UN ACTING OUT EN ANÁLISIS
Por Araceli Fuentes
Abordaré el tema de las próximas Jornadas de la ELP sobre “Goce, culpa e impunidad”, a partir de de un acting out producido durante mi análisis. Cada acto debe ser contextuado en el discurso en el que se produce, lo que en otro discurso pude ser considerado una falta, en el discurso analítico puede tomar un significado muy distinto, este es el caso del acting out del que les voy a hablar.
Acto, acting out y pasaje al acto, son tres tipos de actos distinguidos por el psicoanálisis. El acto no se confunde con la acción, para que haya acto es necesario que se produzca un cambio en el sujeto, el sujeto de antes del acto es diferente del que surge después.
En cuanto al acting out y al pasaje al acto, son dos modalidades del acto que ponen en escena el objeto “a”, objeto extraño tanto al campo simbólico como al imaginario, que no se deja atrapar por el significante, ni capturar por la imagen, sin embargo conlleva una carga pulsional.
La oposición subrayada por Lacan entre el acting out y el pasaje al acto puede ser relacionada a otra oposición: la que hay entre del duelo y la melancolía (1).
En el capítulo IX del Seminario de “La Angustia”, Lacan va a diferenciar pasaje al acto y acting out, atribuyéndole al primero un “dejarse caer” del sujeto y al segundo un “subir a la escena” del objeto.
“El acting out es esencialmente la mostración, velada sin duda, para nosotros como sujetos del acting, pero no velada en sí misma. La mostración que hace el acting es visible al máximo, tanto que en cierto registro es invisible, mostrando su causa. Lo esencial de lo que es mostrado es ese resto, su caída, lo que cae en el asunto,..... la libra de carne” (2).
Lo que importa en el acting es ese resto, lo que cae en el asunto, como se expresa Lacan en este seminario. A diferencia del pasaje al acto, que es una salida de la escena que no deja lugar a la interpretación porque pone en juego un “no querer saber nada más”, el acting out llama a la interpretación.
El acting out tiene relación con el duelo, con el trabajo del duelo. En mi caso, la dificultad era precisamente la de hacer el duelo por una persona a la que no había llegado a conocer: mi madre, muerta cuando yo tenía ocho meses de edad. Mi demanda de análisis tuvo que ver con ese duelo pendiente, aunque en el momento de hacerla no fui consciente de ello. Sin embargo, sin proponérmelo, fue de lo primero que hablé al referirme a la frase oída en mi infancia “¡Ay! Si su madre la viera”, frase enigmática con la que las vecinas del pueblo se dirigían a mí invocando su mirada. La jaculatoria se escribió directamente en mi cuerpo, sin yo poder articular palabra, y cada vez que la oía experimentaba un gran malestar. Ningún duelo es igual a otro, no hay una manera estándar de hacer un duelo, pero no se puede hacer un duelo cuando hay otro pendiente.
En contra de la creencia ingenua de que se nace con un cuerpo, Lacan nos enseña que el cuerpo no es el organismo y que el cuerpo es el producto del encuentro entre el organismo vivo y lalalengua. En ese encuentro pueden producirse accidentes, uno de ellos es el FPS, otro la debilidad mental, otro la psicosis.
El FPS se caracteriza por una incorporación “defectuosa” de lalengua, o mejor dicho, de un fragmento de la misma, que toma la forma de una holofrase. En la holofrase el goce suelda los significantes que pierden su valencia simbólica imaginarizándose. En el FPS, lo real hace intrusión en lo imaginario del cuerpo, sin mediación simbólica, el resultado es una lesión.
Ese duelo que no había podido hacer se escribió en mi cuerpo por medio de una holofrase, “¡Aysisuamdrelaviera!”, lesionando mi piel. La holofrase escuchada en la infancia se había escrito como una memoria de goce que se activó en el momento en que tuve que hacer otro duelo, esta vez por mi padre. La muerte de mi padre no me había producido ningún afecto doloroso a pesar de lo mucho que lo quería. En el lugar del duelo que no había podido hacer, una enfermedad autoinmune se desencadenó.
El goce se localiza en los orificios del cuerpo, en las zonas erógenas. Cuando hablamos de la escritura del goce en el cuerpo y tomamos el síntoma como ejemplo, vemos que en la escritura del síntoma como función de una letra del inconsciente, F(X), la letra se escribe, no en el cuerpo como superficie de inscripción, sino en los huecos del cuerpo, en los orificios de la pulsión.
Por el contrario, la escritura del FPS se realiza sobre la superficie del cuerpo porque el goce que fija el FPS es un goce que debería haberse descontado. Pero ese descuento no se produjo y el goce lesionó el cuerpo. Lacan piensa el FPS en el SXI, con el modelo del objeto “a”: en el FPS el objeto “a” no se habría descontado. La mirada de mi madre muerta, la mirada invocada en la holofrase, quedó pegada en mi piel, dañándola.
Un acting out
Luego, surge la contingencia. En cierto momento del análisis pasé un tiempo trabajando en un consultorio en el que también trabajaba una colega, a la que nuca conocí, pero de la que había oído decir que estaba enferma de cáncer y que solía repetir que “si seguía viva era porque quería ver crecer a sus hijos”.
Sin duda, está frase entró en resonancia con la jaculatoria “¡Aysisumadrelaviera!”, determinando el acting out que se produjo después. El acting out fue la respuesta a-subjetiva para tratar lo que escapa a la representación. Por medio del acting out la holofrase pudo conectarse al deseo del Otro, lo que en el FPS está cortocircuitado.
Un día, llamó a la consulta una mujer que quería que la colega enferma tratara a su hijo. Sin pensarlo dos veces, decidí ser yo quien atendiera al niño, cortocircuité la dirección de la demanda, “robé un niño”. Desde un punto de vista ético había cometido una falta, sin embargo en el contexto del discurso analítico en el que se produjo, este acting operó una separación entre el niño y la madre que iba a morir. Ella no lo vería, sustraje el niño de la mirada de la muerte, la muerte a la que no se puede mirar de frente. Al hablar de ello en mi sesión, mi analista interpretó el acting con estas palabras: “Él (niño) no la va a ver ...morir, ella,(la madre) no lo va a ver... crecer”.
La interpretación tocó mi cuerpo, me estremecí, dio al acting out el estatuto de un acto que tuvo consecuencias sobre el goce, cambiando al sujeto. La interpretación separó la mirada de la muerte, vaciando de mirada la visión. De este modo pude hacer el duelo separándome del cuerpo de mi madre donde la madre y la lengua se confunden.
Como dice Lacan, en el acting out lo que cuenta es lo que cae, el resto. El objeto escópico pudo descontarse, produciéndose un cambio de escritura: “¡Ay si su madre la viera!” dejó de ser una holofrase al introducirse el intervalo entre los significantes.
Más adelante me di cuenta de que la mirada en cuestión era una mirada invocada. El tratamiento de la voz en el análisis hizo que ésta se vaciara de ruido produciéndose un metabolismo del goce de la voz que la hizo más metonímica. Se trata, como dice Lacan en la Conferencia de Ginebra, respondiendo a una pregunta sobre el FPS. “de un domino más que inexplorado, es de todas maneras del orden de lo escrito.....todo sucede como si algo estuviese escrito en el cuerpo, algo que nos es dado como un enigma...es por la revelación del goce específico que hay en su fijación como debe abordarse lo psicosomático. En esto podemos esperar que el inconsciente, la invención del inconsciente pueda servir de algo”.
Este acting out no me hizo sentir culpable, sin embargo no me desentendí de mi responsabilidad, llevándolo a mi análisis. Si el acting out hubiera sido tratado por fuera del discurso analítico, como una falta ética entre profesionales, su función, fundamental en mi análisis, hubiera pasado desapercibida.
Notas:
1. Miller, Jacques-Alain. “La angustia”
2. Lacan, Jacques. Seminario 10: La angustia
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