segunda-feira, 19 de novembro de 2012

Lo singular en la resonancia --- Por Silvia Salman


http://virtualia.eol.org.ar/010/default.asp?notas/ssalman-01.html



Silvia Salman realiza un Recorrido y estudia las variaciones de la "resonancia" en la obra de Lacan, pasando de la "resonancia semántica" a la "resonancia libidinal".
Lo que me interesa recorrer en este trabajo, es el lugar que el término resonancia ha tenido en la obra de Lacan, para ubicar lo que de él se ha mantenido como constante y lo que de él ha variado a lo largo de sus desarrollos.Situar la tensión entre lo que permanece constante y lo que varía, permitirá extraer sus consecuencias en la práctica y sus cambios a lo largo de la enseñanza de Lacan.
La postulación del principio de singularidad es el que me orienta en esta dirección, en tanto considero que es uno de los principios en que se sostiene la interpretación lacaniana.
En el Seminario 20 Lacan nos recuerda, siguiendo el hilo de los discursos, que en la experiencia analítica lo más que se puede producir es S1, S1 al que designa como el significante del goce, y del que remarca que se trata de un goce singularísimo.
Así, desde el momento en que se trata del goce, lo que se impone es la singularidad.
A partir de aquí, la interrogación de Lacan recaerá ya no sobre un significante sino sobre el significante Uno, pudiendo romper con la lingüística y explorar en la perspectiva de lalengua aquello con lo cual se puede designar lo que es el asunto de cada quien.
En 1971, cuando Lacan se dirige a los psicoanalistas en Ste Anne, les señala cual es el principio que sostiene lo que hacen cuando interpretan, y les dice, que no hay interpretación que no concierna al goce. Es decir, al lazo de lo que se manifiesta en la palabra con el goce. He ahí el asunto de cada quien, lo que cada uno debe poner de su parte.
La cuestión que se nos plantea en la experiencia del análisis es saber cómo se puede con el decir atrapar a ese goce, cómo se puede llegar a tocarlo y a modificarlo.
¿Cómo decir? Ese es el asunto del lado del analista.
La orientación la encontramos en el Seminario 23 cuando Lacan afirma que es preciso que haya algo en el significante que resuene.
Sin embargo, ya nos hablaba Lacan de la resonancia de la interpretación en "Función y Campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis".
1- La resonancia semántica
En "Función y Campo..." Lacan sitúa la experiencia del análisis como una experiencia de palabra y sostenida por la estructura del lenguaje.
Allí propone renovar a la interpretación restituyéndole a la palabra su valor de evocación. De este modo, queda situada la posición del analista como aquel que puede jugar con el poder del símbolo evocándolo de una manera calculada en las resonancias semánticas de las expresiones.
En el horizonte, la pregunta que se formula en este momento es ¿cómo transformar mediante la palabra, al sujeto a quien ella se dirige? En esta perspectiva, el fundamento de la palabra es la comunicación. Dice Lacan :"...Lo que busco en la palabra es la respuesta del otro, lo que me constituye como sujeto es mi pregunta". Se considera a la interpretación, entonces, fundamentalmente como reconocimiento y lo que se destaca es su función de evocación.
En "El escrito en la palabra", Miller localiza una tensión entre la resonancia y la comunicación. Mientras que la resonancia de la palabra restituye a la palabra su valor de evocación, se tiene la impresión de que está al lado de la comunicación, es decir que destaca elementos no comunicacionales. Finalmente concluye que la resonancia es de todos modos una comunicación, aunque por el sesgo de lo indirecto.
Es decir, comunica indirectamente evocando al sujeto para transformarlo. Esta es la idea en "Función y campo...". No queda por fuera del plano de la comunicación.
Se resalta así la propiedad semántica de la resonancia, es decir el valor simbólico de la misma.
¿De qué modo adquiere relevancia la resonancia en este momento? Lacan sostiene que es el eco de la palabra, es la propiedad de la palabra que consiste en hacer escuchar lo que no dice. Al mismo tiempo que no dice, hace escuchar. Se acentúa así el modo indirecto de la interpretación, y el decir al lado que irá tomando diferentes formas a lo largo de su enseñanza, pero conservando este eje.
En esta perspectiva, el referente de la interpretación es el lenguaje y por lo tanto el registro simbólico. Lo que se pone de relieve es la posición particular que el sujeto tiene respecto del significante. Me interesa remarcar el estatuto de lo particular ya que lo que la interpretación aísla por este sesgo, es la posición del significante que se recorta sobre el fondo del lenguaje, es decir en la cadena. Se revela entonces un particular que mantiene su referencia al Universal. Y el "todos" es forzosamente semántico.
Más adelante Lacan dirá, tal como lo señalábamos al inicio, que lo que a él le interesa es el Uno, el significante como Uno. Es con el Uno que se tiene una oportunidad de escapar del sentido y por ello es de ese Uno del que pueden surgir los equívocos.
El equívoco es un significante librado por el analista que tiene la propiedad de ser un enunciado de una apertura tal, que no determina de manera unívoca el significado, es una invitación a que no se concluya sentido. Esta manera de decir obliga al analizante a poner algo de su parte, es decir, a producir el equívoco de su lado interpretando así su goce. Se capta en este movimiento el deslizamiento que se irá produciendo desde lo particular del sujeto hacia lo singular del parlêtre y sus incidencias en la práctica.
2- La resonancia metonímica
Un tiempo más tarde, la clínica se modificará con la introducción del falo, y es en "La dirección de la cura y los principios de su poder" que formalizará la doctrina de la interpretación con el término alusión.
Con la conceptualización del falo como significante impar, la indicación de Lacan es que la interpretación debe desplegar su virtud alusiva. La alusión muestra algo pero sin nombrarlo, es decir que puede hacer escuchar algo sin hacerlo pasar por el dicho.
De este modo hace entrar en juego la propiedad metonímica de la resonancia. La alusión acentúa entonces, no tanto la cadena significante, sino el intervalo. Por ello Lacan lo ilustra con el dedo levantado del San Juan de Leonardo, índice de lo indecible.
Se podría pensar que entre la evocación y la alusión, Lacan se desplaza de la dimensión de lo reprimido a la dimensión del vacío y de la falta, y esto tiene consecuencias en la clínica. De la clínica sin falo de "Función y campo..." a la clínica del falo de "La dirección de la cura...", es uno de los ejes que Miller recorre en el curso "De la naturaleza de los semblantes".
Es interesante señalar que en este momento de su enseñanza, Lacan toma como referencia por un lado, lo que la tradición hindú enseña acerca de la propiedad de la palabra de hacer entender lo que no dice: "...La ausencia del león puede pues tener tantos efectos, como el salto que, de estar presente, sólo daría una vez."
Y por otro, apela a los recursos de una lengua y especialmente de los que se realizan concretamente en sus textos poéticos. Se trata así, de manejar la función poética del lenguaje para dar al deseo su mediación simbólica.
3- La resonancia libidinal
Pero... la interpretación lacaniana, la que fundamenta nuestra práctica, aún está por venir. Es la radicalización de la noción de real la que prepara el porvenir de la interpretación.
Para ello habrá que situar algunos ejes de lo que ha devenido la resonancia de la interpretación en la última enseñanza de Lacan.. En primer lugar diré que lo que se acentúa es la propiedad económica de la resonancia.
La referencia a la pulsión y al cuerpo son los dos elementos que se recortan en este nuevo abordaje. Por un lado en el Sem.23 Lacan dirá que "...las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir".
Se introduce así la dimensión de lo real y el costado por donde el inconciente se encuentra ligado a él. Hay una referencia directa del inconciente al cuerpo que convoca al analista a operar sobre la economía libidinal para dilucidar el misterio del inconciente, es decir, el misterio del cuerpo que habla. Y se propone el equívoco como el modo eficaz para que este decir resuene en los orificios del cuerpo sensible.
Efectivamente, el trabajo del inconciente no se agota en la producción permanente de un saber que por ser inacabado es por ello mismo insistente. En esta perspectiva, la experiencia de un análisis se adentra más allá de lo que el inconciente metaforiza como saber captando los cortes por donde lo real se muestra.
Por otro lado, en el Seminario 24 dirá que "...es por el forzamiento por donde un psicoanalista puede hacer sonar otra cosa que el sentido" y esta vez nos reenvía a la escritura poética china y al chiste, para situar la dimensión de la interpretación analítica. En este punto queda claro que si bien para Lacan, es necesario pasar por la linguística, él no se ha quedado ahí. El desplazamiento del significante a la letra, lo demuestra.
Por un lado, le da un nuevo alcance a la metáfora y a la metonimia en tanto anudando estrechamente el sentido y el sonido son capaces de hacer "canturrear" otra cosa. Y por el otro, propone hacer un uso inédito de la palabra, un uso diferente de aquel para el cual está hecha.
Lo que se constata a partir de esta última perspectiva es que la referencia de la interpretación deja de ser el lenguaje y lo que surge como fondo es lalengua.
El carácter fundamental de esta formulación apunta a situar que con lalengua ya no se encuentra asegurada la conexión al Otro y que en este sentido, la interpretación analítica se dirige a lo que hay del Uno en el parlêtre, revelando la singularidad de su goce. Por ello esta última, es una resonancia que se produce en el cuerpo, en tanto este cuerpo es la sustancia sobre la que se apoya el goce y así se percibe que lalengua no está hecha para decir sino para gozar, y que ese es nuestro canturreo.
Se puede captar aquí un desplazamiento de la dimensión del vacío y de la falta, ligados a la propiedad metonímica de la resonancia, hacia la dimensión del "No hay relación sexual" cuyo correlato es "Hay el Uno". El S1 es la marca en el sujeto de una singularidad imborrable, es el rasgo que lo pone a parte en la serie de los Unos. Y se desprende de allí que, orientado por lo real, es al analista al que le corresponde la responsabilidad de producirlo en la experiencia.
Por ello, considerar al principio de singularidad como aquel en que se fundamenta la interpretación analítica, permite captar las diferentes formas en que el término resonancia se presenta en la obra de Lacan, así como el modo en que la posición del analista se articula a ella.
La resonancia semántica queda al fin cuestionada en su última enseñanza por la resonancia libidinal. Se distingue así lo singular del goce, que implica la producción de un significante S1 desconectado del Otro. De lo particular que emerge como efecto del enlace de un significante con otro, que Lacan denomina cadena S1-S2, y cuyo referente es el lenguaje. Cabe señalar que no se trata de corregir dicho enlace, sino de objetarlo.
Es en esta dirección que se alcanza lo que podríamos llamar el punto límite del inconciente, allí donde un significante ya no llama a otro, allí donde se podrá leer lo que el Uno escribe de la causa.
1-Lacan, J.: Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, en Escritos 1, 
2-Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1980.
3-Lacan, J.: La dirección de la cura y los principios de su poder, en Escritos 1, Siglo XXI
4-Editores, Buenos aires, 1980.
5-Lacan, J.: El saber del psicoanalista, inédito.
6-Lacan, J.: Seminario 20, Aún, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1981.
7-Lacan, J.: Seminario 23, El sinthome, inédito.
8-Lacan, J.: Seminario 24, La Una equivocación, inédito.
9-Miller, J.A.: El lenguaje aparato del goce, Colección Diva, Buenos Aires, 2000.
10-Miller, J.A.: Entonces: "Sssh...", Minilibros Eolia Barcelona-Buenos Aires, 1996.
11-Miller, J.A.: De la naturaleza de los semblantes, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2002.
12-Miller, J.A: Los desencantos del psicoanálisis, inédito.

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