quinta-feira, 30 de maio de 2013
Y…¿entonces? Francisco Hugo Freda
En psicoanálisis lo que importa son las consecuencias, nunca las
intenciones. Yo sé de lo que hablo, por haber dicho, en mi pase, que
éste se define por un encuentro con un poco de real. Es a modo de
introducción que evoco el pase, dado que seguramente los psicoanalistas
nos encontramos en un momento de pasaje.
Los Seminarios 1 y 2 de Lacan se refieren explícitamente a la técnica psicoanalítica y a sus consecuencias. Hecho único en Lacan y, a pesar de las variaciones, en los dos la palabra técnica figura en el título del seminario. Dicho hecho es mayor, dado que fue él mismo quien soportó las consecuencias de un cambio en el orden técnico que él impuso al psicoanálisis. En el Seminario 2 indica claramente que los términos teoría y técnica son inseparables, poniendo el acento en que las modificaciones teóricas redefinen la técnica y al mismo tiempo la definición del psicoanalista. Lacan redefinió constantemente al psicoanalista, y no es un hecho menor, dado que fue la promoción del "psicoanalista", como agente de la operación analítica, el invento mayor de Freud.
Hay un contraste entre las múltiples definiciones del psicoanalista -entre otros conceptos- y la constante definición del imaginario en Lacan. Él no dejó de releer el conjunto de sus proposiciones, sin embargo la noción de imaginario no ha sido casi modificada desde su inicio hasta el final de su obra. No obstante eso, hay ciertas referencias, citas, proposiciones, en el Seminario 23, que indican la necesidad que veía Lacan de redefinir el registro de lo imaginario. ¿Por qué nos interesa hoy en día poner en evidencia este hecho?, porque concierne directamente a lo que nos preocupa en ENAPOL, y mucho más allá, dada su incidencia directa en el destino del psicoanálisis y la formación del psicoanalista.
Si el imaginario encuentra su "puesta en escena" en el estadio del espejo, debemos considerar que no es allí donde encuentra su esencia. La esencia de lo imaginario, es decir, no su forma de presentación sobre el eje a-a´ del esquema L, sino -como lo indica Lacan en la primara clase de su Seminario 23-, por la homogeneidad de éste con lo real. Dicha homogeneidad con lo real merece una cierta atención, si consideramos al cuerpo no sólo como superficie sino también como receptáculo de goce. Cuando Narciso se mira goza, lo cual no impide que lo único que pudo pintar Caravaggio es el reflejo de la superficie del cuerpo de Narciso.
La homogeneidad entre imaginario y real hace del cuerpo una consistencia, una consistencia de hierro, y mucho más sólida aún si nuestro mundo se ocupa de adularlo, de curarlo, y de imaginarlo vivo indefinidamente. Ya no se trata del cuerpo marcado por el significante, sino del cuerpo definido por el goce que lo soporta.
Las consecuencias de dicho movimiento no son banales en lo que se refiere directamente a la "praxis" del psicoanálisis. En el Seminario 11, la praxis es definida por la acción de lo simbólico sobre lo real, donde lo imaginario ocupa un lugar secundario. No podemos mantener dicha proposición hoy en día sin ciertas modificaciones. No olvido que el real del Seminario 11 no es el mismo que el del 23; sin embargo, mantengo la necesidad de una cierta continuidad conceptual. Tal vez se trate, a partir del Seminario 23, del tratamiento de lo real a partir de lo imaginario, donde lo simbólico opera como necesario.
La idea explícita de la praxis del Seminario 11 debería completarse entonces con la idea de Lacan propuesta el 16 de marzo de 1976 donde propone "un nuevo imaginario instaurando el sentido". Que el imaginario instaure el sentido, hago la hipótesis que quiere decir: el inconsciente como producto de lo real; es decir, como una creación de la cual el analista no es otra cosa que el que lo hace posible, en tanto es el que mantiene ligados los tres registros de la tópica lacaniana: real, simbólico, imaginario. Trazo, de una manera diferente, lo que ya he escrito hace ya muchos años, que "el inconsciente es una nueva forma del síntoma".
El cuerpo goza, y es por esta condición que el inconsciente puede ex-sistir, lo cual supone, evidentemente, una cierta distancia con respecto al goce mismo. Que el cuerpo goza y tiende a hacer relación sexual, es un hecho de experiencia, los toxicómanos me han enseñado eso. No hay ahí ninguna novedad; la novedad está dada en la tensión entre goce y sexualidad, lo que ya no es lo mismo, dado que, y pesar de los progresos de la ciencia, el sexo se define por el encuentro con el otro sexo, que sea hétero u homo no cambia el problema.
He aquí un cierto programa para el psicoanálisis del siglo XXI cuyas consecuencias se van a distribuir en tres órdenes:
Clínico: "los sujetos sin sexo", nuevo grupo que pulula en las redes sociales; "la perversión", ¿estructura clínica o producto del mercado?; "la sexualidad femenina", todavía enigmática.
Político: "la feminización" y el imperio de "la religión".
Epistémico: redefinir la "praxis analítica" a partir de una redefinición del imaginario y la necesaria conceptualización del "pase" como el pasaje de un goce sin nombre al inconsciente.
Buenos Aires, 2 de abril de 2013 a las 11,30 hs.
http://virtualia.eol.org.ar/026/template.asp?Hacia-el-VI-Enapol/Y-entonces.html
Los Seminarios 1 y 2 de Lacan se refieren explícitamente a la técnica psicoanalítica y a sus consecuencias. Hecho único en Lacan y, a pesar de las variaciones, en los dos la palabra técnica figura en el título del seminario. Dicho hecho es mayor, dado que fue él mismo quien soportó las consecuencias de un cambio en el orden técnico que él impuso al psicoanálisis. En el Seminario 2 indica claramente que los términos teoría y técnica son inseparables, poniendo el acento en que las modificaciones teóricas redefinen la técnica y al mismo tiempo la definición del psicoanalista. Lacan redefinió constantemente al psicoanalista, y no es un hecho menor, dado que fue la promoción del "psicoanalista", como agente de la operación analítica, el invento mayor de Freud.
Hay un contraste entre las múltiples definiciones del psicoanalista -entre otros conceptos- y la constante definición del imaginario en Lacan. Él no dejó de releer el conjunto de sus proposiciones, sin embargo la noción de imaginario no ha sido casi modificada desde su inicio hasta el final de su obra. No obstante eso, hay ciertas referencias, citas, proposiciones, en el Seminario 23, que indican la necesidad que veía Lacan de redefinir el registro de lo imaginario. ¿Por qué nos interesa hoy en día poner en evidencia este hecho?, porque concierne directamente a lo que nos preocupa en ENAPOL, y mucho más allá, dada su incidencia directa en el destino del psicoanálisis y la formación del psicoanalista.
Si el imaginario encuentra su "puesta en escena" en el estadio del espejo, debemos considerar que no es allí donde encuentra su esencia. La esencia de lo imaginario, es decir, no su forma de presentación sobre el eje a-a´ del esquema L, sino -como lo indica Lacan en la primara clase de su Seminario 23-, por la homogeneidad de éste con lo real. Dicha homogeneidad con lo real merece una cierta atención, si consideramos al cuerpo no sólo como superficie sino también como receptáculo de goce. Cuando Narciso se mira goza, lo cual no impide que lo único que pudo pintar Caravaggio es el reflejo de la superficie del cuerpo de Narciso.
La homogeneidad entre imaginario y real hace del cuerpo una consistencia, una consistencia de hierro, y mucho más sólida aún si nuestro mundo se ocupa de adularlo, de curarlo, y de imaginarlo vivo indefinidamente. Ya no se trata del cuerpo marcado por el significante, sino del cuerpo definido por el goce que lo soporta.
Las consecuencias de dicho movimiento no son banales en lo que se refiere directamente a la "praxis" del psicoanálisis. En el Seminario 11, la praxis es definida por la acción de lo simbólico sobre lo real, donde lo imaginario ocupa un lugar secundario. No podemos mantener dicha proposición hoy en día sin ciertas modificaciones. No olvido que el real del Seminario 11 no es el mismo que el del 23; sin embargo, mantengo la necesidad de una cierta continuidad conceptual. Tal vez se trate, a partir del Seminario 23, del tratamiento de lo real a partir de lo imaginario, donde lo simbólico opera como necesario.
La idea explícita de la praxis del Seminario 11 debería completarse entonces con la idea de Lacan propuesta el 16 de marzo de 1976 donde propone "un nuevo imaginario instaurando el sentido". Que el imaginario instaure el sentido, hago la hipótesis que quiere decir: el inconsciente como producto de lo real; es decir, como una creación de la cual el analista no es otra cosa que el que lo hace posible, en tanto es el que mantiene ligados los tres registros de la tópica lacaniana: real, simbólico, imaginario. Trazo, de una manera diferente, lo que ya he escrito hace ya muchos años, que "el inconsciente es una nueva forma del síntoma".
El cuerpo goza, y es por esta condición que el inconsciente puede ex-sistir, lo cual supone, evidentemente, una cierta distancia con respecto al goce mismo. Que el cuerpo goza y tiende a hacer relación sexual, es un hecho de experiencia, los toxicómanos me han enseñado eso. No hay ahí ninguna novedad; la novedad está dada en la tensión entre goce y sexualidad, lo que ya no es lo mismo, dado que, y pesar de los progresos de la ciencia, el sexo se define por el encuentro con el otro sexo, que sea hétero u homo no cambia el problema.
He aquí un cierto programa para el psicoanálisis del siglo XXI cuyas consecuencias se van a distribuir en tres órdenes:
Clínico: "los sujetos sin sexo", nuevo grupo que pulula en las redes sociales; "la perversión", ¿estructura clínica o producto del mercado?; "la sexualidad femenina", todavía enigmática.
Político: "la feminización" y el imperio de "la religión".
Epistémico: redefinir la "praxis analítica" a partir de una redefinición del imaginario y la necesaria conceptualización del "pase" como el pasaje de un goce sin nombre al inconsciente.
Buenos Aires, 2 de abril de 2013 a las 11,30 hs.
http://virtualia.eol.org.ar/026/template.asp?Hacia-el-VI-Enapol/Y-entonces.html
¡NO PODEMOS MÁS CON EL PADRE!
From: Lacan Cotidien 317
¡NO PODEMOS MÁS CON EL PADRE!
Jacques-Alain Miller lee Une semaine de vacances
Fragmentos, seleccionados y establecidos por Christiane Alberti, de la intervención de J.-A. Miller el sábado 20 de abril, durante las conversaciones, lecturas y proyecciones animadas por Christine Angot en el Teatro Sorano de Toulouse, del 18 al 21 de abril de 2013. El acontecimiento fue filmado y será retransmitido por La Règle du jeu.
Une semaine de vacances1 muestra que no podemos más con el padre. Lo leí como un apólogo de nuestros días, un apólogo de nuestro hartazgo del padre. Nos hace entender por qué tenemos que salir del reinado del padre. El padre, esa plaga, está fuera de uso, está obsoleto. El padre incestuoso es un personaje bien conocido en literatura, pero aquí se trata de otra cosa: es la novela del padre en tanto lo imposible de soportar. A ese título, él es real, un efecto de sentido paradojalmente real. “Ella” (pues en esta novela los protagonistas son designados sólo por los pronombres “él” y “ella”) gira alrededor de ese real, está completamente orientada hacia él. El girasol es un heliotropo, ella está mostrada como “paternotropa” hasta el eclipse del padre al final de la novela. Es la novela de lo que Lacan llamaba la père-version, la pendiente, el tropismo hacia el padre.
¿Cómo desembarazarse del padre? ¿Es posible deshacerse de él? Es la pregunta de Lacan, constante. Su punto de partida fue el Nombre-del-Padre, puesto en función, del Seminario 3 al Seminario 4, para dar cuenta de las psicosis, las neurosis y las perversiones, no de lo que sería lo normal. A partir del Seminario 6, es sensible que el concepto de deseo desplaza las líneas del Edipo. Ese seminario que data de medio siglo, El deseo y su interpretación,2 es contemporáneo de Une semaine de vacances.
Jacques-Alain Miller lee Une semaine de vacances
Fragmentos, seleccionados y establecidos por Christiane Alberti, de la intervención de J.-A. Miller el sábado 20 de abril, durante las conversaciones, lecturas y proyecciones animadas por Christine Angot en el Teatro Sorano de Toulouse, del 18 al 21 de abril de 2013. El acontecimiento fue filmado y será retransmitido por La Règle du jeu.
Une semaine de vacances1 muestra que no podemos más con el padre. Lo leí como un apólogo de nuestros días, un apólogo de nuestro hartazgo del padre. Nos hace entender por qué tenemos que salir del reinado del padre. El padre, esa plaga, está fuera de uso, está obsoleto. El padre incestuoso es un personaje bien conocido en literatura, pero aquí se trata de otra cosa: es la novela del padre en tanto lo imposible de soportar. A ese título, él es real, un efecto de sentido paradojalmente real. “Ella” (pues en esta novela los protagonistas son designados sólo por los pronombres “él” y “ella”) gira alrededor de ese real, está completamente orientada hacia él. El girasol es un heliotropo, ella está mostrada como “paternotropa” hasta el eclipse del padre al final de la novela. Es la novela de lo que Lacan llamaba la père-version, la pendiente, el tropismo hacia el padre.
¿Cómo desembarazarse del padre? ¿Es posible deshacerse de él? Es la pregunta de Lacan, constante. Su punto de partida fue el Nombre-del-Padre, puesto en función, del Seminario 3 al Seminario 4, para dar cuenta de las psicosis, las neurosis y las perversiones, no de lo que sería lo normal. A partir del Seminario 6, es sensible que el concepto de deseo desplaza las líneas del Edipo. Ese seminario que data de medio siglo, El deseo y su interpretación,2 es contemporáneo de Une semaine de vacances.
El deseo no tiene nada que ver con el
instinto, guía de vida infalible, que va directo al
fin, que conduce al sujeto hacia el objeto que necesita,
el que conviene a su vida y a
la supervivencia de la especie. Incluso si busca su partenaire en la realidad común, el
objeto del deseo se sitúa en el fantasma de cada uno.
El Seminario busca explicitar la
dimensión del fantasma: a ese nivel, hay entre el
sujeto y el objeto un “o bien – o
bien”. Al nivel de lo que se llamó el conocimiento, los
dos, sujeto y objeto, están
adaptados el uno al otro, hay coaptación, coincidencia,
incluso fusión intuitiva de los
dos. En cambio, en el fantasma, no hay acuerdo, sino un
desfallecimiento específico
del sujeto ante el objeto de su fascinación, un cierto
quedarse sin aliento. Lacan habla
del fading del sujeto, del momento en el que no
puede nombrarse. Está representado
en la novela por el hecho de que las personas no son
nombradas, quedan anónimas, y
la cualidad de padre y la de hija sólo son expresadas
de la manera más fugaz. Hay
solamente la famosa “diferencia de los sexos”.
Hay en el Seminario una frase que dice: “El pudor es la forma regia de lo que se acuña en los síntomas de vergüenza y de asco”. Entendemos que el pudor es la barrera que nos detiene cuando estamos en el camino de lo real. Une semaine de vacances va más allá de la barrera del pudor, y avanzamos hacia la zona donde es habitualmente el síntoma el que opera, por la vergüenza y por el asco.
Ahí, encontramos un padre, el “él” de la novela, que odia el deseo: lo que lo ocupa, es el goce. Lo medimos por lo que provoca su eclipse al final: “Ella” le cuenta un sueño, o sea un mensaje de deseo a descifrar, y en seguida el humor de “él” cambia: está indignado, contrariado, furioso, se calla, se enfada. El deseo, bajo la forma del sueño, arruina la fijeza de su goce. Fijeza que soporta la repetición, de la que Camille Laurens explora por otro lado sus poderes. Aquí, el goce retorna como una melopea insistente. El clivaje entre deseo y goce se vuelve palpable, el goce es una brújula infalible a diferencia del deseo.
El padre manifiesta su voluntad de transmitir un ideal, juega al superyó. Los limites del pudor son franqueados y, al mismo tiempo, son restituidos bajo una forma irrisoria a nivel del vocabulario –el padre da la lección del bien decir dando la de la perversión.
Estamos en la fase de la salida del la edad del padre. Si hay un libro que me dio el sentimiento de la manera más viva, es Une semaine de vacances. Es el emblema de lo que estamos viviendo.
Freud salva al padre, aunque según Lacan el padre es para interpretar en términos de perversión. Vemos bien en el Seminario 6 que el Edipo no es en absoluto la solución única del deseo: es su forma normalizada y su prisión. El Edipo es patógeno.
Une semaine de vacances reactualiza ese avance del Seminario de Lacan. El deseo de “Ella” se emancipa a favor del mutismo y de la cólera del padre. Ella se encuentra al final de la novela en una estación, donde el único elemento familiar, heimlich, es su bolso de viaje. El texto termina con estas frases: “Ella lo mira. Y le habla”. El bolso de viaje viene al lugar del padre, como un objeto a. Es allí donde ahora encuentra su dirección, ahí donde se aloja el sujeto supuesto saber. Es su bolso de viaje el que le interpretará su sueño.
Hay en el Seminario una frase que dice: “El pudor es la forma regia de lo que se acuña en los síntomas de vergüenza y de asco”. Entendemos que el pudor es la barrera que nos detiene cuando estamos en el camino de lo real. Une semaine de vacances va más allá de la barrera del pudor, y avanzamos hacia la zona donde es habitualmente el síntoma el que opera, por la vergüenza y por el asco.
Ahí, encontramos un padre, el “él” de la novela, que odia el deseo: lo que lo ocupa, es el goce. Lo medimos por lo que provoca su eclipse al final: “Ella” le cuenta un sueño, o sea un mensaje de deseo a descifrar, y en seguida el humor de “él” cambia: está indignado, contrariado, furioso, se calla, se enfada. El deseo, bajo la forma del sueño, arruina la fijeza de su goce. Fijeza que soporta la repetición, de la que Camille Laurens explora por otro lado sus poderes. Aquí, el goce retorna como una melopea insistente. El clivaje entre deseo y goce se vuelve palpable, el goce es una brújula infalible a diferencia del deseo.
El padre manifiesta su voluntad de transmitir un ideal, juega al superyó. Los limites del pudor son franqueados y, al mismo tiempo, son restituidos bajo una forma irrisoria a nivel del vocabulario –el padre da la lección del bien decir dando la de la perversión.
Estamos en la fase de la salida del la edad del padre. Si hay un libro que me dio el sentimiento de la manera más viva, es Une semaine de vacances. Es el emblema de lo que estamos viviendo.
Freud salva al padre, aunque según Lacan el padre es para interpretar en términos de perversión. Vemos bien en el Seminario 6 que el Edipo no es en absoluto la solución única del deseo: es su forma normalizada y su prisión. El Edipo es patógeno.
Une semaine de vacances reactualiza ese avance del Seminario de Lacan. El deseo de “Ella” se emancipa a favor del mutismo y de la cólera del padre. Ella se encuentra al final de la novela en una estación, donde el único elemento familiar, heimlich, es su bolso de viaje. El texto termina con estas frases: “Ella lo mira. Y le habla”. El bolso de viaje viene al lugar del padre, como un objeto a. Es allí donde ahora encuentra su dirección, ahí donde se aloja el sujeto supuesto saber. Es su bolso de viaje el que le interpretará su sueño.
2 Lacan J., Le Séminaire, livre VI, Le désir et son interprétation, texto establecido por Miller J.-A., La Martinière & Le Champ freudien, aparecido en junio de 2013.
From: Lacan Cotidien 317
terça-feira, 28 de maio de 2013
El psiquiatra que "descubrió" el TDAH confesó antes de morir que "es una enfermedad ficticia"
A la psiquiatría hace tiempo que se le ve el plumero. Son tantas las
enfermedades y trastornos que se describen en sus manuales que hoy en
día lo raro es no tener nada. Después de hacer saltar las alarmas al incluir las rabietas en el último Manual de Pediatría DSM (la biblia de los psiquiatras) y después de ver como el gobierno estadounidense declara en un informe que 1 de cada 5 niños tiene un trastorno de la salud mental,
cifras que parecen un insulto al sentido común de la población, porque
es imposible que tantos niños estén mentalmente enfermos, aparecen unas
declaraciones de Leon Eisenberg, el psiquiatra que “descubrió” el TDAH, que no dejan indiferente a nadie que viva o trabaje con niños.
El semanario alemán Der Spiegel, en un artículo en que ponía en relieve el aumento de enfermedades mentales en la población alemana, explicó que Eisenberg dijo, siete meses antes de morir, cuando contaba ya con 87 años, que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia”.
En los años sesenta apareció el protagonista de nuestra historia, Leon Eisenberg, quien volvió a hablar de dicha enfermedad, pero esta vez con otro nombre, “reacción hipercinética de la infancia”. Bajo dicho diagnóstico pudo tratar a alumnos difíciles, probando diferentes psicofármacos con ellos. Empezó con dextroanfetamina y luego utilizó el metilfenidato, droga con la que consiguió su objetivo y que hoy en día prevalece como tratamiento de elección: los niños enérgicos se transformaban en niños dóciles.
En el año 1968 se incluyó la “reacción hipercinética de la infancia” en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) y desde entonces forma parte de dicho manual, sólo que ahora recibe el conocido nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. Él mismo dijo, junto con las palabras en que decía que era una enfermedad inventada, que la idea de que un niño tenga TDAH (entendemos que la idea de que un niño sea muy movido y sea un alumno problemático) desde el nacimiento estaba sobrevalorada. Sin embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los padres, el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten aliviados porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos cuestionable. En 1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de metilfenidato. En el año 2011 se vendieron 1.760 kg.
El conocido psiquiatra, que llegó a hacerse cargo de la gestión del servicio de psiquiatría en el prestigioso Hospital General de Massachusetts en Boston, donde fue reconocido como uno de los más famosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del mundo, decidió confesar la verdad meses antes de morir afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta. Ver si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia, si los padres están juntos o separados, si hay problemas con la escuela, si al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió que, lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo y acompañado de un suspiro concluyó: “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido” (a lo que yo añadiría “y mucho más ventajoso para el negocio de la psiquiatría”).
Hasta los años noventa era una afección desconocida en los niños. Ahora ya es uno de los diagnósticos más frecuentes en psiquiatría infantil, hasta el punto que las visitas por este trastorno se han multiplicado por 40 en menos de diez años, siendo muchos de los “enfermos” niños de dos y tres años.
Uno de los responsables de la llegada del trastorno bipolar a EE.UU. es el psiquiatra Joseph Biederman, que lleva años haciendo estudios y conferencias sobre el tema y que recibió 1,6 millones de dólares entre el año 2000 y el 2007, procedentes de las farmacéuticas que fabricaron los medicamentos para dicho trastorno, al parecer para dedicarlos a seguir investigando la enfermedad.
Pero esto no es todo. Para conocer el alcance real del negocio de la psiquiatría, para ver hasta qué punto se inventan las enfermedades para luego poder dar los fármacos que ya existen, un estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove reveló que, de los 170 miembros del grupo de trabajo del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), es decir, los que hacen el manual de psiquiatría de referencia mundial, 95 (el 56%) tenía una o más relaciones financieras con las empresas de la Industria Farmacéutica.
Yo no sé si existe o no existe (y eso que el que la inventó dice que no), ni tampoco me toca a mí responder a esta pregunta, sin embargo estoy seguro de que son muchos los niños diagnosticados cuyo único pecado ha sido ser demasiado movidos, o ser demasiado insistentes a la hora de demandar de sus padres un poco más de atención. Ya hace más de dos años os ofrecí dos entradas en las que explicaba cómo se diagnostica el TDAH, para que vierais que no existe ninguna prueba diagnóstica de ningún tipo que determine que un niño tiene el mencionado trastorno. Todo se hace en base a la observación y en base al cumplimiento o no de unos criterios o parámetros que los niños normales deben hacer.
Ahora bien, ¿qué es ser normal? Krishnamurti dijo que “no es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, así que quién sabe, quizás los niños que se rebelan ante el intento de domesticarles, aquellos que no soportan estar sentados escuchando cosas que no les interesan, aquellos que preferirían poder decidir qué hacer en sus vidas en todo momento, aquellos que quieren probarlo todo y no dejarse nada, quizás sean al fin y al cabo los más cuerdos.
No digo que ninguno de estos niños no tengan nada. No digo que no necesiten ayuda, porque es muy probable que muchos de ellos tengan muchos problemas, pero nunca he creído en la existencia de un trastorno que afecte al 10% de los niños y mucho menos he creído en la cura milagrosa del metilfenidato, porque si bien los niños cambian su comportamiento, los problemas que hicieron que el niño funcionara de un modo no aceptado siguen ahí.
Vía | World Public Union
Fotos | Leon Eisenberg en Harvard, StormyDog, Architopher en Flickr
En Bebés y más | El sobrediagnóstico del TDAH puede poner en riesgo la salud de los niños, Posibles causas del TDAH en niños y niñas, Intervención en niños y niñas con TDAH
http://www.bebesymas.com/salud-infantil/el-psiquiatra-que-descubrio-el-tdah-confeso-antes-de-morir-que-es-una-enfermedad-ficticia
El semanario alemán Der Spiegel, en un artículo en que ponía en relieve el aumento de enfermedades mentales en la población alemana, explicó que Eisenberg dijo, siete meses antes de morir, cuando contaba ya con 87 años, que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia”.
Los inicios del TDAH
Los primeros intentos por tratar de explicar que había niños con TDAH sucedieron en 1935. Por aquellos tiempos, los médicos habían tratado por primera vez a niños de primaria con un carácter inquieto y con dificultad para concentrarse en lo que se les pedía, bajo el diagnóstico de síndrome post-encefálico. Fue un intento que no cuajó porque claro, la mayoría de esos niños nunca habían tenido encefalitis.En los años sesenta apareció el protagonista de nuestra historia, Leon Eisenberg, quien volvió a hablar de dicha enfermedad, pero esta vez con otro nombre, “reacción hipercinética de la infancia”. Bajo dicho diagnóstico pudo tratar a alumnos difíciles, probando diferentes psicofármacos con ellos. Empezó con dextroanfetamina y luego utilizó el metilfenidato, droga con la que consiguió su objetivo y que hoy en día prevalece como tratamiento de elección: los niños enérgicos se transformaban en niños dóciles.
En el año 1968 se incluyó la “reacción hipercinética de la infancia” en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) y desde entonces forma parte de dicho manual, sólo que ahora recibe el conocido nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. Él mismo dijo, junto con las palabras en que decía que era una enfermedad inventada, que la idea de que un niño tenga TDAH (entendemos que la idea de que un niño sea muy movido y sea un alumno problemático) desde el nacimiento estaba sobrevalorada. Sin embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los padres, el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten aliviados porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos cuestionable. En 1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de metilfenidato. En el año 2011 se vendieron 1.760 kg.
El conocido psiquiatra, que llegó a hacerse cargo de la gestión del servicio de psiquiatría en el prestigioso Hospital General de Massachusetts en Boston, donde fue reconocido como uno de los más famosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del mundo, decidió confesar la verdad meses antes de morir afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta. Ver si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia, si los padres están juntos o separados, si hay problemas con la escuela, si al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió que, lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo y acompañado de un suspiro concluyó: “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido” (a lo que yo añadiría “y mucho más ventajoso para el negocio de la psiquiatría”).
El negocio de la psiquiatría
Como he dicho al principio de la entrada parece que la psiquiatría es un monstruo capaz de llevarse cualquier cosa por delante, con un hambre voraz, que no se detiene y que hará todo lo posible por tratar de conseguir que toda persona sana acabe tomando una u otra medicación para tratar su (no) enfermedad. Se les ve el plumero, y una prueba más de ello es que ya existe la próxima enfermedad que será difundida por toda la infancia: el trastorno bipolar o enfermedad maníaco-depresiva.Hasta los años noventa era una afección desconocida en los niños. Ahora ya es uno de los diagnósticos más frecuentes en psiquiatría infantil, hasta el punto que las visitas por este trastorno se han multiplicado por 40 en menos de diez años, siendo muchos de los “enfermos” niños de dos y tres años.
Uno de los responsables de la llegada del trastorno bipolar a EE.UU. es el psiquiatra Joseph Biederman, que lleva años haciendo estudios y conferencias sobre el tema y que recibió 1,6 millones de dólares entre el año 2000 y el 2007, procedentes de las farmacéuticas que fabricaron los medicamentos para dicho trastorno, al parecer para dedicarlos a seguir investigando la enfermedad.
Pero esto no es todo. Para conocer el alcance real del negocio de la psiquiatría, para ver hasta qué punto se inventan las enfermedades para luego poder dar los fármacos que ya existen, un estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove reveló que, de los 170 miembros del grupo de trabajo del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), es decir, los que hacen el manual de psiquiatría de referencia mundial, 95 (el 56%) tenía una o más relaciones financieras con las empresas de la Industria Farmacéutica.
¿Existe el TDAH?
Yo no sé si existe o no existe (y eso que el que la inventó dice que no), ni tampoco me toca a mí responder a esta pregunta, sin embargo estoy seguro de que son muchos los niños diagnosticados cuyo único pecado ha sido ser demasiado movidos, o ser demasiado insistentes a la hora de demandar de sus padres un poco más de atención. Ya hace más de dos años os ofrecí dos entradas en las que explicaba cómo se diagnostica el TDAH, para que vierais que no existe ninguna prueba diagnóstica de ningún tipo que determine que un niño tiene el mencionado trastorno. Todo se hace en base a la observación y en base al cumplimiento o no de unos criterios o parámetros que los niños normales deben hacer.
Ahora bien, ¿qué es ser normal? Krishnamurti dijo que “no es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, así que quién sabe, quizás los niños que se rebelan ante el intento de domesticarles, aquellos que no soportan estar sentados escuchando cosas que no les interesan, aquellos que preferirían poder decidir qué hacer en sus vidas en todo momento, aquellos que quieren probarlo todo y no dejarse nada, quizás sean al fin y al cabo los más cuerdos.
No digo que ninguno de estos niños no tengan nada. No digo que no necesiten ayuda, porque es muy probable que muchos de ellos tengan muchos problemas, pero nunca he creído en la existencia de un trastorno que afecte al 10% de los niños y mucho menos he creído en la cura milagrosa del metilfenidato, porque si bien los niños cambian su comportamiento, los problemas que hicieron que el niño funcionara de un modo no aceptado siguen ahí.
Vía | World Public Union
Fotos | Leon Eisenberg en Harvard, StormyDog, Architopher en Flickr
En Bebés y más | El sobrediagnóstico del TDAH puede poner en riesgo la salud de los niños, Posibles causas del TDAH en niños y niñas, Intervención en niños y niñas con TDAH
http://www.bebesymas.com/salud-infantil/el-psiquiatra-que-descubrio-el-tdah-confeso-antes-de-morir-que-es-una-enfermedad-ficticia
domingo, 26 de maio de 2013
Interverción de Eric Laurent sobre la ley del matrimonio igualitario. Con el deseo de cada hablante Por Eric Laurent
La Declaración que venimos de firmar, -seguida de manifestaciones hostiles al proyecto de Ley sobre el matrimonio para todos y la modificación de los estándares de filiación por venir-, menciona que le corresponde a cada ser hablante encontrar las vías de su deseo, que son singulares para cada uno, tortuosas, y marcadas de contingencias y desencuentros. Ella admite la torsión general de lo que hace comunicación para los seres hablantes (parletres).
Las lecturas propuestas (por algunos) sobre la experiencia psicoanalítica y la enseñanza de Lacan como justificadoras de una "invariante antropológica" son particularmente escabrosas. Ellas realizan lisa y llanamente una lectura al revés, de una servidumbre a fines conservadores, de toda la puesta al día por Lacan de los "Nombres-del-Padre", en plural. Al comienzo, Lacan visualizó una extensión del dominio del Nombre-del-Padre en el contexto de las familias divorciadas de los años 30'
El divorcio y el Edipo
Es aberrante constatar que aquello que, en 1938, antes de la restauración de Pétain, en sus Complejos familiares (Artículo de J. Lacan), en plural, donde apreciaba de manera crítica el aporte freudiano del "Complejo de Edipo", se encuentra hoy tomado (por algunos) como garante de un orden inmutable. Aquél que abogaba por la complejidad de las familias, divorciadas y recompuestas insistiendo que ellas eran, "formadas por la razón", se encuentra hoy incluido (en una lectura desviada) como garante de una forma única de presentación de la diferencia sexual.
El deseo y las familias
Lacan no era de aquellos que se afligen por un pretendido relajamiento de los lazos familiares. El subrayaba más bien que dicho relajamiento es de hecho una complejización del lazo, por integración de los más altos progresos culturales, incluidos la igualdad de los derechos entre el hombre y la mujer. El desarrollo de su obra va a hacer de la mujer, otro Nombre-del-Padre, afirmando una igualdad más allá de la diferencia sexual. Desarrollaré este punto en otras crónicas, pero por el momento, me es suficiente señalar esta igualdad compleja.
Relaciona entonces, el nacimiento del psicoanálisis al contexto de declive social de la "imago" del padre. Eso no legitima ninguna perspectiva de "restauración", sino por el contrario la ubicación del verdadero lugar del padre. En el dispositivo freudiano, leído con cuidado, el padre no es un garante antropológico, él viene a encarnar el carácter transgresivo del deseo singular contra los imperativos morales comúnmente admitidos, que pretenden definir "la razón" de vivir la pulsión. El padre separa por su deseo, si es aceptado, a la madre de su relación exclusiva al niño. El encarna la pluralidad de los goces.
Lacan fundó también en la razón freudiana la suerte de los padres divorciados que fueron pioneros al romper con el orden moral. El divorcio, en efecto, restauró en la institución jurídica la primacía de la elección de pareja sobre el orden familiar y la filiación. Es lo que en inglés aparece claramente en la oposición entre matrimonio y familia.
Ocuparse de los objetos (a)
Treinta años más tarde, después de 1968, en su "Nota sobre el niño", Lacan precisó en la misma línea que el padre da nombre a una encarnación de la ley en el deseo.
Aquellos que nos fastidian con la "invariante antropológica" leen al revés esta expresión. Hacen una "sublimación del deseo en la Ley", supuesta natural para hacer buena medida. Dicho de otra manera, leen la función del padre como una normalización del deseo. La madre sería la pulsión, el padre la Ley. Esta lectura es absurda. La separación, la diferencia de la cual se trata, es que el Nombre-del-Padre, función de la cual una mujer debe ser portadora, inventa una manera de ocuparse de los niños de la madre, sus "objetos (a)", para inscribirlos en la ley común, inmanente. Aquello que está fechado en 1968, debe sin embargo actualizarse con las parejas LGBT.
Los debates por venir
Nuestra declaración marca un comienzo. Después del voto de la ley sobre "el matrimonio para todos", y hasta el examen de la Ley sobre la familia, numerosos debates van a sucederse en la sociedad francesa. La querella sobre el padre se desarrollará. Esa será la ocasión de precisar nuestra posición. ¿De qué es el padre encarnación? ¿De una monotonía invariante, donde el nombre de una invención, de la razón de una época, cubre las contingencias de la relación de los sexos?
Publicado el 13 de enero de 2013, en Lacan quotidien nº 270
Assinar:
Postagens (Atom)