el ideal del "para todo" porque el sujeto del psicoanálisis es un... "inclasificable".
" No es lo mismo que el malestar sea sofocado por los nombres de trastorno que se producen, se multiplican y se diagnostican sin implicar al sujeto, que el llamado hecho al sujeto del malestar para que sea posible que lo simbólico, por medio de la palabra, toque lo real y pueda cernir su nombre de goce, como lo más singular..." (pag. 8)
La creencia en el síntoma, en tanto este puede hablar nos orienta en esta perspectiva.
El diagnóstico propio del psicoanálisis que apunta a la singularidad, conforma una epistemología clasificatoria compleja en la cual no se prescinde de la clase, pero se llega a ella desde la diferencia.
 
Notas
*Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL-Bogotá).NEL Medellín.
Referencias
  • Miller Jacques Alain, " El Ruiseñor de Lacan", Conferencia Inaugural ICBA 1998, Buenos Aires, Argentina.
  • Colegio Epistemológico y Experimental del ICBA , en Ornical Digital No. 253 de 2004.

Nenhum comentário:

Postar um comentário

Observação: somente um membro deste blog pode postar um comentário.