terça-feira, 30 de abril de 2013

Entrevistas NODVS. Marie Hélène Brousse. Barcelona 2013



 https://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=tShqXU6lMmM

Con ocasión de sus recientes exposiciones en la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y el Seminario del Campo Freudiano, en marzo del 2013, Nodus aprovechó para entrevistar a Marie-Hélène Brousse (quien no requiere presentación). Le preguntamos sobre las Consideraciones sobre la histeria de Lacan (que acaban de ser publicadas por la Editorial de la Universidad de Granada).

Los temas discutidos fueron: la histeria en tanto que metafísica, la pluralización de la castración, la estructura real del nudo borromeo, la resistencia de las mujeres a la geometría, y el fracaso histórico (según Lacan mismo) de Freud y Lacan.

Dormir no es tan fácil Vicente Palomera



Dormir no es tan fácil como parece. El número de clínicas del sueño lo atestigua. En 1900, Freud descubrió que el sueño era una ficción en la que se cifra el deseo del sujeto y que, más fundamentalmente, la función del sueño es asegurar el dormir. Era una formulación sorprendente. “¿Cómo?” –puede decir nuestro interlocutor– “¿el deseo humano es deseo de dormir? ¡Qué descubrimiento! De ser así, mejor vayámonos todos a dormir”. Pero, dormir es una actividad compleja: lo saben bien los insomnes, los sonámbulos y quienes, angustiados ven su descanso asaltado por terribles pesadillas. Las pesadillas pueden expresar un miedo casi mortal, con sensaciones de opresión que dificultan la respiración y, llegado el caso, con la convicción de una completa parálisis. Todo indica que el camino de la representación normal del sueño puede verse trabado por alguna razón.
Sabemos que el sistema de expresión que es el sueño posee sus propias leyes (Freud, La interpretación de los sueños, 1900). Exige que todas las significaciones, hasta las ideas más abstractas, se expresen por medio de imágenes. El lenguaje, las palabras, no constituyen, según Freud, una excepción a este respecto; se encuentran en el sueño como elementos significantes y no por el sentido que poseen en el lenguaje verbal. Esta condición comporta dos consecuencias: conduce a seleccionar entre las diversas ramificaciones de las ideas esenciales del sueño aquella que permite una representación visual (Darstellbarkeit). Esta sería una condición que no parece cumplirse en la pesadilla.
Cuando, en 1931, el psicoanalista británico Ernest Jones publica su estudio sobre la pesadilla (On Nightmare, 1931), muestra que lo correlativo a la pesadilla es el íncubo o el súcubo, es decir, aquel ser que te oprime el pecho con todo su peso opaco de goce extranjero. En este magistral ensayo nos encontramos con la lámina del cuadro de Johann Heinrich Füssli titulado “Pesadilla”, donde se ve una muchacha que se despierta aterrada al ver que sobre su vientre se ha acostado un pequeño monstruo negro. La pesadilla es experimentada como presencia de un Otro inquietante, ilustrada por la figura del íncubo, ese ser maligno que hace sentir todo su extraño peso de goce que nos aplasta.La pesadilla indica pues que la angustia se presenta como un desbordamiento de lo imaginario en lo real del cuerpo.
Jorge Luis Borges, que conocía el libro de Jones, evocaría este mismo cuadro para referirse a una de sus pesadillas más recurrentes: "Siempre sueño con laberintos o con espejos. En el sueño del espejo aparece otra visión, otro temor de mis noches que es la idea de las máscaras. Siempre las máscaras me dieron miedo. Sin duda sentí en mi infancia que si alguien usaba una máscara estaba ocultando algo horrible. A veces me veo reflejado en el espejo, pero me veo reflejado como una máscara. Tengo miedo de arrancar la máscara porque tengo miedo de ver mi verdadero rostro, que imagino atroz” (Las siete noches, 1980).
A su manera, Borges nombra la máscara como la envoltura del real que acompaña las actividades del sujeto. Es la razón por la cual, en una sesión de su Seminario dedicado a La angustia (el 12 de diciembre de 1962), Lacan subraya que “la angustia de la pesadilla es experimentada, hablando con propiedad, como la del goce del Otro". La expresión goce del Otro adquiere todo su valor, indicando que la pesadilla pone en juego un goce oscuro que no se presenta en forma de lenguaje: de él no se puede decir nada, es opaco, impensable e innombrable.
Pero que una cosa no se pueda pensar o nombrar no implica que no pueda ser experimentada. Hay existencias que no tienen nombre, ni representación significante y no por eso son menos reales. Igual que la angustia, la pesadilla es un acontecimiento corporal que hace presente lo indecible, aquello que de lo humano es inhumano y escapa a la solidaridad con la palabra. La pesadilla pone en juego un goce opaco, desconocido y, por ello mismo, sumamente desagradable para el soñante, al hundir sus raíces en un punto límite que Freud llamó “el ombligo del sueño”, punto que nos conecta con lo no reconocido (Unerkannt) y no reconocible.
Tanto las afirmaciones de Borges como las de Lacan tienen un denominador común: la pesadilla y los sueños de angustia nos ponen frente a esa opacidad del goce Otro que, en su despliegue, nos visita. Por todo ello, en cada despertar de la pesadilla, de algún modo sobrevivimos a esa vivencia tan próxima a la muerte y la locura.
Si por su funcionamiento y modalidad de representación el sueño debe generar satisfacción, la pesadilla sería el fracaso del deseo del sueño, deseo de dormir. En suma, si el sueño es una satisfacción obtenida por medio de representaciones de palabras, la pesadilla encarna el fracaso de la figuración del deseo inconsciente del soñante. La pesadilla es un sueño coartado en su finalidad.
Finalmente, las pesadillas nos confrontan con una cuestión central en nuestra experiencia como seres hablantes: ¿qué hace que eso que los sueños nos susurran pueda llegar a despertar algo que toca la belleza del sueño de un modo a veces atroz y punzante? En verdad, las pesadillas se ven seguidas por un sobresaltado despertar, quedando interrumpido nuestro reposo antes de que el deseo reprimido del sueño haya alcanzado, en contra de la censura, su completa realización. En estos casos, el sueño no ha podido cumplir su función, pero ello no modifica en nada su peculiar naturaleza.
Como señalamos más arriba, el sueño es como un vigilante nocturno encargado de proteger nuestro reposo contra posibles perturbaciones. Pero también los vigilantes despiertan al vecindario cuando se sienten demasiado débiles para alejar sin ayuda ninguna la perturbación o el peligro. No obstante, conseguimos muchas veces continuar durmiendo aún en el momento en que el sueño comienza a hacerse sospechoso y amenaza convertirse en pesadilla. En tales casos, solemos decirnos, sin dejar de dormir: «No es más que un sueño», y proseguimos nuestro reposo.

La Vanguardia, Suplemento Culturas/s , nº566, 24 de abril de 2013, p. 4.

La función de la escritura en la experiencia psicoanalítica*

El interés de Jacques Lacan, tanto por la letra como por la escritura, atraviesa toda su enseñanza, comienza con su seminario sobre La Carta Robada de 1957, basado en el famoso cuento de Edgar Alan Poe, sigue con su escrito de ese mismo año titulado La instancia de la letra en el inconsciente, continua con Lituraterrre, un artículo que forma parte del Seminario XVIII en el que nos da un apólogo de lo que es para él la escritura y llega hasta el final de su enseñanza, cuando introduce una nueva escritura, el nudo borromeo, construido con redondeles de cuerda. Lacan presenta su nudo por primera vez en el Seminario XX, Encore (1972-73), dedicándole un capítulo a la función de lo escrito. En este recorrido la escritura es abordada a partir de la lingüística, la lógica y finalmente la topología.
La necesidad de la escritura en el psicoanálisis.
Dado que el psicoanálisis es una experiencia de palabra, la pregunta de para qué necesita el psicoanálisis la escritura, parece pertinente. A pesar de que el psicoanálisis es una experiencia que no tiene otro medio que la palabra y de que no puede hacerse por escrito, sin embargo el psicoanálisis necesita el escrito porque la palabra es inasible, porque la verdad que la palabra porta siempre se escabulle,la verdad sólo puede decirse a medias, y porque es imposible decir toda la verdad. Esta imposibilidad para aprehender toda la verdad impide construir un saber sobre la verdad, razón por la cual no hay saber sobre la verdad en psicoanálisis, lo que es inaceptable para la ciencia.
Por otra parte, la verdad sufre una progresiva desvalorización en el curso de la enseñanza de Jacques Lacan, en beneficio de lo real, que se convierte en el polo que orienta la experiencia analítica. Real y escritura, ambos son necesarios para poder pensar un principio de conclusión de dicha experiencia, sin los cuales un psicoanálisis no tendría fin. Para poder concluir un análisis hace falta que no todo sea inasible, es preciso que algo se pueda cernir, y eso se logra gracias a la escritura.
La concepción que tiene Lacan de la palabra implica que la palabra misma tiene efectos de escritura, así vemos como lo que se descifra en la palabra bajo transferencia tiene efectos de escrito, efectos que permiten poder asegurar a un real de la experiencia. De este modo se escribe una secuencia que va de la palabra al escrito, y del escrito a lo real.
¿Cómo concibe Lacan lo real?
En un primer tiempo lo que hace función de real para Lacan se sitúa en el saber como un imposible, lo real es lo imposible de saber1. En este momento, es real todo aquello que la estructura del lenguaje no puede aprehender, por ejemplo: el deseo, por ser incompatible con la palabra, la causa del deseo, por ser irrepresentable, o lo real que comanda a la verdad, porque ésta es impotente para decir lo real.
No obstante, como la verdad insiste, esta insistencia abre la posibilidad de cierto apercibimiento sobre la causa real e innombrable que anima y comanda a la verdad. Dicho apercibimiento que se alcanza en el instante de un relámpago no llega sin embargo a transformarse en un saber sobre lo imposible. Es decir que ese instante de apercibimiento no se convierte en un saber, así lo afirma Lacan en La carta a los italianos, cuando dice que se trata de “un saber vano sobre un ser que se escapa”, o lo que es lo mismo: que no hay saber sobre el objeto innombrable a, aunque éste pueda ser inducido, o vislumbrado, a partir de lo que se constata de la insistencia del deseo.
En esta época su concepción del pase y del final del análisis se corresponde con la idea de que hay una travesía del fantasma que en el instante de un relámpago iluminaría la relación del sujeto con la causa de su deseo. Cuatro años más tarde, en el Seminario De un discurso que no fuera del semblante, Lacan da un paso más al buscar “lo que hace función de real en el saber”, no a partir de la inducción, como había hecho antes, sino a través de la escritura lógica y sus impases.
En este Seminario produce la diferencia entre la letra, que sitúa del lado de lo real, y el significante, que pertenece al semblante.
De la escritura lógica lo que más le interesa es su límite, es decir lo imposible de escribir. También se interesa por la escritura china, a la que toma como modelo de escritura porque en la caligrafía china la letra tiene al trazo por fundamento.
Palabra y escritura
Lacan dedica el capítulo V del Seminario XVIII a mostrar que hay una articulación necesaria entre la palabra y la escritura, articulación sin la cual hablar de escritura en psicoanálisis no tendría ningún sentido. En dicha articulación la palabra goza de anterioridad con respecto al escrito.
En psicoanálisis palabra y escritura no están separadas como se podría creer, lo que se escribe fue primero palabra y lo que contingentemente deja de no escribirse y se escribe, se escribe sirviéndose de la palabra. La palabra es primera respecto de la escritura y lo que la escritura escribe no es otra cosa que lo que del goce se fija. Dicho en otros términos el goce se fija al escribirse.
Tomaré un ejemplo de esta articulación entre palabra y escritura del artículo de Éric Laurent titulado La lettre volée et le vol sur la lettre2.
Nos lo proporciona el escritor francés Michel Leiris quien lo menciona en sus escritos como el primer recuerdo de su infancia. Siendo niño, Michel Leiris estaba jugando con unos soldaditos que le gustaban mucho, en un momento dado su soldadito preferido está a punto de caerse y romperse, pero, por suerte, él logra agarrarlo al vuelo al mismo tiempo que exclama “¡reusement!”. El niño quiso decir “felizmente”, quiso decir que por suerte el soldadito no se había caído, pero no dijo la palabra correctamente, se comió una parte de la palabra (heu) y la madre, que estaba presente, en lugar de hacer una broma con el invento de su hijo, le corrigió diciéndole: “se dice heureusement.”
A partir de entonces el niño, cuya alegría reusement la madre no supo acoger, se transformó en un ser triste y reusement, en lugar de ser el signo de su alegría escribió el goce perdido cómo la letra de su tristeza pues la intervención de su madre le hizo perder l´heureux, atándolo a la desgracia para siempre. Lo que sucede no está ligado al efecto de significación sino al afecto de goce, en el mismo contexto, las cosas hubieran sido diferentes, si él hubiera tenido una madre más alegre, menos depresiva, que en lugar de fastidiarlo con ese purismo, hubiera hecho un chiste del que los dos se hubieran reído.
La felicidad de este niño quedó perdida para siempre, la intervención de su madre hizo que su posición subjetiva quedara ligada a la compañía del malheur, de la desgracia, desgracia que siempre se le hacía presente a través de todas las significaciones, y de todos los efectos de sentido, convirtiéndose en compañera del sujeto.
Michel Leiris hizo un largo análisis después de un intento de suicidio grave. Como escritor fue un escritor que ya nunca más le consentiría a nadie decirle cómo se dicen las palabras, pues él mismo se erigió en el amo de las deformaciones que introdujo en su escritura.
Así vemos cómo lo que primero fue jaculatoria dicha por el niño, terminó escribiéndose como letra de goce.
La escritura-en-Lituraterre.
En este escrito Lacan nos presenta un apólogo de la escritura, al que J.A. Miller, con ironía, califica de apólogo meteorológico. Allí cuenta que al volver de un viaje a Japón por una nueva ruta que atraviesa Siberia, una ruta que hasta entonces había estado cerrada, le sucede algo que podríamos calificar como un acontecimiento de goce producido en condiciones especiales de espacio y tiempo3: desde la ventanilla de su avión, ve los surcos dejados por la lluvia sobre la desierta planicie siberiana y lo que ve le hace pensar en una escritura, todo sucede en el transcurso de un instante.
En esta topología del espacio vacío y del tiempo como instante de ver, “la única condición decisiva es la del litoral”. Las huellas producidas por la lluvia al caer constituyen con sus líneas una orografía que tiene relieve.
Según M.H. Roch, Lacan, no sólo da valor de escritura a lo que está viendo sino que, aunque él no lo diga, el relieve de esa orografía le evoca la escritura china, y más precisamente el trazo del calígrafo4, no el de cualquiera sino el de Shitao, el pintor calígrafo del siglo XVII al que había conocido gracias a François Cheng5, el calígrafo que habló del “único trazo del pincel”.
“Así fue como irresistiblemente se me presentó (…) entre las nubes, el aluvión, que es la única huella que aparece para producir, más que para indicar, el relieve (…) en la llanura siberiana, planicie verdaderamente desolada (…) sin ninguna vegetación más que ref lejos de este aluvión que empujan a la sombra lo que no resplandece”6.
Esta escritura no está hecha para indicarle nada a nadie, pues no hay nadie, la estepa está desierta.
¿Qué es lo que escribe la escritura?
Lo que esta escritura escribe no es otra cosa que el goce y el lugar donde se escribe no es otro que el cuerpo, el cuerpo como sede del goce, como lo definirá Lacan más adelante7.
“Lo que se evoca de goce cuando se rompe un semblante es lo que en lo real se presenta como erosión. De ahí que la escritura pueda considerarse en lo real la erosión del significado, es decir, lo que llovió del semblante en la medida en que eso es lo que constituye el significado (…) La escritura, la letra está en lo real y el significante en lo simbólico”8.
La nube como semblante, -significante que se ve-, y la naturaleza está llena de esos semblantes, según Lacan; la lluvia que cae de la nube-semblante como significado de goce que llueve del semblante “cuando éste se rompe” liberando las materias en suspensión. Este significado de goce que cae erosiona la tierra, deja huellas, escribe.
¿Qué es lo que en la experiencia analítica podría dar cuenta de esta imagen?, ¿con qué se correspondería la expresión “cuando se rompe un semblante” cuando estamos en el discurso analítico?
Lo que en la experiencia analítica nos puede evocar la ruptura de un semblante es la caída de los significantes amos en el análisis, caída que pone de relieve cuál era la economía de goce que ese significante ordenaba.
En el caso de Michel Leiris el análisis tendría que haber producido el S1 al cuál él se identificó: “el niño desgraciado” al que se identificó cuando su bonheur, su reusement, no fue bien acogido por su madre, una madre con problemas depresivos graves.
Lo que se escribe en el cuerpo, dice Lacan, reproduce la mitad de goce del sujeto (a).
Además de haber diferenciado la letra del significante, Lacan distingue también9, el rasgo unario, de la letra, situando al rasgo unario del lado del sujeto y a la letra del lado del objeto.
Ya había dicho que el sujeto surge a partir del borramiento del rasgo unario, razón por la cual decimos que el sujeto es en esencia defensa. Del borramiento del rasgo unario surge el sujeto, es decir surge una mitad del sujeto, la mitad susceptible de ser representada por el significante amo S1.
La otra mitad del sujeto, la que no es susceptible de ser representada, puede sin embargo escribirse, estamos hablando de la letra a; la letra de goce que se escribe como un acontecimiento del cuerpo.
La caligrafía china como arte del trazo único.
A Lacan le interesa la caligrafía china como arte del trazo único, un trazo que siendo único se puede sin embargo reproducir. En la caligrafía china la grafía del trazo inscribe la singularidad de un gesto, gesto irreductible aunque constante que se distingue de la universalidad del significante. La caligrafía apuesta por juntar la univer- salidad del significante y la materialidad singular que alcanza al ser y su goce.
Ese único trazo del pincel es equivalente a la letra, letra producida por el aluvión que erosiona y hace de la letra litoral, un litoral que separa dos dominios heterogéneos: el goce y el sentido. Esta concepción de la letra como litoral es a su vez una versión de lo que el pensamiento chino llama “el vacío mediano” y la respuesta de Lacan a la imposibilidad de escribir la relación sexual10.
“En la cursiva el singular de la mano aplasta el universal, o sea lo que yo les enseño que vale como significante”.11
Producir lo singular como hace el pintor calígrafo es lo que puede hacer el psicoanálisis. El psicoanálisis puede producir el trazo del Uno absoluto, o si se prefiere, producir la letra de goce del síntoma, lo más singular de un sujeto.
La culminación de este recorrido en el que Lacan se sirve de la escritura lógica y sus impases, y de la caligrafía china para producir la letra como litoral, dará lugar a una concepción del pase y del final del análisis a partir de la demostración lógica de lo imposible de escribir.
En esta lógica lo que no cesa de no escribirse, lo imposible de escribir, tiene función de real.
¿Qué es, entonces, lo que deja de no escribirse y se escribe en el flujo de la verdad siempre medio dicha en un análisis?
Al reformular la definición clásica de las modalidades lógicas e incluir en ellas el tiempo, Lacan puede llegar a articular que es a partir de lo que “contingentemente se escribe” en un análisis como se puede demostrar lo que es imposible de escribir.
Al mismo tiempo, el hecho de que contingentemente algo pueda dejar de no escribirse y se escriba, permite concebir el psicoanálisis, no sólo como una exploración de lo que está ya escrito y se repite, sino también como una exploración de lo nuevo que se puede llegar a escribir. Lo nuevo, en psicoanálisis, tiene relación con los beneficios terapéuticos que en esta experiencia se pueden obtener.
El decir del análisis permite poner en su lugar la función Ф(x), la que sitúa el goce como castrado y ello implica que la castración deja de no escribirse y se escribe. Lacan dice lo mismo de distintas maneras: “el análisis hace de la castración sujeto, o la histérica no se percibe como castrada más que a partir del análisis”12.
A partir de 1970 Lacan acentúa su “Hay lo Uno y nada más”13. Ese Uno que se escribe, que cesa de no escribirse, demuestra lo que no se puede escribir, a saber, el Dos que permitiría escribir la relación, entre el Uno y el Otro sexo. Lo imposible de escribir queda demostrado a lo largo del análisis por la escritura repetida del Uno y este imposible constituye el real propio al psicoanálisis, un real diferente del de la ciencia. A partir de estos desarrollos, el fantasma, aparece como una suplencia imaginaria de lo real, es decir, de la imposibilidad de escribir la relación entre el Uno y el Otro.
El pase se reformula entonces como demostración de este imposible, demostración que no se hace sobre el papel sino en la cura, en el caso por caso, a través del cuestionamiento de la vida amorosa de los sujetos, hasta que la insistencia del Uno en el análisis vale para demostrar la imposibilidad del Dos, lo que haría del pase un “pase al Uno” y también “un pase a la imposibilidad del Dos”.
El síntoma como goce de una letra del inconsciente.
Esta propuesta hecha en 1975 se fundamenta en la diferencia ya realizada en el S. XVIII entre semblante y letra. En RSI13 sitúa el síntoma como un desbordamiento de lo simbólico sobre lo real en el nudo borromeo, el síntoma como un efecto de las palabras que escribe un goce que es fálico.
Esta nueva tesis está avalada por el paso franqueado en Encore donde Lacan había situado el significante al nivel del goce, lo que quiere decir que entre significante y goce hay coalescencia y no diferencia, a partir de ahí la noción de la letra como litoral que separa dos dominios heterogéneos, se vuelve obsoleta.
La letra del inconsciente de la que se goza en el síntoma es idéntica a sí misma, no llama a ningún complemento, ni pide nada. La mejor ilustración de esta concepción de la letra la encontramos en Finnegans Wake15, donde Joyce realiza una escritura que no está hecha para ser leída y donde hace un uso de la letra que es el mismo que constituye el nudo del goce autista de su síntoma.
El final del análisis y el pase son concebidos ahora por identificación al síntoma. La identificación al síntoma al final del análisis implica un cambio, implica cambiar el síntoma de transferencia por el síntoma fundamental, y pasar de la indeterminación a la consistencia, de lo evasivo a la aserción y de la falta en ser, al ser de goce.
El beneficio de la identificación al síntoma es un efecto de separación que da una solución al lazo transferencial sin que se produzca un retorno a la alienación al Otro con mayúscula. Además, la identificación al síntoma es lo que permite concluir un análisis.
Por otra parte, haber encontrado un final para la experiencia psicoanalítica a través de la identificación a la letra del síntoma, no debe hacernos olvidar que hay una opacidad del goce que no se deja atrapar por el saber, lo que explicaría el retorno de algunos AE al análisis después de su nominación.
Si es verdad que los efectos de lalangue16 sobrepasan con mucho todo lo que el sujeto puede atrapar y que el Uno encarnado que constituye la letra del síntoma, permanece indeciso, entre el fonema, la palabra, la frase o incluso todo el pensamiento17, poder localizar la letra del síntoma con certeza se torna problemático, sólo se podría hacer de forma hipotética. De hecho, podemos haber tomado la dimensión de nuestras inercias de goce, sin que por ello sepamos decir cual es el Uno que las fija, más que de un modo hipotético.

LA AUTORA
Araceli Fuentes García-Romero. A.M.E. Psicoanalista en Madrid,
Miembro de la ELP y la AMP.
Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP, Madrid.

Referencias
1 C.Soler, L´inconsciente réinventé. Ed.Puf, París 2009. P. 18.
2 E.Laurent, “La lettre volée et le vol sur la lettre”, Revue de L´école de la cause freudienne, nº43.
3 M.-H. Roch, “Du litoral en psychanalyse. Une lecture de Lituraterre”. Curso del 7 de diciembre de 2009. Web ECF.
4 F. Cheng, Vacío y plenitud. Ed Siruela, 2008.P. 199.
5 Ibid.
6 J. Lacan, “Lituraterre” en De un discurso que no fuera del semblante. Ed. Paidós, 2009. P. 105.
7 J. Lacan, Seminario XX Encore. Ed Paidós, 1981.P. 32.
8 J. Lacan, De un discurso que no fuera del semblante. P. 113.
9 J Lacan, Ibid. P.112.
10 M-.Roch, ibid.
11 J. Lacan, Seminario XVIII, De un discurso que no fuera del semblante, Ed. Pidós, 2009, P. 111
12 J.Lacan, Compte rendu du Séminaire La logique du fantasme. Autres écrits. Ed. Seuil, París 2001.P. 323.
13 C. Soler, L´inconscient qu´est-ce que cést?, Curso 2007-2008, pg.142.
14 J. Lacan, RSI, seminario inédito. Clase del 21-1-1975.
15 J.-A. Miller, Choses de finesse en psychanalyse, Curso 2008-2009
16 J. Lacan, Seminario XX Encore, Ed.Paidós, 1981. P..165.
17 Ib., pg.168.
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EL NIÑO EN LOS INICIOS DEL SIGLO XXI *


http://nel-medellin.org/el-nino-en-los-inicios-del-siglo-xxi/

José Fernando Velásquez**
Es fundamental, para comprender los síntomas de los niños y adolescentes y la problemática que ellos sufren, pensar la posición que en la actualidad ocupan la infancia y la niñez en el discurso del Otro (social, comercial, parental). Se hace necesario estudiar y profundizar en ese Otro actual, contemporáneo, que tiende a ser unificado por la globalización, aunque posea sus particularidades en cada familia, grupo social, etc. ¿Cómo producir, entonces, un enganche entre el saber sobre el inconsciente del niño y el discurso del Otro de la época? En esta dirección, este texto se orienta a partir de las siguientes preguntas:
• ¿Cómo se instala el niño en la época actual?
• ¿Qué le demanda el mundo adulto al niño de hoy?
• ¿De qué modo responden los niños, con qué síntomas?
• ¿Qué tipo de sufrimiento y afecciones tiene el niño de hoy?

1. El niño es el sujeto contemporáneo por excelencia

A diferencia de los adultos, el niño no trae en su propia experiencia la carga de otros discursos; él no tiene que hacer cambio de mentalidad, no tiene que adaptarse. El niño simplemente responde de forma directa a la contemporaneidad, y en esa medida se estructura. En la clínica que se elabora con ellos se pueden leer y descifrar los efectos del discurso de la postmodernidad sobre el sujeto y una perspectiva de nuestra época.
La postmodernidad ha desmitificado la familia nuclear como la organización normal y universal, y ha pasado a reconocer otras formas de vida que también son llamadas familias: las hay de todo tipo, extensas, nucleares, reconfiguradas, mixtas, monoparentales, homosexuales, etc. Sí con Freud y Lacan afirmábamos que la Metáfora Paterna, aquel dispositivo psíquico que arma la estructura del deseo y que permite tramitar buena parte de la satisfacción de un ser humano, no alcanza a metabolizar todo el goce, hoy más que nunca encontramos el ensanchamiento de esa hendidura estructural por donde se filtra lo vertiginoso del mundo global, virtual, de los objetos técnicos, del vacío, del sin sentido de la vida.1 La caída del referente familiar genera escenarios donde se está más cerca de lo Real (lo inasible, lo imposible) en cualquiera de sus formas: la agresión, la violencia, la adicción, la intolerancia, la promiscuidad, la prostitución y los nuevos modos de relación con otros, como por ejemplo las tribus, las bandas, las conductas extremas, etc. La familia como tal, ha dejado de ser el vehículo privilegiado de la transmisión generacional, la fuente de identificaciones; este lugar es ocupado generalmente por los medios de comunicación social, cuyas figuras muchas veces se transforman en modelos y parámetros identificatorios. Los personajes de moda -reales o virtuales-, suelen configurarse en imágenes que funcionan como ideales de sexualidad, poder, fuerza o belleza, y por ello devienen familiares a los niños y jóvenes contemporáneos.
Siempre han existido los niños, pero hoy hay nuevas coordenadas que han trazado un nuevo lugar para el niño dentro de lo social. Ha quedado atrás la condición de inexistencia que prevalecía siglos anteriores al XVII en cuanto a la figura del niño. En la actualidad, los niños constituyen el núcleo central de la institución familiar, son el principal grupo poblacional que determina el consumo, además de ser el elemento que potencialmente debe ser más capacitado y entrenado para sostener y enfrentar el mundo del futuro. Muchas veces en la clínica nos encontramos con situaciones en las que un niño es el sostén (imaginario y simbólico) de uno de los padres o de la pareja, o también que sostienen el goce de uno de sus padres. Este tipo de situaciones provoca un reordenamiento familiar, en el cual los menores han ido ganando un gran poder, encarnan el ideal, son la promesa de los padres, no para el futuro sino para el presente.
A la par de las modificaciones en la familia, en la postmodernidad la escuela ha dejado de ocupar el lugar por excelencia para la recepción de conocimientos. Gracias al lugar social que adquieren los medios masivos de comunicación y las tecnologías de la información, la escuela deja de ser la forma privilegiada de la educación en el siglo XXI. Quizás estemos ante la asunción de una nueva forma de realizar la función educativa, forma que por primera vez desde el siglo XVI no se apoya, en lo fundamental, en la escuela y el maestro.2
La informática y las nuevas ciencias de la vida (genética, neurociencias, biología molecular), con sus recientes avances y desarrollos, han afectando en la última década la forma en que pensamos la vida, la naturaleza y el cuerpo. Ello afecta también nuestra concepción de ser humano, y mucho más, la de los niños y adolescentes contemporáneos. Ejemplo de lo anterior son los bebes probeta, que están entre nosotros desde 1990: el niño como objeto de consumo para los padres, diseñado por tecnología en el laboratorio y convertido en producto. Cualquier mujer, cualquier hombre, cualquier pareja se atribuye el derecho de tener un hijo, saltando cualquier impedimento, incluso que uno de los padres haya muerto: puede buscarlo por medios técnicos o por adopción, y encontrarlo en ese mercado especializado que moviliza millones de dólares. Ya son muchos los niños que son el producto de los avances científicos. Para muchos adolescentes de hoy, son naturales los nuevos dispositivos (celulares, palms, acceso y conexión a la Internet); estos procesos forman parte de su vida, nacieron compatibles con esas máquinas, hasta incorporan a su lenguaje habitual, palabras como “conectarse” y “bajar de la red”. La infancia, la niñez y la adolescencia, hoy se reafirman alienadas en mayor o menor medida a la tecnología y al consumo, de acuerdo al nivel de acceso al capital y al mercado; están capturadas y desorientadas en el mundo de la imagen que se expone en los medios y que ocupa un lugar central en cualquier actividad; están condicionadas por ese eslogan repetido incesantemente “mira, te ofrezco lo que te falta”, para generar, más que el deseo, el acto de consumirlo; niños y adolescentes están presionados por la velocidad y la rapidez, todo les es urgente y vertiginoso; sus referencias han cambiado, cada vez se sostienen más en la realidad virtual, computarizada, informatizada y digitalizada.
Anteriormente los niños eran una herencia en vida que enviaban nuestros padres a otro tiempo que ellos no conocían o en el cual seguramente no vivirían, todo era interpretado desde un axioma que le decía el padre al hijo: “Mi tiempo es el de ahora, el tuyo será el del mañana”. Hoy en día les exigimos a los niños que se realicen aquí y ahora, les ordenamos actuar como debería hacerlo un adulto. El tiempo para los niños ha cambiado, y la proclama de padres a hijos es: “Tu tiempo es el presente”, no hay aplazamientos. Los niños están, entonces, bajo numerosos imperativos. Sumado a esto, sus cuerpos son más ávidos y ansiosos que disciplinados, son cuerpos superexcitados, incitados a consumir constantemente, cuerpos que quieren siempre algo nuevo: experiencias extremas, una constante necesidad de mejorar su condición, cualificarse, potencializarse, superar los límites.
De igual manera, encontramos al niño y al joven como objetos de comercio sexual en páginas de Internet, vinculados con academias que los promocionan en el mundo de la publicidad y el modelaje, trabajando en la prostitución y demás. El uso de niños en los comerciales garantiza la penetración que tiene cualquier mensaje en el oyente, y esto condiciona una manera de vender y jalonar el mercado de cualquier tipo de bienes. Del mismo modo, niños y adolescentes participan de manera activa en los conflictos armados. Los juguetes que hoy se les ofrecen, con los cuales consumen su tiempo, son fugaces, tienen una vida media cada vez más efímera, estrategia de los grandes productores que encuentran siempre sustitutos en los personajes de películas que salen al mercado cada 6 meses. Los niños en la actualidad poseen otro modo de jugar, imaginar, sufrir, pensar y construir su realidad.
¡Todo es tan diferente a lo que nosotros vivimos! Y nos preguntamos en medio del desconcierto, ¿qué es lo que pasa?

2. La desaparición de la infancia

Las expectativas y las exigencias en torno a los niños se han multiplicado, y esto incide en el desvanecimiento de la infancia. Postman, autor brasilero, dice en su libro La desaparición de la infancia que el acceso ilimitado a los medios de comunicación destruye o al menos torna incierta y difusa la línea divisoria entre la infancia y la adultez de hoy. El autor opina que el tipo de mensajes ya no discrimina entre adultos y chicos, ya no hay secretos para la infancia; sólo hay que ver la omnipresencia de los Reality Shows, que muestran sin ningún control la intimidad del otro, violando la privacidad voluntariamente y haciéndola pública. Más bien, lo que hay son secretos hechos para los adultos que se quedaron rezagados y no accedieron a la velocidad ni al despliegue tecnológico actual.
La infancia sigue a merced del maltrato, del desplazamiento, de la pobreza extrema en el mundo subdesarrollado. A partir de estas condiciones, el niño debe hacerse adulto lo más temprano posible, y esto se ve reflejado en su actividad, su lenguaje, sus formas de juego, sus costumbres, además de la forzada responsabilidad por la supervivencia. Cada vez son más adolescentes quienes pertenecen a grupos de milicias y quienes tienen a su cargo la responsabilidad de crear un orden imperante, en el cual el Estado no hace presencia. Pero no sólo en el mundo subdesarrollado la infancia es objeto de ultraje. El matutino The Daily Telegraph, de Inglaterra, divulgó una carta firmada por 110 personalidades en la que se advierte que los niños británicos “están siendo empujados a la adultez antes de tiempo”. Señala el texto que “un cóctel siniestro de comida chatarra, marketing de la sexualidad, juegos electrónicos y éxitos fáciles les están envenenando la vida. El efecto que sobre los chicos ejerce esta presión despiadada para que dejen de ser lo que son se traduce en graves desórdenes mentales y en irregularidades de conducta”.3
Otro aspecto importante se refiere al ingreso satisfactorio del niño al mundo de hoy, para lo cual sería necesario darle la mayor competitividad en el menor tiempo posible. Cualquier retraso en ello puede ser calificado como fracaso, y el adulto no debería permitir que el niño quede “por fuera del sistema”; las expectativas y las exigencias en torno a los niños se han multiplicado, lo cual se evidencia en aspectos como la adquisición de una segunda lengua, el afán por manejar aparatos electrónicos y computadores, la competitividad deportiva, la capacitación en múltiples competencias, etc. El exceso de expectativas sobre el hijo, el afán de que obtengan éxito y logren las mejores oportunidades, presiona y acosa el psiquismo infantil del niño en función de que responda a carencias que son de los padres. Así mismo, en el ideal que tienen padres e instituciones no se tolera que el niño sea diferente a lo soñado o que no vaya a la par con las expectativas propuestas; cualquier desviación voluntaria o involuntaria del niño, es sentida como un corte de aquel hacia el deseo del adulto.
Teniendo en cuenta lo anterior, la escolaridad constituye un ejemplo claro en cuanto a las formas como son percibidos el niño y sus fallas, además de ser la plataforma en la que el adulto inicia una mirada que determina, nombra y fija al niño dentro de una serie de significantes tales como: desatento, hiperactivo, oposicionista, fóbico, etc. Es tal el poder de esa mirada evaluadora que otras capacidades, necesidades y deseos de los niños quedan sin tener ningún espacio para desarrollarse.
Así, a medida que el niño y el adolescente avanzan en edad, quedan expuestos a mayores riesgos, aunque hay que reconocer que también existen hoy más opciones para que el joven encuentre beneficios y estabilizaciones. Durante mucho tiempo ha prevalecido una tendencia a juzgar las conductas del adolescente con un criterio recriminatorio basado en una dialéctica negativa, de crisis y problemas. Ahora esta opinión tradicional se cruza con otra consideración más respetuosa, basada en lo que son los atributos de los adolescentes: ellos valoran la vida sentimental de manera más inmediata, tienen una inimaginable cantidad de habilidades del pensamiento (abstracción), asumen nuevas formas de inserción en lo social, son más frescos, singulares y espontáneos en sus formas de identificación; su proximidad a la informática y la tecnología de todo tipo les permite con una rapidez envidiable -deseada por los adultos-, asumir formas de trabajo completamente nuevas. Jóvenes y adolescentes son los grandes innovadores en el mercado y en la creación de marcas y empresas, tanto que cada vez es menos posible distinguir la adolescencia de la edad adulta en función de la preparación para la vida.

3. Las manifestaciones del malestar en el niño

La infancia feliz es un mito. La imagen del niño feliz, ingenuo, angelical, sin problemas, sin pérdidas, sin conflictos ni defectos, en un mundo encantador de ensueños, es inexistente. Ese mito es lo que está infiltrado en nuestra lectura tradicional de la infancia. Un niño recién llegado a este mundo puede sufrir desde su más tierna infancia, y ese sufrimiento acompaña su desarrollo y estructuración. Los síntomas y los malestares del niño desmienten ese ideal de plenitud imposible de cumplir a pesar de ser el preámbulo de la constitución de los ideales parentales, sociales y escolares. Mientras más creamos en ese mito, más se desestima la función de la respuesta del niño frente al encuentro con la adversidad, incluida la respuesta sintomática.
Si en medio de esta acumulación de exigencias con respecto al Otro postmoderno, el niño tiene que manifestar su desacuerdo, su malestar o su angustia por asuntos personales, familiares, o relacionales, ¿qué espacios tienen para hacerlo? ¿De qué medios dispone? ¿Cómo puede desarrollar su síntoma? La realidad actual desconoce lo singular y globaliza la niñez, sus necesidades, sus ideales, sus imágenes, sus síntomas; desconoce las formas de respuesta que ellos mismos desarrollan porque todo se interpreta desde un estándar, tanto las evaluaciones que se hacen como las soluciones que se proponen.
El niño se sirve de lo que encuentra en el Otro para fijarse en algunas identificaciones y también para tramitar su malestar.
• Los niños responden poniendo todo su interés en una pantalla del computador o en las consolas del Play Station, el Wii, o el Xbox, creando una brecha entre su mundo virtual y la realidad de sus hogares o vecindarios, no siempre disfuncionales. La realidad virtual es una producción tecnológica de puras imágenes impalpables, incorpóreas e incapaces de realización humana que sustituye la realidad por otra simulada y artificial. Muchos países abren centros de tratamiento a menores adictos a la Internet. En China se calcula que uno de cada ocho usuarios jóvenes de la Web son adictos y pasan conectados más de 35 horas semanales. Ya no ponen el cuerpo en el parque, en la bicicleta, ya no interactúan, a no ser que sea algo extremo, y aún así, esa experiencia se extingue.
• La identidad que logran está mediada por las imágenes de las pantallas y los juegos en línea. Existe hoy un exceso de lo imaginario que hace desaparecer la realidad, según lo decía Jean Baudrillard; “En reemplazo de la realidad hemos construido una simulación, una enorme máquina de producción en serie y comercio obsceno de imágenes. El individuo ha quedado reducido a desempeñar el papel de receptor pasivo”. Como comenta Rodrigo Restrepo,4 hemos entrado por completo en la pantalla, como Alicia cuando atravesó el espejo. El drama al que se ven expuestos niños y adolescentes contemporáneos es que han tomado como realidad lo que es una proyección.

4. El malestar del niño y su síntoma.

Los síntomas en la infancia nos dan cuenta del malestar que aqueja a los niños, en tanto estos realizan sus síntomas, los ponen en escena donde el Otro no pueda dejar de verlos, de tenerlos en cuenta, de considerarlos y buscarle soluciones. De esta forma, el síntoma se presenta en dos vertientes. La primera de ellas se refiere al Otro y respecto del Otro; la segunda se refiere al síntoma como respuesta del ser, a su soledad. El síntoma es el modo de denunciar un límite y de demandar otra forma de presencia, de encuentro, de lazo con el adulto, con el saber y con el Otro contemporáneo. El síntoma en los sujetos más pequeños está marcado por la angustia y la imposibilidad de inscribir simbólicamente lo que les sucede. Es a partir de la imposibilidad de trascripción y de representación, que un síntoma puede ser lo que representa al sujeto problematizado que hay en el niño.
En el ámbito escolar y en su cuerpo es donde se manifiestan más crudamente los síntomas del niño y del adolescente: trastornos en la alimentación, el aprendizaje, la actividad escolar, el lenguaje, así como la depresión, la agresión, las adicciones, las sobreexcitaciones y la apatía, son el motivo constante de consultas y preocupaciones tanto en el ámbito clínico como educativo.
El problema surge cuando el niño realiza el síntoma frente a un Otro que no es capaz de interpretar la dimensión subjetiva que implica, alguien “analfabeta” respecto a lo que sucede en el niño. Es como si a un bebé se le cambia el pañal porque llora, cuando lo que tiene es hambre. La confusión y el cuestionamiento en que se encuentra la pareja parental hacen que cuando los chicos presentan problemas o dificultades, se considere que son mejor atendidos y orientados por especialistas, que en las propias familias. El Otro social, contemporáneo, que es evaluador y científico por excelencia, trata el sufrimiento del sujeto menor a partir de nominaciones: “es hiperactivo”, “oposicionista”, etc. A renglón seguido, muchas veces se lo medica o se lo mira a través de distintas terapias; otras veces se le fuerza a nuevos regímenes didácticos o pedagógicos, sometiéndolo a la institución o al profesional especializado. De esta manera, en la mayoría de las disciplinas Psi, hay una tendencia biologista muy fuerte: el científico tiene una respuesta explicativa y en el extremo de estas respuestas, encontramos que lo que está escrito en el código genético es responsable de todo el malestar, no sólo el del niño, sino el de cualquiera de nosotros.

5. Cómo el psicoanálisis asume a un niño.

El psicoanálisis asume que en un niño hay un ser que tiene un decir, un nombre, y que además, es un ser vulnerable a como es nombrado, mirado y gozado por la lengua, los afectos y las condiciones del Otro. El niño está inscrito en relación al semejante por medio de un lazo en el que debe representarse él mismo y representar al otro en un juego especular. Es un ser que hereda lo que se le transmite, no sólo porque tiene un código genético, sino debido a su condición de ser un parlêtre, un ser de la palabra. El niño depende del Otro, más allá de la necesidad, como modelo y como espejo, y es en la interacción con ese Otro, que el niño puede alcanzar la consistencia de cada uno de los elementos que conforman su estructura psíquica.
El psicoanálisis reconoce también que en el niño hay un goce, una forma de satisfacción desligada por completo de todo sentido y de toda consideración lógica, es decir, que el niño tiene una satisfacción que es autista, desprendida de todo Otro. Ya no es el niño como partenaire de la pareja parental, ni de la madre, sino él solo, jugando la partida con un goce que le es esquivo de manera permanente. Ese encuentro con la falta de goce que irrumpe y se constata a través del Otro, incluso más allá de la familia, por ejemplo en la institución educativa, hace estallar la unidad narcisista o la estabilidad previa que el niño había alcanzado, y lo confronta, en primer lugar con un no saber qué hacer, y segundo lugar, con la necesidad de inventar una salida.
A diferencia de lo que se hace desde otras disciplinas, el psicoanalista reconoce que la angustia del niño implica un llamado, una manera de dar cuenta de un combate que se le plantea en ese momento de la existencia, y no de cualquier manera, sino con aquello más singular, que hace objeción y se resiste a la asimilación por lo tradicional.
El psicoanalista oferta un encuentro con el niño, donde el mismo niño pueda exponer su síntoma articulado a su decir, (puede ser también a través del juego y del dibujo); se le da una connotación significante, para encontrar con él lo singular de cada acontecimiento. La angustia se escenifica en el escenario transferencial, se introducirse como incertidumbre y enigma en ese artificio, y el analista se presta para que lo que allí acontezca sea una construcción, una creación que engendre una transformación. La apertura de oportunidades bajo transferencia amplía los campos de la experiencia, les permite relativizar pseudos-soluciones inmediatas y riesgosas, como son -en el mundo de hoy-, la cultura del riesgo y la transgresión, el consumismo, lo efímero y la evasión.
Tal vez lo más particular del psicoanálisis, desde el ángulo de los resultados, no es su vertiente terapéutica, sino asuntos como la reubicación que se le da al sujeto (niño o adolescente) frente a su propia existencia, además de un saber arreglárselas con su ser, en cuanto a las dimensiones de ser un ser hablante y un ser de goce.
* Clase de Apertura del Curso de Introducción al Psicoanálisis “El niño en los inicios del siglo XXI”, organizado por la NEL-Medellín. Julio 18 de 2007
** Psiquiatra, Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Nueva Escuela Lacaniana, NEL-Medellín. Director de la NEL-Medellín
1 López, Oliden Rubén. La familia y el practicante hoy. En: Actualidad de la desvergüenza. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral. 2005.
2 Noguera R., Carlos Ernesto. Globalización, educación y escuela.
3 Kovadloff, Santiago. Empujados a abandonar la infancia. Diario la Nación, Buenos Aires. Argentina. Edición del 7 de enero, 2007.
4 Baudrillard, Jean, Reality, El gran hermano. Comentado por Rodrigo Restrepo Ángel, en: Revista Arcadia. Abril 2007.

Carta a los diputados de Jacques-Alain Miller Sobre el Matrimonio homosexual, derecho del niño y función paterna


Señora Diputada, Señor Diputado,
Tengo el honor de dirigirme a Uds. a través de un sobre con un folleto del
cual esperamos que enriquezca vuestra información sobre la cuestión del
matrimonio.
Las circunstancias presentes son para nosotros la ocasión de constatar hasta
que punto habíamos descuidado el comunicarles a Uds. los trabajos, las posiciones,
mismo la existencia de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, siendo
que ésta es la más importante organización psicoanalítica en el mundo tal
como la IPA (Asociación Internacional de Psicoanálisis), cuya creación fue decidida
bajo la iniciativa de Freud en el Congreso de Nuremberg en marzo de
1910.
La Asociación Mundial de Psicoanálisis se creó en París el 7 de febrero de
1992 (wapol.org). Siete Escuelas y múltiples Institutos están afiliados a ellas.
La ONU la ha reconocido como ONG, con el estatuto de Special Consultant.
Con motivo del actual proyecto de ley, numerosos mediadores pareciera que
estuvieron convocados por el Parlamento en nombre del psicoanálisis, de la
psiquiatría y de la psicología. Resulta significativo que ningún practicante
miembro de la AMP lo haya sido. ¿Cómo explicarlo salvo por nuestra enorme
discreción? Desde que el saber psicoanalítico está cada vez más solicitado en
el debate público y que nosotros tenemos como hábito ser reservados, esta
vez nos hemos atrevido. Es de nuestra responsabilidad que en el futuro nuestra
voz sea mejor escuchada.
Para retomar el tema del folleto, su prefacio, editado por Bernard-Henri Levy
y por mí, Uds. comprenderán el por qué hemos querido tomar juntos posición
sobre ello. Comprometerse es natural al filósofo. Pero, para ser psicoanalista,
no se es menos republicano.
Reciban Uds., Señora y Señor, la seguridad de mi más alta consideración.
Jaques Alain Miller

Documento

A pedido de Jean-Pierre Winter, invitado a animar la tarde de la jornada
del 2 de febrero, Lacan Quotidien está feliz de publicar el texto siguiente:
Matrimonio homosexual, derecho del niño y función paterna.
Ese texto ha sido escrito en diciembre de 2012 y fue transmitido al Consejo
del Éliseo.

I- El contexto social, jurídico y psicológico

a) Contexto social: el reconocimiento de la pareja homosexual

La actualidad de una legislación relativa a la pareja homosexual indica
que la estigmatización que golpeaba a la homosexualidad está en vías
de regresión. Eso es un hecho positivo que debe ser saludado.
En 1999, un nombre diferente del matrimonio, el pac, fue propuesto
para la unión homosexual, pero con derechos sociales restringidos: el
reconocimiento social de la unión había sido adquirido, pero llevaba la
marca de una desigualdad a nivel de los derechos sociales, lo cual explica
la reivindicación extendida y comprendida a nivel europeo, para
obtener una igualdad legítima a nivel de esos derechos sociales.
La reivindicación del matrimonio para la pareja homosexual:
1. Expresa y satisface a esta demanda legítima de equivalencia de derechos sociales,
− pero desconoce la diferencia existente entre la unión heterosexual
y la unión homosexual en cuanto a la procreación, la filiación
biológica heterosexual y el derecho del niño a conocer ese
origen.
− esta diferencia justificaría dos denominaciones diferentes para
las dos uniones,
− pero la afirmación de esta diferencia está actualmente confundida
con una discriminación social.
Tengamos en cuenta que si la reivindicación de la adopción para las
parejas homosexuales puede tener lugar hoy en un debate de la sociedad,
es por el hecho del avance científico que representa la procreación
médicamente asistida (PMA), concebida para los casos de
esterilidad de la pareja heterosexual. Pero al separar la procreación,
de la relación heterosexual necesaria para la concepción de un niño,
la PMA está considerada hoy de un modo muy problemático para las
parejas homosexuales.
La dificultad está en que esta reivindicación de un derecho al “matrimonio
homosexual”, legitima en el marco del reconocimiento derechos
sociales de dos adultos, plantea una dificultad en relación al
derecho del niño que nacerá, en la vida de esa pareja. En efecto:

b) Contexto jurídico: el niño nacido durante el matrimonio.

En nuestro Código Civil, el niño nacido durante el matrimonio tiene
automáticamente por padre al esposo de la madre y por madres a la
esposa de ese padre. Es la presunción de paternidad.
¿Qué será de un niño nacido durante un matrimonio homosexual?

c) Contexto psicológico

Recordemos, en este punto, cómo Freud esclareció las razones inconscientes
de la homosexualidad, por el hecho de que, al momento
del Complejo de Edipo, a los 3 años, el sujeto vuelque su deseo hacia
el mismo sexo y no hacia el sexo opuesto. En este hecho, Freud ha
reconocido socialmente la posición homosexual sin estigmatizarla
jamás: el psicoanálisis no estigmatiza pero descifra la verdad inconsciente
del sujeto.
Freud explica, por el Complejo de Edipo, la necesidad para la construcción
psicológica del sujeto, de la intervención del padre entre la
madre y el niño, para que el niño pudiese perfilarse en tanto hombre
o mujer.

d) Los impases del debate actual

Hay mucha confusión en el debate actual: tratado equivocadamente
como un debate ideológico, pues es en efecto un debate social:
.Confusión de la reivindicación legítima de una igualdad de derechos
sociales, con la reivindicación de una igualdad de sexos, que
desconoce la diferencia de sexos respecto de la procreación.
.Confusión del reconocimiento de la diferencia de sexos- en el
origen de la procreación de un ser humano-con una discriminación
racial.
.La afirmación de la realidad de la diferencia de sexos está asociada
equivocadamente, en nuestros días, a una posición ideológica:
sostenida principalmente por la derecha, los representantes de
cultos, la FN. ¿Qué hace la izquierda?
. Desconocimiento de una necesaria singularidad para el matrimonio
de los homosexuales conducente a rayar del Código Civil
los términos de padre, madre, referencias fundamentales de la
familia y de la perpetuación de las generaciones.
. Negación del derecho, igualmente para todo niño, a conocer la filiación
biológica heterosexual de la cual él proviene, conocimiento
sin embargo necesario para su constitución psicológica.

II Argumentación

a) Genética y psicológica

La diferencia de sexos no es un asunto ideológico sino de la
realidad y de la estructuración:
Ella proviene a la vez de la anatomía (código genético), y de un
proceso psico-afectivo (importancia de la función paterna en el
complejo de Edipo) que estructura al niño, le permite tornarse
hombre o mujer y desear al sexo opuesto en un encuentro que
volverá posible la procreación.
Para la posición homosexual, el deseo no está anudado a la
diferencia sino al mismo sexo, lo que torna imposible la
procreación.
La identidad sexual: el complejo de Edipo y la función paterna.
De todos modos, si la diferencia anatómica de sexos (masculinofemenino)
es un real indiscutible, ello no es suficiente para que un
sujeto se sienta hombre o mujer: son necesarias operaciones
psíquicas complejas que pasan por el lenguaje y las
identificaciones al padre del mismo sexo, permitidas por la
función paterna, para que un sujeto asuma su posición sexuada.
Es el famoso Complejo de Edipo teorizado por Freud, que muestra
que la asunción de la posición sexuada se realiza en el curso de un
verdadero “escenario amoroso” alrededor de los 3 años: la niña se
vuelca “amorosamente” hacia el padre, su madre se constituye en
una rival molesta, antes de poder identificarse a ella como hija, el
pequeño varón, se volcará hacia su madre, tratará de eliminar al
padre entendido como el rival, antes de reconciliarse con la
identificación a su padre.
Ser hombre o mujer es pues un asunto de lenguaje y de
identificación.
En esta estructuración edípica, la función paterna es esencial:
garantizada de hecho por el padre, introduce al niño en la ley
simbólica que es la interdicción del incesto: deseando a la madre y
teniendo con ella relaciones sexuales, el padre transmite
simbólicamente al niño que ese lugar le está reservado a él solo.
La función paterna indica ese límite que permite a la niña tanto
como al varón abandonar el amor y la rivalidad edípicas por sus
padres y convertirse a su vez en un hombre o en una mujer.
Esta así demostrada la importancia para la constitución psicoafectiva
y social del niño el hecho de tener las marcas de un
padre o de una madre, ya se trate de familias heterosexuales, de
familias mono-parentales o de parejas homosexuales.
En el plano de la psicopatología, las neurosis de los sujetos están
llenas, de un modo general, tanto que es siempre una cuestión, de
sufrimientos que revelan síntomas de un fracaso que concierne,
entre otros, a la constitución de la diferencia sexuada en la
historia del sujeto.

b) Jurídico:

la necesidad de proteger ante todo el derecho del
niño, en nombre del principio constitucional de la igualdad de
todos los niños, a tener el mismo conocimiento y el mismo
reconocimiento de su filiación biológica heterosexual.
De parte de nuestro Código Civil que prevé una presunción de
paternidad, el nacimiento de un niño durante el matrimonio
confiere automáticamente la filiación de ese niño a los dos padres
calificados como madre y padre.
¿Qué será entonces del nacimiento de un niño sobrevenido
durante la unión homosexual, si ésta es calificada de
“matrimonio”, con la confusión posible con el matrimonio
heterosexual?
¿El niño tendrá dos padres o dos madres?
El proyecto de suprimir la noción de padre y de madre del Código
Civil para reemplazarlos por padre 1 y padre 2 vuelve a negar la
diferencia de sexos, la cual es necesaria para la procreación física
de un niño y su desarrollo psicológico, para que se convierta en un
adulto hombre o mujer.
Un régimen de excepción borraría así el derecho común
¿En caso de adopción, sólo los derechos del adoptante serían
reconocidos en detrimento de los del niño adoptado?
En nombre del derecho común y del principio constitucional de
igualdad, todo niño tiene el derecho de conocer su origen
biológico heterosexual y a que ello le sea reconocido.
El rol de la sociedad y del estado es de proteger al niño, a todos
los niños, de modo igualitario, para que el porvenir de nuestras
generaciones sea preservada.
La reivindicación del matrimonio homosexual recae sobre el hecho
de que no existirían disposiciones legales suficientes para proteger
al partenaire de la pareja. Sin embargo, existen ya en el Código
Civil disposiciones que permiten proteger al partenaire de la
pareja homosexual en caso de deceso y dispositivos de
delegación, total o parcial de autoridad parental y de poder
compartir la autoridad parental, tales que volvería infundada la
demanda de “matrimonio” para la pareja homosexual.
Agreguemos igualmente, para responder al argumento de un
pretendido retraso de actualidad en Francia, que un comunicado
del senado de noviembre de 2012 sobre legislaciones comparadas,
establece que Alemania, el Reino Unido e Italia no han adoptado la
ley sobre el matrimonio homosexual, y que, en los países en los
que existe una legislación sobre el matrimonio homosexual tales
como Canadá, Bélgica, Suecia, Dinamarca, países bajos, España,
Portugal, no existe presunción de filiación del niño nacido durante
la unión homosexual.

c) La denominación de la unión homosexual

Es esperable que la denominación matrimonio sea de acuerdo al
calificativo “heterosexual” para el “matrimonio heterosexual” y
“homosexual” para el “matrimonio homosexual”, pues las dos
uniones no son equivalentes en cuanto a la procreación y a la
filiación biológica heterosexual.
Nuestras sociedades llamadas modernas, tienden a asimilar la
diferencia de sexos a diferencias sociales o raciales discriminatorias
¡(la estrella rosa para los homos!).
Luego, reconocer la diferencia de sexos, que está en el fundamento
de la vida humana, no sería de ninguna manera una
discriminación.

d) Los riesgos del desborde social

La idea de que sean borradas del Código Civil las nociones de padre
y de madre corre el riesgo de provocar desbordes sociales violentos,
se sobre entiende contra la comunidad homosexual, amenazada de
estar en el origen de ese borramiento… Subrayemos que sólo un
lobby minoritario de homosexuales sostiene esta reivindicación del
matrimonio homosexual, la cual no representa a la mayoría de la
comunidad homosexual…Ironía de la situación: la institución del
matrimonio pierde vigencia en nuestras sociedades!
Los franceses están choqueados por la introducción de las
referencias a la familia, también el Estado y son numerosos los que
amenazan con salir a la calle para defender esas referencias.
Atención a la violencia! El mal de nuestra sociedad tiene que ver con
la caída de la autoridad y de la función paterna, tal que produce
daños y efectos de violencia sobre los sujetos. Los pasajes al acto
mortíferos de jóvenes aumentan dramáticamente…

e) El rol del estado en la garantía de la filiación y de la
genealogía

Sería dramático que el Estado instituya una nueva debilidad: la de
negar el lazo entre la diferencia de sexos, la filiación y la
genealogía. Eses proyecto está cargado de consecuencias para
nuestra sociedad y las generaciones por venir.
Pierre Legendre (Los niños del Texto, 1992) habló de la “función
parental del Estado”, nadie puede ser inscripto como hijo de… o hija
de… en el seno de una familla, si esos lugares no están reconocidos y
garantizados en el más alto nivel de lo instituido por el Estado, como
representante de la Ley simbólica, garante de la filiación y de la
genealogía.
La responsabilidad del estado es, luego considerable en este debate
de la sociedad, que recae sobre los fundamentos de la familia y que
no es una cuestión ideológica.

III_ Recomendaciones: singularidad de la legislación del
“matrimonio homosexual” y respeto del derecho del niño

1. Reafirmar que la diferencia de los sexos, en el origen de la
procreación de un ser humano, no es una discriminación
social, ni racial: así pueden y deben co-existir los dos
modelos, heterosexual y homosexual, cada uno en su
singularidad, sin que la lógica de uno conduzca a borrar la
lógica del otro.
2. Necesaria distinción, para la pareja homosexual, entre
parentalidad como función educativa, y la filiación biológica
heterosexual, que deberá ser objeto de una transmisión al
niño por la pareja homosexual, en tanto que él mismo no
puede asegurársela.
En efecto, a diferencia de la unión homosexual que compromete
sólo a los partenaires de la pareja, esta vez la pareja
compromete la existencia de un niño y de su derecho a conocer
su origen heterosexual.
3. El derecho del niño consiste en que le sea transmitida la verdad
de la filiación biológica de la cual proviene, para que no sea
borrada la referencia necesaria para la diferencia de los sexos,
que no podrá encontrar en el seno de la pareja homosexual que
lo criará. El amor es muy importante pero no alcanza para
transmitir la referencia de la diferencia sexual. Esa referencia
deberá ser inscripta en la ley: por ejemplo:
Estado civil:
- Parentalidad: hijo o hija del Señor…y Señor…, o Señora…y
Señora…
- Filiación biológica: heterosexual. Sin precisión
El relato del origen biológico procederá de la responsabilidad
de la pareja y quedará en privado.
Así, una ley como esta podría reconocer a la pareja
homosexual una función educativa de parentalidad, sin
desmentir la verdad de la filiación biológica heterosexual de
la cual el niño proviene.
El reconocimiento de esta filiación y su transmisión al niño
dará legitimidad a la adopción homosexual.
4. Que se agreguen al término de matrimonio dos calificativos
para indicar la singularidad de la unión de la pareja en cuanto a
la filiación:
− el “matrimonio heterosexual” que implica la función parental
educativa y la filiación biológica,
− el “matrimonio homosexual” que implica la función parental
educativa y la transmisión de la información sobre la filiación
biológica heterosexual.
Annie Staricky, psychoanalyste, Paris, annie.staricky@free.fr
Editado con la autorización de: Caroline Arène, abogada en el
Barreau de Paris, para las cuestiones del derecho de la familia,
caroline.arene@wanadoo.fr y de un grupo de reflexión en IHFB
(Instituto hospitalario franco-británico) de Levallois-Perret
(92) : Dominique Champetier de Ribes, médecin-chef de service de
médecine interne,
Annick Champetier de Ribes, diététicienne, Frédérique Cohen,
médecin, Da-vid Giely, médecin,
Christine Jockey, médecin, Sylvie Pihouée, infirmière, Delphine
Rouchou-Bloch, médecin,
Marie-Hélène Tügler, médecin.
 http://nel-medellin.org/blog/carta-a-los-diputados-de-jacques-alain-miller-sobre-el-matrimonio-homosexual-derecho-del-nino-y-funcion-paterna/

¡Arrepentíos!* Gustavo Dessal


¡Arrepentíos!*

Gustavo Dessal
La culpa es uno de esos elementos esenciales cuya ausencia o exceso provoca graves desajustes en los seres humanos. Una culpa excesiva puede hacer que alguien busque su propia destrucción, y un sujeto sin culpa es un instrumento apto para causar la destrucción de los otros.
Las grandes religiones monoteístas han comerciado desde siempre con el sentimiento de culpabilidad, cuya manipulación es altamente eficaz y rentable para dominar a poblaciones y colectividades enteras. Pero contrariamente a lo que el pensamiento ácrata proclama, la culpa (como el dolor) es una función indispensable para la vida, necesaria para regular nuestros actos y medir las consecuencias que suponen en nuestros semejantes. Por eso la culpa está indisolublemente ligada al amor, a tal punto que no resulta extraño que la falta de uno traiga como consecuencia la falta de la otra, tal como podemos reconstruir en el estudio de las personalidades psicopáticas.
Pero lo más sorprendente es que la investigación psicoanalítica haya descubierto que la culpa no depende de la realización de un acto prohibido o de una transgresión a la ley. Mientras Freud indagaba en el abismo infernal de la melancolía, donde la culpa alcanza la intensidad del delirio y el enfermo se acusa de hechos que no ha cometido, otro gran genio recorría el mismo camino con otros medios. En El proceso, Kafka nos demuestra que el ser humano está atrapado en el sentimiento de una falta inconsciente, que su pecado es tan originario como desconocido, y que su crimen es inapelable. Joseph K. será ejecutado sin que en ningún momento los lectores podamos saber la naturaleza de su delito. Ni siquiera él lo sabrá, y aun así acabará entregando el cuello a su verdugo.
La culpa es esa misteriosa sustancia que no emana de ninguna realidad (prueba de ello es la escasa o nula culpa que las faltas reales provocan, por ejemplo, en nuestra cultura política contemporánea) sino que se destila en la profunda alquimia del inconsciente. Lo asombroso es que puede afectarnos de manera silenciosa, sin que seamos capaces de percibirla o tener de ella siquiera un signo o una intuición. Así, innumerables seres viven vidas atormentadas, se entregan a toda clase de acciones autopunitivas, se sumergen una y otra vez en al fracaso, empujados por un sentimiento de culpabilidad del que no tienen la más mínima sospecha y que, para colmo, no se fundamenta en ninguna transgresión real.
Esta característica de la condición humana ha sido exitosamente aprovechada por la Iglesia católica, que hizo de la confesión, el arrepentimiento y la penitencia una fabulosa empresa de lavado. No fueron necesarios demasiados siglos para que surgieran expertos en mercadotecnia que inventaron el upgrade de la confesión, una suerte de categoría premium en la cartilla del pecador: las indulgencias. Dado que la culpa ha de ser pagada, ¿por qué restringir los medios a las multas simbólicas de padrenuestros y avemarías? Del mismo modo que hoy usted tiene casi todas las aplicaciones para su smartphone en versión gratuita o de pago, por aquel entonces las indulgencias fueron algo así como las preferentes de la clase vip, a la que todo podía perdonársele.
Hoy en día el mensaje del arrepentimiento se transmite por canales más políticos que religiosos, y se nos quiere cargar con la culpa de esta falsa crisis atribuyéndola a nuestros excesos hipotecarios. Por supuesto, no falta tampoco en este caso el coro de idiotas, siempre listos en cualquier época, que repite la letanía de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y que ahora debemos lavar nuestra culpa en las aguas benditas del río ERE. Pero no es eso lo peor, sino que buena parte de la ciudadanía termine sucumbiendo a este mensaje, puesto que no hay nada más fácil de manipular que la culpa que todos llevamos dentro por el mero hecho de existir.
¿Puede haber algo más absurdo y condenable que ser una criatura humana, aspirante a buscar un sentido trascendente a una existencia que carece de todo propósito predefinido? Por esa razón, es fácilmente observable que la intensidad de la culpa es inversamente proporcional a la creencia que un sujeto tiene en la misión que le cabe en la vida. Anders Behring Breivik, el carnicero de Oslo, no se arrepiente de nada, porque se justifica en la realización de un proyecto supremo, del mismo modo que nuestros políticos no dimiten porque están convencidos de que la voluntad de salvar a la patria es la razón que los ha puesto en el mundo.
Por eso hay en el melancólico un enfermo que no ha hecho nada y sin embargo se declara culpable de toda clase de delitos imaginarios, una dignidad que echamos de menos en los personajes públicos que pasean su indecencia ante las cámaras de televisión y en los medios de prensa. El melancólico asume en toda su crudeza y fatalidad –y sin la más mínima defensa o protección– esa verdad originaria de que nuestra existencia está gobernada por el sinsentido y la ausencia de fundamento, para lo cual debemos disimularla lo mejor posible con nuestras obras.
Algunos lo han sabido disimular tan bien, que tomaron lo de la Obra al pie de la letra y por eso nos sobran casas y aeropuertos. Pero estos, como el de Oslo, tampoco se arrepienten de nada, porque ya se han apuntado a las indulgencias de Montoro.
Stéphane Hessel escribió ¡Indignaos!, y ahora Rajoy apresura la redacción de su ¡Arrepentíos!, con el que espera batir un récord de ventas y consolar a los desahuciados. Unos dicen que se lo ha escrito Punset, nuestro profeta nacional en materia de felicidad, otros creen que ha sido Bárcenas, y que el título es un claro mensaje para que sus camaradas no se pasen de listos. En cualquier caso, vivimos en el mejor país del mundo, donde pecar es casi gratis y además nadie se hace responsable. ¿Qué más podríamos pedir?
Diario Kafka
23/04/2013 - 12:46h
* Artículo aparecido en el Diario Kafka.es – Culturas en el Diario.es (http://www.eldiario.es/Kafka/Arrepentios_0_124588330.html)

domingo, 14 de abril de 2013

La crisis del pensamiento occidental Carecemos de una razón común con la que afrontar los retos de la humanidad

Aristóteles definió al ser humano como “animal político” y como “animal dotado de logos”. Y atribuyó a este término griego tres significados: es el lenguaje con el que pensamos y nos comunicamos; es la ley con la que juzgamos nuestras acciones y discriminamos entre lo justo y lo injusto; y es, en fin, el medio de conocimiento con el que nos representamos el mundo.
El logos (la ratio de latinos) nos permite pensar libremente, convivir con los otros y conocer el mundo. Gracias a él, podemos modelar reflexivamente nuestro ethos, debatir con los demás las leyes de la polis, poner nombre a los fenómenos del kosmos, y transmitir toda esa experiencia a través de la educación. En la antigua Grecia había un vínculo inseparable entre la subjetividad ética, la convivencia política y el conocimiento del mundo. Y el koinon logon o “razón común” de Heráclito (según la traducción del recientemente fallecido Agustín García Calvo) es el hilo sagrado que permite tejer entre sí esos tres grandes ámbitos de la experiencia humana.
Esta es la herencia y la tarea que los filósofos griegos legaron a la tradición cultural de Occidente, y que fue convertida en un proyecto civilizatorio con vocación universalista por los filósofos de la Ilustración y los padres fundadores de las primeras democracias modernas.
Sin embargo, la civilización occidental tenía un lado sombrío: de la “razón común” estaban excluidas las mujeres, los asalariados, los esclavos y los “bárbaros”. Por eso, a partir del siglo<TH>XIX, surgieron tres grandes movimientos emancipatorios: el feminismo, el socialismo y el movimiento antiesclavista y anticolonialista. Todos ellos se rebelaron contra una sociedad “civilizada” que jerarquizaba a los seres humanos en razón de su sexo, clase social, etnia, etcétera.
Pero la autocrítica y renovación de Occidente no ha seguido un camino lineal y ascendente. La terrible “guerra civil europea” (1914-1945) dio paso a los “30<TH>años gloriosos” (1945-1975) que, a pesar de la amenaza nuclear y la guerra fría, hicieron posible la ONU, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la descolonización, los Estados de bienestar, la Unión Europea y los nuevos movimientos sociales (ecologismo, pacifismo, etcétera). Pero, en las tres últimas décadas, hemos asistido a la gran ofensiva del capitalismo neoliberal, que pretende desmantelar una a una todas las conquistas civilizatorias conseguidas en Occidente y en el resto del mundo.
Un signo de la crisis es la reducción de los estudios de artes y humanidades en los países de
ideología neoliberal
En pleno ascenso del nazismo, el judío alemán Husserl escribió La crisis de las ciencias europeas, para denunciar el divorcio entre el progreso tecno-económico y el retroceso ético-político, y para exigir a los filósofos que asumieran no ya el papel de tábanos de la polis, como Sócrates, ni el de profesores del Estado-nación, como Hegel, sino el de “funcionarios de la humanidad”. Hoy estamos viviendo un nuevo retorno de la barbarie, pero la amenaza no viene ya de tal o cual Estado totalitario, sino de un capitalismo depredador, desregulado y globalizado. No solo estamos viviendo la más grave crisis económica y social desde la década de 1930, sino también una crisis ecológica global, una crisis de legitimidad de la democracia parlamentaria y una crisis civilizatoria que afecta al conjunto del pensamiento occidental.
En Sin fines de lucro, la filósofa estadounidense Martha Nussbaum ha alertado de esta “crisis silenciosa” del pensamiento occidental, una de cuyas manifestaciones es la reducción de los estudios de artes y humanidades en todos los países que han adoptado la ideología neoliberal y, con ella, una concepción economicista y tecnocrática del conocimiento y la educación.
Citaré dos ejemplos cercanos. Uno: el VIII Programa Marco de la UE (Horizonte 2020) establecía cinco áreas estratégicas de investigación y excluía a las Ciencias Sociales y las Humanidades; se las incluyó cuando protestaron 25.000 investigadores; en España, el Plan Estatal de Investigación 2013-2016 sigue la misma línea tecnocrática. Dos: el borrador de la LOMCE concibe la educación como una preparación profesional para competir en el mercado, segrega al alumnado en función del rendimiento, convierte la formación moral en un sucedáneo de la religión y suprime dos de las tres materias filosóficas impartidas durante toda la democracia.
La humanidad se enfrenta hoy a retos inmensos que ponen en riesgo la vida, la libertad, la convivencia y la supervivencia misma de millones de seres humanos. Pero carecemos de una “razón común” que nos permita afrontarlos. Vivimos una globalización de facto, pero no de iure. Por eso, hemos de repensar la relación entre ethos, polis y kosmos, para adecuarlas a las condiciones de una sociedad global cada vez más compleja, interdependiente e incierta.
En resumen, necesitamos renovar profundamente el ejercicio del pensamiento. Por eso, lejos de ser un oficio anticuado e inútil, la filosofía tiene ante sí una gran tarea y una gran responsabilidad: ayudar a reconstruir la “razón común”, para que la humanidad viviente, entretejida ya en una sola sociedad planetaria, se haga cargo de su pasado múltiple y se enfrente al porvenir con una actitud reflexiva y cooperativa.
Antonio Campillo es catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia, coordinador de la Red Española de Filosofía (REF) y autor de El concepto de lo político en la sociedad global (2008).
 http://elpais.com/elpais/2013/02/01/opinion/1359743184_320902.html

domingo, 7 de abril de 2013

Habemus Papam… o la Feminización del mundo

Habemus Papam… o la Feminización del mundo
Habemus Papam | Nanni Moretti | 2011

Guido Coll

Resumen
El presente ensayo se propone interrogar, a partir del film Habemus Papam (Nanni Moretti 2011), el modo de funcionamiento lógico-discursivo del orden social actual, tomando como núcleo conceptual las tablas de la sexuación elaboradas por Jacques Lacan y la elucidación e interpretación que de las mismas realiza Jacques-Alain Miller. Para ello, se propone una lectura de la película, como captando el rasgo distintivo de la época actual: la inexistencia del Otro. Se propone leer esta inexistencia del Otro como una posible feminización del mundo, que al mismo tiempo corresponde a una ética de lo singular, contrapuesta a la ética de lo particular.
Palabras Clave: Feminización del mundo | Nombre del Padre | Singular
Abstract English Version
“La inexistencia del Otro inaugura verdaderamente lo que llamamos la época lacaniana del psicoanálisis —que es la nuestra—, la época de los desengañados, la época de la errancia” (Miller, 2006:11)
1-Introducción
La película dirigida por Nanni Moretti, Habemus Papam (Nanni Moretti 2011), es antes que nada una película que habla de su época. Tiene la genialidad propia de las obras que logran retratar con un tinte cómico, un tema complejo y central de su tiempo. En este caso, aborda —entre otras cosas— el difícil tema de la inexistencia del Otro y los efectos que esto provoca. El film narra la historia de Mellville (Michel Piccoli), un Cardenal que se niega a asumir como Sumo Pontífice, puesto para el que acaba de ser elegido en el cónclave.
Mellville parece no estar a la altura de ser el representante de Dios en la tierra. Desde este punto la película pondrá en escena las aventuras y desventuras por las que atraviesa un grupo de cardenales, el portavoz del Vaticano (Jerzy Stuhr) y un psicoanalista (Nanni Moretti) en su intento de revertir esta decisión.

De esta manera Moretti interroga a una de las instituciones más representativas en la historia de occidente y el modo discursivo en que se ha ordenado el mundo a partir de la creencia en Un padre y la lógica de funcionamiento que de éste se desprende: la lógica masculina.
La película finaliza con una escena extraordinaria que da cuenta del estado actual de la época contemporánea: un vacío que no puede cumplir su función con las ficciones que antaño le eran útiles.
A partir de allí, la civilización actual —y esta es la hipótesis que plantea y pretende aproximarse el presente ensayo— va adquiriendo un modo de funcionamiento lógico-discursivo, pasible de ser leído desde las posiciones lógicas femeninas; lo cual podría pronunciarse como la feminización del mundo.
2-Habemus Papam
El padre, la función que éste ha cumplido no sólo en la estructuración subjetiva sino también en la civilización, ha sido y es un tema recurrente en la literatura psicoanalítica, a partir de la obra de Sigmund Freud y de la enseñanza de Jacques Lacan.
Dos mitos parecen situar el lugar y la función del padre en la obra de Freud: el mito de Sófocles, Edipo rey (Freud, 1924), y el mito de banquete totémico (Freud, 1913). El primero refiere a la importancia de éste en la estructuración subjetiva, y el segundo refiere al nacimiento de la cultura.
Jacques Lacan, sirviéndose de la lógica, la matemática y la lingüística estructural, tomará estos mitos para situar la función del padre. En esta operación priorizará su operatividad en la dimensión de la función, desplazando el padre al plano significante, denominándolo el Nombre-del-Padre: un significante que tenga efectos por ser radicalmente diferente a los demás, a partir de lo cual los otros significantes adquieren significado.
Según Jacques-Alain Miller, Lacan “introduce la logificación del Nombre del Padre, que reconocemos en el reverso del psicoanálisis, en el significante Amo, que es el heredero del Nombre-del-Padre y de Los Nombres del Padre, pero resumido, desecado completamente como una pura función lógica sin nada de lo mítico” (Miller, 2009: 94).
De este modo de pensar al padre en un plano significante, es que podemos elucidar el funcionamiento y el orden social de los últimos siglos en la civilización occidental, caracterizado por grandes instituciones, ideologías, relatos, que de algún modo u otro cumplían esa función.
Esto permitió, a partir de la construcción de determinadas ficciones, un orden que se sitúa en la lógica del un padre. Entonces —sostiene Lacan— “a partir de este existe uno, en referencia a esta excepción, todos los otros pueden funcionar” (Lacan, 2012: 36).
Este modo lógico de funcionamiento, que Lacan comienza a elaborar en su más temprana enseñanza, va adquirir consistencia en el año 1972, cuando elabora las tablas de la sexuación. De un lado, el lado hombre y del otro, el lado mujer.
La lógica que se sitúa del lado del hombre —que es la que sostenemos ha ordenado la civilización en los últimos siglos y su ineficacia actual es des-velada extraordinariamente por la película Habemus Papam— también es nombrada como la lógica del todo a partir de la teoría de los conjuntos. Ésta, explica en su campo de aplicación, que la excepción permite definir un conjunto cerrado, donde se delimita claramente determinado grupo, acabado, completo. (Miller, 2009). Ese modo lógico que responde a la estructura de la sexuación masculina remite al axioma Habemus Papam. Incluso Lacan (2004), la va a denominar como la lógica clásica: la existencia del uno que es la excepción.
3- …o
El título del Seminario 19 de Jacques Lacan (2012) comienza, al igual que este apartado, con tres puntos suspensivos. Allí, Lacan indica que su título subraya la importancia de ese lugar vacío. Estos puntos suspensivos persiguen el mismo fin.
Retomando la escena final de la película e improvisando una metáfora de la misma, el balcón vacío, fue ocupado por diferentes ficciones que hicieron de Nombre-del-Padre; teniendo como efecto, grupos o conjuntos claramente delimitados. Modos que proponían ideales —cualquiera sean éstos— claros a seguir, identificación mediante, y modos consecuentes de actuar.
Una característica principal de la época actual, es la falta de ideales, de relatos, de instituciones, la declinación de los Nombres-del-Padre, ya que éstos, como plantea Eric Laurent (2011) han revelado su carácter de ficción, razón por la cual ya no se les cree y los mismos dejan de tener los efectos de antaño. Es esa la principal lectura que propongo del film. No es una crítica a la iglesia católica, ni mucho menos. La película va más allá. Se sirve del modo de funcionamiento de la iglesia en tanto institución paradigmática del siglo XVIII y del XIX, para hacer legible ese rasgo característico de la época, que Jacques-Alain Miller (2006) designa como la inexistencia del Otro.
Podemos tomar una escena paradigmática de la película, que da cuenta de ésta descreencia: cuando se está realizando el cónclave y muestra a los cardenales de diferentes puntos del mundo rezando; pero una voz en off, la voz del pensamiento de cada uno, relata que el pedido de la oración es no ser elegido como nuevo Sumo Pontífice.

Entonces el reino del Nombre del Padre, como lo nombra Miller (2006), parece haber finalizado. Esto, por supuesto —como también lo muestra la película— genera desconcierto y diferentes posiciones al respecto. Lo cierto es que el modo de funcionar en la civilización contemporánea ya no es el mismo; y siguiendo una lectura atenta de la estructura de las tablas de la sexuación propuesta por Lacan, hoy podemos suponer a modo de hipótesis, que la lógica discursiva que logra apaciguar este desconcierto generalizado, se ubica del lado de la lógica del No-todo, del lado de la lógica femenina.
En nuestra civilización, el reino del padre, basado en el universal, parece haber cedido su lugar a la lógica de lo fragmentario, de lo particular, del no-todo. Ello es lo que implica una feminización lógica en los modos discursivos, que ordenan la civilización actual.
“Cambia, todo cambia…” son los versos que acompañan a la canción de fondo en la magnífica escena final que muestra toda la potencia del vacío.
4-La Feminización del mundo
“El vacío mira hacia la plenitud” (Cheng, F. 2010:82)
La escena final de la película, comentada párrafos antes, deja en claro que la forma tradicional de la autoridad, o la lógica clásica ligada al modo de funcionamiento lógico-masculino, ha entrado en crisis. La cosa ya no funciona.
Hasta allí llega la película, la ficción. Pero contamos con la realidad: hay 17 mujeres que ocupan el lugar de jefas de Estado actualmente en el mundo: Argentina, Brasil; pero también Trinidad y Tobago o Costa Rica. En el viejo continente encontramos a Jefas de estado en Lituania, Irlanda, Australia, Eslovaquia, Alemania y hasta en el continente africano hallamos a una mujer encargada de llevar las riendas del poder.
Vemos cómo desde la segunda mitad del siglo XX, el contexto político en el mundo occidental, viene experimentando lo que Eric Laurent Junto con Miller (Miller y Laurent, 2006: 109), denominan "la feminización del mundo". Aquella hipótesis vertida por Laurent de que posiblemente las damas son quienes están más cómodas con el estado actual del Otro que no existe, hoy se puede palpar fácilmente.
Ahora bien, si en contraposición a la lógica masculina del todo, proponemos una lectura de la civilización actual que se ordena a partir de la lógica femenina del no-todo, podemos entender estas damas al poder como un efecto de la feminización lógico-discursiva del mundo. Donde más bien los conjuntos permanecen abiertos, sin los padres excepcionales del siglo pasado.
Quizás, si Habemus Papam fuera una saga, podríamos avizorar que la segunda entrega comenzará con un rostro femenino en el balcón.
5-Coda: Una ética singular.
Para finalizar, podríamos pensar un modo ético para la práctica analítica, que esté a la altura de la civilización actual; en tanto a cada sistema, estructura, interpretación o práctica, necesariamente le subyace una ética.
Jacques Lacan (2005), pudo esclarecer la ética del psicoanálisis en el año 1959, a partir de introducir un punto en la dimensión de la ética, hasta ese momento inédito: el deseo. Esa fue la ética que permitió orientar la práctica del psicoanálisis en los tiempos donde el reino del Nombre-del-Padre aún tenía efectos. Es decir, donde la lógica masculina aún lograba ordenar la civilización.
Entonces, a la ética del deseo, podemos situarla como correlativa a la época del Nombre-del-Padre, del Habemus Papam. Ello, es lo que permitió, como dice Lacan a “…responder, en nuestra experiencia, a lo que les enseñe a articular como una demanda…” (Lacan, 2005:10). Ahora bien, el deseo se puede pensar en el plano de lo particular, en tanto éste, todavía tenía los resabios del Otro, una ligazón simbólica con Un-Padre, que proponía un orden haciendo serie a partir del Otro. Esta modalidad ética carecería de eficacia, si tomamos como cierta la hipótesis vertida en el presente ensayo: la feminización del mundo.
¿Que ética, entonces? Se propone una ética de lo singular en contraposición a la del deseo, en tanto a éste lo ubicamos como un particular, en la serie ordenada a partir de un Otro. Ética singular o ética femenina, como una ética que permite a la práctica del psicoanálisis operar en la época que nos convoca.
Ética que tiene efectos directos en la práctica clínica. Si la ética particular permitía responder en la praxis a partir de una orientación por el deseo, la ética de lo singular tendrá como correlato al sinthome.
Referencias
Cheng, F. (2010) Vacío y plenitud. Ed. Siruela. Madrid, España.
Freud, S. (1924) Obras Completas. Tomo XIX, El yo y ello y Otras obras. Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, Argentina.
Freud, S. (1913) Obras Completas. Tomo XIII, Tótem y Tabú y Otras Obras. Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, Argentina.
Lacan, J. (2004 [1972/73]) El seminario, Libro 20. Aún. Paidós. Argentina.
Lacan, J. (2005 [1959/60]) El seminario, Libro 7. La ética del psicoanálisis. Paidós. Argentina.
Lacan, J. (2012 [1971/72]) El seminario, Libro 19. …O peor. Paidós. Argentina.
Laurent, E. (1999) Posiciones Femeninas del Ser. Tres Haches. Buenos Aires. Argentina. Laurent, E. (2011) Além da felicidade, a época do “mais! Inédita.
Miller, J.A. (2009a) Conferencias Porteñas, Tomo II. Paidós. Argentina.
Miller, J. A. (2009b) Conferencias Porteñas, Tomo II. Paidós. Argentina.
Miller, J. A. (2006) El Otro que no existe y sus comités de ética. Paidós. Argentina.
 http://journal.eticaycine.org/Habemus-Papam-o-la-Feminizacion