CONVERSACIÓN CON JORGE ALEMAN. En torno a su libro: “Lacan, la política en cuestión". Juan Carlos Tazedjián (Valencia) y EL TAXISTA ALEMÁN. Shaila García Catalán (Valencia)
I. El título
No es obvio. Entre Lacan y la política no hay ni dos puntos, ni una conjunción. Sólo una escansión, una coma, que pone a ambos en serie.
No es obvio. Entre Lacan y la política no hay ni dos puntos, ni una conjunción. Sólo una escansión, una coma, que pone a ambos en serie.
“En cuestión”. En nuestra lengua tiene al menos dos acepciones. Una: “de lo que se trata”. El tema en cuestión, el tema de que se trata. Luego: Lacan, la política de la que se trata. Pero también, “cuestionada”. Poner algo “en cuestión”, interrogarlo, objetarlo, interpelarlo. La política cuestionada desde Lacan. Las dos acepciones están presentes a lo largo del libro. Un cuestionamiento de la política, tal como se la puede entender en el discurso común, puesta en tensión con otro significante que no es sinónimo: “lo político”.
II. Soledad: Común
Es el texto de una ponencia, presentada en las jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, celebradas en Valencia en el 2009, bajo el título “La soledad del analista”.
Es el texto de una ponencia, presentada en las jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, celebradas en Valencia en el 2009, bajo el título “La soledad del analista”.
Aparente contradicción: la soledad del uno, de cada uno de los unos y lo común para todos. Si decimos “para todos”, hay contradicción. Pero Jorge habla de la soledad de todos, aunque no la nombre así. Esa soledad que se inscribe en cada uno, no como lo que lo iguala o lo asemeja a los otros, sino como “la diferencia absoluta” de cada uno con cada otro. Y, no contradictoria sino paradójicamente, esa diferencia de cada uno en su soledad es lo que permite lo Común.
Alemán distingue el “común” que es un “para todos” capitalista o totalitario, de un Común con mayúscula que describe así: “Un estar juntos, un ser con los otros, en un proyecto sin garantías, donde lo Común no está dado de antemano sino que es la contingencia que se puede encontrar en el arte, en el amor, en la amistad y en el orden específicamente político. Pero para esto hay que admitir que la única constancia material de esa matriz de lo Común con la que han tenido que ver los seres parlantes es el encuentro real con lalengua”. Utiliza ese neologismo lacaniano, traducción de la lalangue con lo que Lacan se refiere, al laleo del infante, cuando la lengua no ha sido aún sometida al lecho de Procusto del lenguaje. Se trata de un encuentro único, singular, intransferible.
Vemos entonces que así como la soledad es necesaria, en el sentido lógico del término. Es decir, necesariamente cada uno se enfrenta a lo traumático de su encuentro solitario con la lengua… lo Común es una contingencia. Hay una implicación del orden de la responsabilidad, de la decisión, en cada una de esas contingencias que podemos encontrar -en el arte, la amistad, el amor, el orden político-, que requieren el consentimiento del sujeto. Lo Común tal como lo plantea Alemán, no está dado por el solo hecho de alguien pertenezca a lo que se llama una comunidad. Entre otras cosas, porque no se trata de una unidad, dada por lo que nos asemeja, sino de un ser con el otro, a partir de nuestra diferencia absoluta con el otro.
A mi modo de entender, es en esta “soledad: Común”, donde Jorge nos introduce a la articulación entre psicoanálisis y política. Esto, siempre que no caigamos en el error de pensar que soledad=individuo=psicoanálisis. Y Común=sociedad=política. No se trata de oposiciones que se conjugan sino de dimensiones que se anudan. Lo Común (con mayúscula) es, como dice en otro lugar, “lo que tenemos en común, como algo previo y anterior a todas las diferencias generadas por las tradiciones y las identidades culturales”. Y qué es ese común: La Soledad. Como vemos, están a anudadas.
III. Apuntes preliminares: “Para una izquierda Lacaniana…” (2000-2010)
“Para una izquierda Lacaniana…” se publica en el 2009 y el capítulo de este libro, publicado al año siguiente (2010), son las conversaciones que habían sido publicadas en el 2006 bajo el título de “Entrevistas”, en su libro “ El porvenir del inconsciente”. De otra forma: en el 2010, Jorge publica las notas preliminares de un libro editado el año anterior y escritas en el 2006. Es decir, en el 2010, las “entrevistas” del 2006 se transforman en notas preliminares de algo que ya estaba escrito, con lo que lo preliminar es posterior.
“Para una izquierda Lacaniana…” se publica en el 2009 y el capítulo de este libro, publicado al año siguiente (2010), son las conversaciones que habían sido publicadas en el 2006 bajo el título de “Entrevistas”, en su libro “ El porvenir del inconsciente”. De otra forma: en el 2010, Jorge publica las notas preliminares de un libro editado el año anterior y escritas en el 2006. Es decir, en el 2010, las “entrevistas” del 2006 se transforman en notas preliminares de algo que ya estaba escrito, con lo que lo preliminar es posterior.
Esto no es un juego ni una repetición, sino la puesta en acto de lo que dijo Lacan sobre el tiempo del sujeto, que no es un tiempo lineal, progresivo sino el futuro anterior: “Lo que habré sido para lo que estoy llegando a ser”, que en este contexto se podría traducir: “lo que habré escrito para lo que estoy llegando a escribir”. Este gerundio, del “llegando” a ser -que en la lengua inglesa de los americanos aparece constantemente con el sufijo “ing” que sustantiva al verbo (parking, zapping, footing, etc.) en Jorge Alemán tiene un sentido distinto con el recurso de los puntos suspensivos que aparecen en este capítulo y en el nombre de sus dos últimos libros. Suspensivos doblemente, en tanto testimonian que el sentido de lo escrito está siempre en suspenso, que no hay teleología, y también en tanto dejan al lector el espacio para continuar la escritura con su propia lectura. Alemán corroboró esto en la conversación posterior diciendo que no cree en El libro, como tal.
A mi entender, estas 38 páginas son el hueso del texto. Ante la imposibilidad de hacer una semblanza de sus infinitas modulaciones, transcribo textualmente un apartado completo al que titula “Una sociedad freudiana imposible”: “…¿ cuáles serían sus condiciones? Apostar al deseo sin garantías sin excluir el horizonte de la responsabilidad. Aceptar el carácter irreductible del deseo sin caer en la tentación del goce propio del mártir. Soportar la infelicidad contingente sin que se convierta en una desdicha necesaria. Saber perder sin identificarse Con aquello que se ha perdido. Tener conciencia de la propia finitud, escapando a la fascinación de la cultura de la pulsión de muerte. En esta sociedad imposible habrá lugar para la tragedia singular, pero no para la humillación planificada; encontraría lugar el dolor de existir, pero no la explotación de la fuerza de trabajo; se realizaría la voluntad de decir cualquier cosa y también la de callar, pero no en un silencio cobarde; estaría contemplado el ser extranjeros de sí mismos, pero no el desarraigo obligado para las multitudes”.
IV. El sujeto del inconciente y la democracia
Si es verdad que -tal como lo afirma Lacan- “El significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”, es decir, que no puede haber nunca ninguna representación que agote del todo al sujeto, Alemán plantea una hipótesis absolutamente novedosa:
Si es verdad que -tal como lo afirma Lacan- “El significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”, es decir, que no puede haber nunca ninguna representación que agote del todo al sujeto, Alemán plantea una hipótesis absolutamente novedosa:
“…la democracia consiste en este mismo problema. La representación nunca puede ser absoluta…ningún sujeto puede quedar coagulado por lo que lo representa. Por eso, podría haber una afinidad estructural entre el sujeto del inconsciente y la democracia”
Me parece que tanto esta hipótesis como el párrafo de la sociedad freudiana imposible, podrían ser objeto de todo un seminario sobre conjeturas psicoanalítico-políticas que se titularía: “Afinidad estructural entre el sujeto del inconsciente (psicoanálisis) y la democracia (política)”. Para Alemán, “El inconciente es una experiencia política”. Luego, lo que llama “una afinidad estructural” es algo más que una analogía o un paralelismo.
V. “El nuevo malestar en la cultura: políticas para un sujeto dividido”
-Es una entrevista realizada por a Antonio G González, uno de los organizadores del Seminario Atlántico de Pensamiento, realizado en Las Palmas de Gran Canarias. En la edición del 2010 participaron también Ernesto Laclau y Mufet Chantal, y entre otros.
-Es una entrevista realizada por a Antonio G González, uno de los organizadores del Seminario Atlántico de Pensamiento, realizado en Las Palmas de Gran Canarias. En la edición del 2010 participaron también Ernesto Laclau y Mufet Chantal, y entre otros.
Me parecen muy interesantes las preguntas de Gonzáles, ya que propician que las respuestas de Alemán acaben constituyendo una re-escritura del libro de Freud de 1920 “El malestar en la cultura”. A mi juicio, el texto de Freud, para que tenga vigencia HOY, tiene que ser acompañado por la lectura de este capítulo del libro de Alemán.
Hay en Freud un imperativo ético válido para la práctica analítica: “Wo es war, soll ich Werden”, Cuya mala traducción, Lacan corrigió de esta manera: “Donde ello era, debo advenir”. En otras palabras: allí donde eran las exigencias esclavizantes de las pulsiones, debo advenir como sujeto deseante.
- Ya en su libro anterior “Para una izquierda Lacaniana…” Jorge lo había parafraseado de esta forma:
*Allí donde el individuo neoliberal del goce autista es, el sujeto excéntrico del inconciente debe advenir.
Y en este capítulo, lo parafrasea “ de una forma dislocada”, dice, así:
*Allí donde los mandatos del capitalismo ordenan gozar con la pulsión de muerte, el deseo del pueblo debe advenir”.
Cada vez que lo leo no deja de sorprenderme la expresión “el deseo del pueblo”. (En la conversación, fue inevitable la pregunta y sorprendente la respuesta). Hasta esa afirmación, hablábamos del deseo inconsciente, del deseo del sujeto, del deseo del analista… ¿cómo entender el deseo “del pueblo”? Sólo con la forma en que Alemán caracteriza al “pueblo”. No como multitud, ni como masa, ni como clase social, ni como conjunto de individuos que comparten un espacio geográfico o una identidad nacional. Pueblo, es aquello que puede emerger en una coyuntura. Esta emergencia, contingente, coyuntural, es compatible con lo que entendemos por deseo en psicoanálisis
VI. Ser de izquierda
A la pregunta de Diana Plaza y Gibrán Larruri ¿ qué es ser de izquierda? Alemán responde de la forma que escribo según mi lectura, con 7 escansiones:
A la pregunta de Diana Plaza y Gibrán Larruri ¿ qué es ser de izquierda? Alemán responde de la forma que escribo según mi lectura, con 7 escansiones:
1. “Ser de izquierda implica sostener el carácter contingente del capitalismo,aunque no se pueda garantizar la salida de él ni tengamos un nombre para esa salida”. Ya hay aquí una diferencia con el marxismo clásico, en el sentido de que el capitalismo es una etapa histórica no contingente sino necesaria, para pasar a otra cuyo nombre y características sí sabemos.
2. Ser de izquierda es “…el intento de pensar un ser con los otros como lo diría Heidegger, con un nuevo tipo de lazo social, otra manera de pensar ‘lo común’ que no esté de antemano capturada por el orden jerárquico de las diferencias efectuadas por el carácter jerárquico de los medios”.
3. Ser de izquierda no es ver esa otra cosa distinta del capitalismo como un mundo utópico o “un punto de llegada, el sitio donde un hombre nuevo pueda ser generado… (sino) el lugar donde la ‘diferencia absoluta’ de la que habla Lacan, pudiera desplegarse (…) Un lugar tragicómico donde todas las vicisitudes de la existencia mortal, sexuada y parlante, por fin se puedan poner en juego sin las coartadas de la explotación económica”.
4. “Ser de izquierda es intentar captar el presente más allá del fantasma que nos obliga a protestar siempre por lo que nos ha tocado en suerte…”
5. “Ser de izquierda implica una disponibilidad hacia los momentos de irrupción de ‘lo igualitario’ en lo común de lalengua, sea cual sea el ámbito en el que se produzca esa emergencia que anula por un instante a las jerarquías”. Por ello lo leo como: ser de izquierda es ejercer de izquierdista. Esto lo corrobora el último punto:
7. “Es también estar atento a la operación de cómo un Pueblo surge en una coyuntura de fragilidad y exclusión”.
B. Comentarios y respuestas a preguntas e intervenciones.
El acto, fue organizado por la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Valencia y la conversación fue animada fundamentalmente por las preguntas y comentarios delTaller de Psicoanálisis y Política que –en su tercer año de constitución– se reúne mensualmente a comentar textos y experiencias, debatir, discutir interrogarse y buscar respuestas, alrededor de los temas y las hipótesis desarrolladas en la obra de Jorge Alemán. Se desarrolló a lo largo de dos horas y media, de las que sólo resaltó algunos puntos:
- Alemán planteó su idea del psicoanálisis como un discurso de la singularidad, más allá de todas sus otras posibles aplicaciones. Dijo que el suyo es un intento de dar una vuelta de tuerca más a la preocupación de los psicoanalistas por la clínica y apuntar a no sólo caracterizar la época de un modo académico sino generar un nuevo tipo de práctica, que intervenga en los lazos sociales que pueden generarse, e incluso inventarlos.
- Hizo referencia a Commonwealth, el último libro de Negri y Hardt, y sus desarrollos sobre los avatares de “lo común”. Una idea que comparten algunos intelectuales del 15 M, respecto a la oposición a la representación en democracia. Articuló esto a una pregunta sobre qué es lo que reemplazaría el papel de “el partido” en los movimientos emancipatorios conocidos. Admitió que no es una cuestión de fácil resolución ya que si bien está de acuerdo en que debe haber algo no institucional en la política, no por ello quedaría invalidada toda representación. Este es un debate actual.
- Habló de la importancia de hacer una relectura de la Revolución Francesa, la revolución rusa, la revolución cubana, el mayo del 68, los movimientos emancipatorios latinoamericanos…, admitiendo sus fracasos, sus consecuencias en muchos casos funestas y los costes de vidas. Pero advirtió del peligro de utilizar el fracaso para justificar el cinismo. Se trata de “volver a intentarlo”. Al escucharlo, me recordó la frase con que dedica el libro:
A los de entonces, que con lo nuevo, vuelven, vuelven, y vuelven…
En respuesta a una intervención sobre la crisis como últimos coletazos de un capitalismo que se acerca a su final, negó la existencia de una crisis. No hay crisis, no hay autoestima, no hay autocontrol… Para que haya crisis, no basta con el sometimiento de unos por otros, sino que es preciso que esos unos, se planten y digan NO. Y eso no ha ocurrido aún en Europa. Lo que llamamos crisis no es otra cosa que el movimiento mismo del capitalismo, como advertía Marx, un proceso de acumulación de capital que permite redefinir su valor y continuar con el sistema. Tampoco piensa que el capitalismo esté llegando a su extinción. Es muy difícil imaginar ese momento. Hay potencias que si quisieran podrían ya mismo colonizar todo el globo. Y, por otra parte, el discurso capitalista se cierra sobre sí mismo, no dejando lugar a imposibilidades.
- Entonces ¿seguimos o no sosteniendo el carácter contingente del capitalismo?
- Sí, pero contingencia no implica la seguridad de su extinción.
- Sí, pero contingencia no implica la seguridad de su extinción.
Subrayó la importancia del concepto marxista de plusvalía y su vigencia actual, más allá de no coincidir con que haya una clase que sea el sujeto predeterminado teleológicamente a llevar a cabo la emancipación.
Cuando Lacan dice que “no hay justicia distributiva” no se refiere a la distribución de los recursos sino a la distribución del goce. Aunque todos tuvieran un acceso “justo” a los recursos, cada uno en su singularidad se las arregla con su propia forma de gozar.
Crónica: EL TAXISTA ALEMÁN. Shaila García Catalán (Valencia)
«Hace años si en Argentina un taxista te hablaba de Lacan eso no implicaba que el país fuera intelectual sino que el taxista era un intelectual que había perdido su trabajo y debía trabajar de taxista».
Esta clarificadora sentencia con estructura de verdad y efectos de chiste sobreaquella Argentina sirvió a Jorge Alemán para hablar sobre el momento ahora de la política.
El 3 de febrero llegó a Valencia para conversar en torno a su libro Lacan, la política en cuestión… (2010), libro que rumia el hilo de interrogaciones de los anteriores El porvenir del inconsciente (2006) y Para una izquierda lacaniana… (2009), éste último excusa para la formación, en 2010, del Taller de Psicoanálisis y Política que animó el debate.
El psicoanalista problematizó la convivencia de la izquierda y del psicoanálisis: el pensamiento legado de la izquierda es el pensamiento de la igualdad y lo común que no están presentes, de entrada, en psicoanálisis, interesado por la lógica del caso por caso y con reservas con la invención colectiva. Ahora bien, la política, como el amor, nos notifica sobre la imposibilidad, condición que invita a inventar: el psicoanálisis sí puede intervenir en nuestra época. No porque la analice, como algunos piensan, sino porque apunta hacia la diferencia y, por tanto, puede señalar la confusión que el neoliberalismo traza entre el “todos iguales” y el “para todos”. La verdadera igualdad consiste en desplegar la diferencia absoluta y no la diferencia de los mercados. Esta estela consensual del “para todos” es, de hecho, la que impide que haya una crisis. Alemán espetó: ¡No hay crisis porque los sujetos no dicen no, no hay desacuerdo con el capital! No hay crisis del capitalismo, de hecho, ésta es la modalidad de su existencia. Hay, como advertía Marx, un proceso de acumulación de capital que permite redefinir su valor y continuar con el sistema aunque la hegemonía pueda cambiar de Estados Unidos a China, ¡quién sabe!
Si algo puede el psicoanálisis anotar también es que nuestro Otro -porque sí hay Otro que sostiene el individualismo y la fragmentación contemporáneas- no son los mercados, ni los bancos, aunque éstos sí estén secuestrando la enunciación de la política y se erijan como amos anónimos y sin rostro.
Con todo esto, Alemán propuso que si respondemos con antagonismo interrogaremos la enunciación. Y es que él, particularmente, no renuncia a la emancipación: ésta tiene que ver con el deseo. Por el contrario a Slavoj Žižek, quien aboga por hacer la Revolución tocando la raíz de la Cosa, Alemán es cauto y sagaz, y se pregunta: pero ¿cómo se toca la raíz? ¿y cuántos muertos? ¿y quienes serán esos muertos?
Estas preguntas por el devenir, llegan, a su vez, directamente desde una memoria viva de los ya, en/por otras batallas, muertos. Él dice que sin éstos, no hay solucióneconómica o política. Éstos se instalan de forma decidida en Alemán. Su discurso los arrastra y los cobija.
Y es que, en tanto psicoanalista, también es un taxista. Hace algún tiempo escuché que los psicoanalistas adoptan cierta función de taxistas: llevan a los sujetos donde éstos deseaban.
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