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Psicosis Ordinaria
Nora Silvestri
(Noche de carteles del 26 de junio 2008)
La llamada Convención de Antibes (que tuvo lugar en Cannes en l998), es la
tercera de una serie de conversaciones clínicas sobre la psicosis, iniciada dos años antes
en Angers. En ella, J.A.M .propone el término de psicosis ordinaria , para definir una
suerte de media de casos frecuentes, en la que puedan anotarse las psicosis no
extraordinarias, las psicosis suplementadas, compensadas, medicadas, no
desencadenadas, sinthomatizadas, etc.
La psicosis ordinaria no es una categoría diagnóstica sino un programa de
investigación, en el que cada caso diagnosticado, puede anotarse como un punto en una
serie infinita.
Es la construcción de cada caso como punto de una serie y no como una
verificación de lo ya sabido de la categoría de la psicosis.
No es un programa que se define por el diagnóstico, sino que el diagnóstico se
define por el tratamiento posible. Es intentar pensar la psicosis agregándole el objeto a,
desde el tratamiento posible volver a la cuestión preliminar de la psicosis.
Esta pretensión exige que el Otro no esté definido a partir de la presencia o
ausencia del significante del Nombre de Padre, de la incompletud del Otro, sino de su
inconsistencia. Inconsistencia del Otro que definimos por la presencia en el Otro de un
elemento exterior e irreductible al significante, una vacuola de goce, que llamamos
objeto a .Es este objeto el que sostiene en la fundación estructural del Otro, la falla en el
Otro. Al Otro no le falta un significante sino que se funda en una falla estructurante
sostenida por este objeto.
Desde esta perspectiva del Otro inconsistente, se puede abrir la serie de la
construcción de las suplencias a dicha falla en la psicosis ordinarias, con el intento de
que puedan inscribirse bajo el matema del significante de la falta en el Otro S(A). Las
suplencias construidas por las diversas formas de la psicosis ordinaria, se fundan en la
suposición de que no hay Otro del Otro, es el acto mismo de la construcción de la serie
el que hace inexistir al Otro de la psicosis en tanto Otro deficitario construido a partir de
la forclusión del significante del Nombre del Padre.
Son las suplencias que se anudan alrededor de la presencia de este agujero de
goce, que llamamos objeto a, por donde se afirma la inconsistencia del Otro, pasando el
Nombre del Padre a ser una suplencia entre otras, un nombre entre otros que hace de
tapón a la falla estructural.
Esta serie infinita constituida a partir del par ordenado S1-a, que sustituye al S1-
S2, redefine la condición del S1 que está en juego, porque este S1 es significante del
goce y no rasgo significante, no es un elemento del Otro simbólico, sino que es un
condensador de significante y goce, es un significante que introduce goce como significación fija de goce en el cuerpo del Otro, es un sentido gozado fijado como signo,
que muestra su marca en la imagen del cuerpo.
La psicosis ordinaria no es una categoría diagnóstica que entra en lo que ya se
sabe de la psicosis, sino que hace de cada caso de psicosis ordinaria una objeción a las
exigencias diagnósticas de las psicosis extraordinarias, una nueva forma de la psicosis que
descompleta al conjunto cerrado, y con ese descompletamiento no lo reduce sino que lo
amplia.
Se intenta sostener con esta propuesta de investigación que es la excepción del
caso por caso la que funda el universal con un no-todo clasificable.
E.Laurent propone abordar la clínica de la psicosis ordinaria estableciendo en la
pragmática del caso por caso, la forma en la que en cada sujeto se abrochan las
consistencias RSI, o sea considerar el fenómeno de goce y la pragmática con la que el
sujeto hace algún anudamiento posible ante el acontecimiento imprevisto.
Sugiere orientar este programa de investigación desde la última enseñanza de
Lacan, retomando las categorías de límite, borde, modo de defensa, continuidad,
personalidad, etc. como categorías que no son del Yo, sino como defensas ante el goce
intrusivo que amenaza al sujeto, una solución de soporte y de uso ante los fenómenos
invasivos.
Pienso que anotar la serie infinita de los fenómenos de goce y la solución
posible cuestiona la noción de punto, como resignificación de una trayectoria. El punto
de capitón como fenómeno de sentido, resignificación, es cuestionado por el nudo
borromeo. El fuera de sentido se opone al punto de capitón porque el fuera de sentido
es una dimensión del infinito, o sea de la serie sin fin.
La pareja S1-a permite plantear el reverso de la lógica de la inclusión-disyunción
de las categorías clásicas. Digamos entonces que la serie infinita está constituida a partir
del par ordenado para poner en cuestión la noción de punto de capitón como fenómeno
de sentido en tanto resignificación de una trayectoria S1-S2. Es esta noción de punto la
que Lacan pone en cuestión con el nudo borromeo. El punto pasa a ser la notación de
una cuerda infinita que pasa y sale del agujero central del nudo borromeo, del agujero
central llamado objeto a, y es la trayectoria de esta cuerda la que sostiene al agujero en
tanto tal, ya que dicho agujero se funda alrededor de ella, o sea que la notación del punto
funda el agujero como lo abierto.
La clínica borromea busca una relación más estrecha entre significante. y goce.
Si las categorías de neurosis-psicosis se constituyen en su oposición por la
presencia o ausencia del significante de Nombre del Padre, en la perspectiva del nudo los
elementos se anudan diferenciándose.
La psicosis ordinaria no es entonces una categoría entre neurosis y psicosis,
sino en el campo de la psicosis, una apertura al uso del nombre propio como semblante
para el tratamiento de lo real, en tanto lo real se escapa. Es un campo de investigación
que permite una formalización sostenida en una gradación que se opone a la
discontinuidad y que deriva en una formulación del Nombre del Padre equivalente al síntoma en tanto el síntoma va al lugar del Nombre del Padre. De esta manera el síntoma
queda ligado a la metonimia, no a la metáfora, de lo que puede nombrarse como
semblante en tanto lo real se escapa a la toda nominación, es decir, modalizar el síntoma
desde el lugar y el lazo y no desde el disfuncionamiento.
Jacques Alain Miller sostiene en La psicosis ordinaria, que para poner al caso en
la serie hay que modificar la manera de recortar el caso.
Tomando su afirmación voy a detenerme en la discusión que se sostiene en
este libro sobre la distinción entre trastornos del lenguaje y los fenómenos de goce.
Destaca que la clasificación de la psicosis por trastornos del lenguaje no se
puede reservar a perturbaciones del significante, sino que se extiende a los trastornos de
significación, planteando otro uso de la significación personal que no es el de la intuición
delirante sino un acento de singularidad, una intención inefable, que lo llama idiolecto
delirante, y que entiendo, es una condensación entre idea fija y dialecto personal, lengua
privada.
Sostiene en la discusión con el grupo de la Sección Clínica de Lille, que los
trastornos lingüísticos no son anideicos como dice De Clerembault, sino que son
agozantes. J.A.Miller vuelve a los fenómenos elementales de Lacan para tensar la
distinción entre fenómenos elementales y fenómenos de goce.Lacan , a la altura del
Seminario III, redefine los fenómenos anideicos de De Clerembault. (es decir no
conformes a una sucesión de ideas) como fenómenos elementales de la psicosis al nivel
de la cadena significante. Son fenómenos de cadena rota, asemánticos, donde la
significación remite
a la significación en tanto tal, pero Lacan, los ubica en el orden de lo simbólico
estrictamente, fuera de la líbido y del goce en tanto imaginario.
Entiendo que esta distinción nos lleva a la necesidad de investigar otra
fenomenología, la fenomenología de los trastornos de significación de goce en las
psicosis.
El grupo de Lille se pregunta si se podría volver a los trastornos del lenguaje o
del cuerpo en la psicosis a partir de la categoría del neo-desencadenamiento, e intentar
ubicar en ellos la relación al goce, pensándolos desde la clínica borromeana. Es en
función de esta discusión, que decía anteriormente, que el par S1-a redefine al S1 como
significante del goce, porque se discute si a la luz de la última enseñanza de Lacan no se
podría agregar goce al encuentro del sujeto con los fenómenos de lenguaje, como
encuentros con un S1 desencadenado, y ubicar fenómenos de goce que pudieran
dividirse como más cercanos a la forclusión del significante del Nombre del Padre o a la
forclusión del falo a nivel de la construcción de la imagen del cuerpo.
En su esfuerzo por aislar los fenómenos de goce no ligados a los trastornos del
lenguaje, la Sección de Lille, presenta un caso sobre el inicio de la psicosis. Lo presentan
como entradas en la psicosis sin trastornos del lenguaje, señalando que esto es
compatible con la forclusión del Nombre del Padre aunque no aparezcan trastornos del lenguaje. En el caso se intenta mostrar como puede verificarse la psicosis ordinaria,
porque al encuentro con el Un-padre, (P sub cero) se encadena la manifestación de (Fi
mayúscula sub cero), sin que medien trastornos del lenguaje.
El caso es el siguiente:
Un transexualismo femenino
Una jóven, vestida con ropa masculina quiere hacerse operar los senos y el sexo
para ser transformada en muchacho. Su padre fue enviado a un campo de concentración
en Camboya cuando ella tenía tres años. La madre decidió quedarse con su hijo de dos
años y envió a su hija lejos, a lo de su familia. Cuando la niña tuvo seis años, el padre se
escapó y recordó inmediatamente a su hija. La familia reunida pasó entonces un año en
un campo de refugiados antes de llegar a Francia. Los recuerdos de la muchacha datan
del regreso de su padre. Antes, es la nada. Justo en ese momento presenció una escena
que fue la matriz de su transexualismo: su hermano orina parado. Desde entonces sintió
que ella era- y debía ser- un muchacho. Esta idea nunca la abandonó. El regreso del padre
precipitó, pues la formación de una idea delirante en relación con el cuerpo y el sexo.
Ya adulta no presenta ningún trastorno del lenguaje. La psicosis solo es
localizable por un examen muy cuidadoso. La persiguen las miradas femeninas que
atraviesan sus vestimentas y adivinan que ella no tiene pene. Por otra parte, tiene una
discreta idea delirante sobres la determinación de la anatomía por el deseo paterno. Su
concepción del amor por una mujer está enteramente determinada por la escena inicial
que hizo del pene la insignia real del amor de la madre por el hijo.
Hasta aquí el caso. Pienso que es interesante como se produce en este caso el
encuentro con el Un-padre, porque coincide dicho encuentro con el regreso del padre
de la paciente y con el comienzo de la historia, es con el regreso del padre donde la
historia comienza para ella como recuerdo, ya que antes no hay nada. La historia
comienza ahí, no tiene antes.
Les recuerdo lo que Lacan dice en “ De una cuestión preliminar…”: …para
que la psicosis se desencadene es necesario que el Nombre del Padre forcluido,
(verworfen, precluido), es decir sin haber llegado nunca al lugar del Otro, sea llamado en
oposición simbólica. Es la falta del Nombre del Padre en ese lugar, la que por el agujero
que abre en el significado inicia la cascada de donde procede el desastre creciente de lo
imaginario hasta que se alcance el nivel en que significante. y significado se estabilizan en
la metáfora delirante. Pero ¿cómo puede el Nombre del Padre ser llamado por el sujeto al
único lugar de donde ha podido advenir y donde nunca ha estado? por ninguna otra cosa
sino por un padre real, no en absoluto necesariamente por el padre del sujeto ,por Unpadre, baste que se presente en posición tercera en alguna relación que tenga por base la
pareja imaginaria a-a”, es decir yo-objeto o ideal-realidad, interesando al sujeto en el
campo de la agresión erotizada que induce. Búsquese en el comienzo de la psicosis esta
coyuntura dramática…
Se ubica para ellos, en este caso, como el regreso del padre, no como dice
Lacan: “… no en absoluto por el padre del sujeto…” sino que, aquí, si el padre del
sujeto interviene como el Un-padre que hace de tercero, dando lugar a la matriz del transexualismo delirante, en tanto interviene como terceridad ante la cual se realiza la
imagen del ideal materno, el pene real ,como la insignia del amor de la madre por el hijo.
En el desencadenamiento se hace presente que el órgano no está articulado a la
función, al menos a la función fálica, entonces, no es la imagen de lo que falta lo que
articula la matriz de la posición sexuada del sujeto, sino la presencia del órgano.
La respuesta del sujeto es la construcción de una idea transexual delirante sobre
su cuerpo y sobre su sexo. Esta idea se presenta bajo la forma de un sentimiento sin que
se observen trastornos del lenguaje. Es una idea delirante de significación personal, en la
que se presenta la fijeza de un sentido gozado , fenómeno de goce, que se asocia a un
neo-desencadenamiento y es lo que permite anotar este caso como un punto en la serie
de la psicosis ordinaria.
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