sábado, 31 de março de 2012

De la servidumbre voluntaria de La Boétie a la servidumbre del goce.

Por 
Margarita Alvarez (Barcelona)



A mediados del siglo XVI, Étienne de La Boétie publicó un breve opúsculo tituladoDiscurso de la servidumbre voluntaria (1), donde analiza los resortes de la tiranía y de su aceptación por parte de quienes la padecen. Encontramos allí una tesis sorprendente: la tiranía sería consecuencia de la servidumbre y no lo contrario, como se pensaría habitualmente; o mejor, la servidumbre no remitiría a un poder exterior que se ejerce contra el sujeto sino que sería una consecuencia de la relación que el sujeto mantiene consigo mismo.
En su curso Extimidad (2), J.-A. Miller hace referencia a esta tesis en el momento de señalar la hiancia de la división subjetiva entre el sujeto y su goce, que no reconoce como propio. Me propongo, primero, presentar de manera breve, esta tesis a partir de una lectura no exhaustiva del citado discurso, para tratar de situarla seguidamente en el contexto del curso.
Discurso de la servidumbre voluntaria
Empecemos por su título. De entrada, el emparejamiento de los términos “servidumbre” y “voluntaria” no sólo sorprende sino que también puede producir rechazo. ¿Cómo que servidumbre voluntaria? ¿La condición de siervo no viene siempre dada por la voluntad, por la imposición de otro -un señor, un amo, un tirano-, no es el resultado del ejercicio de un poder contra uno? La Boétie afirma lo contrario: la tiranía se engendra a partir de la voluntad de servir. Si no existiera esa voluntad -señala-, cómo entender que “tantos hombres, tantos burgos, tantas ciudades, tantas naciones, aguanten alguna vez a un tirano solo, el cual sólo tiene el poder que aquellos le dan y no puede hacerles daño más que en la medida que ellos tienen la voluntad de soportarlo?”. Esto sucede con tanta frecuencia, es algo tan común -afirma-, que no nos sorprende ver a los hombres “servir miserablemente encantados y fascinados por el nombre de uno solo”.
¿A qué se debe esta voluntad que va contra uno mismo y que nadie reconoce como tal? “¿Qué vicio monstruoso es éste se pregunta- (…) que la naturaleza niega haber hecho y la lengua se niega a nombrar”? ¿Cuál es la causa de que tantos hombres se sometan al poder de uno solo? ¿Es por cobardía? ¿Les falta valor? La Boétie solo encuentra una explicación: “Los hombres no desean la libertad”, porque “si la deseasen, la obtendrían”. Todas sus desgracias no vienen del enemigo sino de aquél cuya grandeza ellos mismos sostienen.
Esta voluntad de servir está tan enraizada que el amor a la libertad no parece algo natural. La Boétie señala tres causas de ello: la primera es la costumbre, que los hombres nazcan siervos y sean criados como tales. De ella, se deriva la segunda causa: bajo el tirano, la gente se vuelve cobarde, pierde el valor. Finalmente señala una tercera causa: el problema no es sólo la pérdida de la libertad, que contraría la naturaleza, sino que al perder la libertad, los hombres no sólo pierden el valor, sino “también la vivacidad en todo o demás”. El tirano, añade, nunca ve su poder asegurado hasta que no llega al punto de que ningún hombre bajo su dominio ha perdido todo valor.
Para La Boétie, el resorte último de la dominación no son las armas que defienden al tirano sino que algunos le sostengan. Estos le dirigen tan bien, que le es necesario, para fortalecer su sociedad, “ser malvado no sólo por sus propias maldades sino también por la de aquellos. Estos seis tienen a seiscientos que prosperan bajo su protección y hacen con ellos lo que han hecho con el tirano. Y estos seiscientos tienen por debajo seis mil a quienes han otorgado privilegios a fin de que favorezcan su avaricia y su crueldad y la ejecuten cuando llegue el momento propicio”. De este modo no son seis sino millones los que se atan al tirano. Y se llega a que hay gente para quien la tiranía resulta beneficiosa como gente para quien la libertad sería deseable.
Así subyuga el tirano a sus súbditos: a unos por medio de otros, y es sostenido por aquellos, que si tuvieran algún valor deberían guardarse de él. La Boétie afirma que, al observar a toda esta gente, se asombra no sólo de su maldad sino también de su estupidez, pues al acercarse al tirano se alejan de su libertad y abrazan la servidumbre. Desean poseer bienes como si pudieran poseer algo que fuera suyo y ni siquiera se poseen a sí mismos. Al enriquecerse a la sombra del tirano con sus despojos, al final le enriquecen con los despojos mismos en que quedan convertidos.
El discurso de la Boétie fue leído y utilizado por el protestantismo, pocos años después de su muerte, como un arma, un panfleto contra la tiranía y la represión religiosa, por lo que él fue considerado como un enemigo protestante de la monarquía que la identificaba con la tiranía, y su discurso incluso un llamamiento al regicidio por lo que fue quemado públicamente en Burdeos en 1579. Su amigo Montaigne, heredero y depositario de sus papeles, salió en su defensa en susEnsayos (3), dedicado a la amistad, tratando de librarle de toda sospecha y presentando el discurso como un ejercicio, ajeno a la utilización política que se haría posteriormente de él.
La servidumbre del goce
Como su título dice, Miller desarrolla en el curso citado el concepto de extimidad, que Lacan sólo empleó una vez en su séptimo seminario (4), es decir, al introducir el concepto de goce real. Él despliega ese concepto en su curso y nos presenta su estructura.
Recordemos que la constitución del sujeto implica una operación de exclusión simbólica del goce por la que queda irremediablemente dividido: al no estar simbolizado, el sujeto no reconocerá el propio goce como suyo sino que permanecerá para él como algo que le es ajeno, extraño, extranjero. Pero el goce, real no simbolizado, queda excluido, fuera de lo simbólico, en el seno mismo de lo simbólico, en el corazón de la vida subjetiva. El término “éxtimidad”, que Lacan inventó, califica esta propiedad de exterioridad íntima del goce.
La tesis de La Boétie, en su discurso, según la cual el sujeto construiría y sostendría a un Otro que le tiraniza, sirve para ilustrar la operación misma del fantasma que el sujeto construye: en la escena fantasmática, el sujeto sufre de un Otro que goza de él. Pero esa escena se proyecta sobre una pantalla que vela el goce del sujeto. Éste la organiza sin saberlo, es decir, de manera inconsciente, para poder gozar disimuladamente del objeto. El verdadero partenaire de goce del sujeto no es el Otro, sino el objeto.
El sujeto se desresponsabiliza en el fantasma de lo que le ocurre y, cuanto más lo hace, más siervo es de su goce, más está a su merced, o lo que es lo mismo, y en tanto el goce y el deseo se sitúan en una escala invertida, más cede en su deseo.
Si para La Boétie, la principal causa de la servidumbre voluntaria es que el sujeto pierde su valor, y al hacerlo, pierde su vitalidad, para el psicoanálisis, ocurre que, a mayor servidumbre del sujeto respecto a su goce, cuánto más preso está de él, menor es la vitalidad de su deseo. El goce siempre va en detrimento del deseo. El sujeto pierde la dimensión de elección, de acto del deseo y se vuelve esclavo de su goce.
En su curso, Miller señala que "hay un envoltorio político de la hiancia subjetiva, un recubrimiento por parte del amo, en la medida que él libra de la extimidad y hace sentir, llegado el caso esta opresión como exterior, lo que desde cierta perspectiva es una liberación". A este envoltorio político de la hiancia subjetiva, a este recubrimiento por parte del amo “se lo llamó por ejemplo, servidumbre voluntaria”, afirma en referencia al discurso de La Boétie. Y, añade: “Evidentemente de ahí a hablar del goce del oprimido hay una brecha, que obedece a que se debe distinguir el lugar y lo que lo ocupa”.
Bibliografía:
1. De la Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria (1552-1553). Madrid: Editorial Trotta, col. “Libertad de los antiguos, libertad de los modernos”, 2008.
2. Miller, Jacques-Alain. Extimidad. Buenos Aires: Paidós, 2010, p. 27.
3. Montaigne, Michel. Ensayos completos. Estella: Cátedra, 2006. Ver: Libro I, Ensayo 28ª: "De la amistad". En el Epílogo, Montaigne incluye unos poemas de La Boétie, también para lavar su imagen.
4. Lacan, Jacques: El Seminario, libro VII: La ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1992.

segunda-feira, 26 de março de 2012

EL CARTEL Y LA FUNCION DEL EXTIMO

  Por Ricardo Nepomiachi:

Luego de dos anyos de trabajo efectivo, el Cartel G2 del que he participado junto a Guillermo Cavallero, Graciela Brodsky, Anibal Leserre y Frida Nemirovsky como Mas-uno, ha cesado en su funcion. El Cartel ha nominado a dos AE que se encuentran hoy en funcion y ha hecho la experiencia de verificar las nominaciones con el extimo.
En las Jornadas del anyo pasado, tanto Guillermo Cavallero como Frida Nemirovsky se refierieron en sus presentaciones al trabajo del Cartel junto al extimo, cuestion que hoy quiero retomar.
En aquella ocasion afirmo Cavallero que "el Cartel encuentra con el extimo su tachadura en las razones que expone, y puede encontrar, en ese mismo movimiento los motivos por los que quiere nominar".
Por su parte, Frida Nemirovsky destaco "la presencia del extimo como un elemento fundamental en el dispositivo".
Quiero recordar que la funcion del extimo fue incorporada por reglamento al procedimiento del pase en la EOL. Esto desde el inicio, hace ya cuatro anyos. En consecuencia forma parte de nuestra experiencia.
No es un secreto, los pasantes saben que su testimonio, llegado el caso de nominacion, sera verificado por un extimo.
¿En que consiste nuestro trabajo?
"Primer tiempo". El Cartel recibe a los pasadores que transmiten el testimonio del pasante. Si se trata de un pase conclusivo el cartel llega en sus elaboraciones al punto de "No", "Si", o "Tal vez", una nominacion de AE.
"Segundo tiempo". Si se trata de "Si", o "Tal vez", solicita al secretariado la presencia de un extimo que, a su vez dirige el pedido a la secretaria de la AMP.
Esta secretaria asegura la presencia de un extimo ante quien el Cartel presenta sus razones. En ese momento trata de hacer una demostracion logica de su conviccion o de sus interrogantes.
El conjunto formado por el Cartel y el extimo constituye la comision del pase, unica habilitada para pronunciar la nominacion.
"Tercer tiempo". Alcanzada la decision por si o por no, la responsabilidad del dictamen es del Cartel.
Quiero destacar este punto segun el cual el cartel es responsable por su acto.
En algun momento se ha discutido si la referencia al extimo no le resta poder o reconocimiento a la autoridad que le fue delegada por el conjunto de la Escuela para poder dictaminar sobre el testimonio de los pasantes.
A mi entender, se trata de que el Cartel no tiene soberania absoluta, atestiguar que su autoridad no es absoluta no implica, sin embargo, una delegacion de responsabilidad.
Es un tiempo de apertura que consiente a la estructura de la extimidad y confia en los colegas de otras escuelas (es necesario al desempenyo de la funcion que no sea de la propia escuela).
Estos estan autorizados por el hecho de estar o haber pasado por el procedimiento del pase a titulo de miembros o ex miembros de los carteles, asi como AE o ex-AE. Hemos contado, en nuestro caso, con la presencia de Eric Laurent, Lilia Mahjoub, Jacques-Alain Miller y Vicente Palomera.
Habia afirmado que a este encuentro con el extimo lo entendemos como un tiempo de apertura que consiente a la estructura de la extimidad.
¿De que se trata?
Extimidad es un termino, verdadero neologismo inventado por Lacan, que fue tomado por Jacques-Alain Miller en su curso, en el que, desarrollando al maximo su significacion, logro establecer su estructura.
Una estructura que hace posible el tratamiento de lo real en lo simbolico, una consideracion de la incompletud en lo simbolico.
Extimidad nombra, de manera problematica, esa presencia de lo real en lo simbolico.
Construida sobre el termino intimidad, ofrece una salida a las vagas nociones de interior-exterior, mundo interno-mundo externo, que no tienen sentido mas que en el nivel puramente imaginario; es en el dominio de la imagen, precisamente, en donde se puede establecer esa distincion.
Extimidad, por el contrario, permite establecer que lo mas interno, lo mas intimo, se encuentra en el exterior y senyala su presencia segun el modelo de un cuerpo extranyo que reconoce una ruptura constitutiva de la intimidad.
Es asi que no se trata del espacio enmarcado y separado por la imagen, sino de una topologia que permite situar lo que vacila entre interior y exterior.
La extimidad, presencia contingente en la clinica cada vez que hay vacilaciones en la estructura, la elevamos al rango de lo necesario con la funcion del extimo en lo mas intimo de la vida del Cartel, "una isla rodeada de un mar de silencio", segun la expresion de Jacques-Alain Miller.
El Cartel se encuentra orientado por sus elaboraciones y suspende sus certidumbres para hacer lugar a un no saber que asegura la apertura a la experiencia con el extimo.
Consiente a hacer vacilar su identidad consigo mismo, a reconocer un punto de opacidad, un no saber que se conjuga a que el pase se sostiene sobre el no saber que es un analista.
El extimo, figura de lo real en el Otro, opera con esa vacilacion y, verificando una nominacion, se asocia a lo mas intimo y la hace efectiva.
Por esta via se logra que el acto de nominacion alcance un valor que va mas alla del "entre nosotros", homologandola.
Homologar el grado de AE no es encontrar homologos, reconocer parecidos o equivalentes, lo que implicaria desconocer, precisamente, la estructura de la extimidad, ya que fundaria la comunidad sobre la igualdad.
Homologar, en el sentido que le queremos dar, es el modo de alcanzar lo que Jacques-Alain Miller afirmo en el prefacio al primer Anuario de la AMP: "Si el grado unico, la garantia, se afirma en los hechos,esta hara naturalmente de la AMP una super-escuela."
Como se ve, es una perspectiva, verdadera anticipacion del proyecto, que hoy es nuestra realidad de Escuela Una a nivel mundial.
Homologar, entonces, en este sentido senyala una accion de confirmacion que aprueba ciertos actos para hacerlos mas firmes.
Para concluir; podemos considerar que asegurar la funcion de la estructura de la extimidad es nombrar el sintoma que nomina a la Escuela como Escuela Una.
Asi lo hemos propuesto en nuestra declaracion: "- Sabemos que la empresa de esta Escuela, escuela de la orientacion lacaniana, a escala del mundo, es inedita. Parece imposible... para tener exito o fallar de la buena manera, recurrira a la logica que la atraviesa: es esta, extima para cada uno, uno por uno, lo que determinara el "work in progress" de todos para dar nacimiento a una verdadera comunidad analitica integrada.
Diciembre 2000

Conferencia de Eric Laurent en la Universidad de Buenos Aires




Conferencia de Eric Laurent en la Universidad de
                                 Buenos Aires  
El orden simbólico en el siglo XXI.
No es más lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?

Hacia el VIII Congreso de la AMP
6 de Diciembre 2011
Presenta: Flory Kruger
Coordina: Inés Sotelo
ver el vídeo en : http://www.congresoamp.com/es/template.php?file=Videos/11-12-06_Conferencia-de-Eric-Laurent-en-la-UBA.html

Las enigmáticas máscaras de la personalización









El filósofo italiano Roberto Esposito, profesor de Historia de las Doctrinas Políticas y Filosofía Moral en Nápoles, renueva en “El dispositivo de la persona”, su último libro y en el anterior (“Tercera persona”, ambos publicados por la editorial Amorrortu) la retórica de los derechos humanos; sin impugnar su legitimidad cívica, pero sospechando de la eficacia política de sus postulados. ¿Qué se está diciendo cuando se dice “persona”?, pregunta, y concluye que esa categoría, en lugar de cerrar el hiato entre vida y derecho abierto por los totalitarismos del siglo pasado y la actualidad, lo que ha provocado es contribuir a la imposibilidad de su clausura y reforzar esa misma imposibilidad, dejando el campo abierto para la generalización del estado de excepción permanente bajo el disfraz consensual de la democracia. 
Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud, Elias Canetti, Georges Bataille, Giorgio Agamben, Alain Badiou, Michel Foucault, Gilles Deleuze y Simone Weil son los precedentes que el italiano usará para deconstruir a la “persona” y denunciar que como concepto clave de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, dictada en 1948, su principal logro ha sido aplastar lo que de singular caracteriza al sujeto a cambio de una universalidad jurídica que -ecuánime en sus intenciones- resulta de bajísima eficacia en sus resultados políticos: poblaciones enteras masacradas, migraciones forzadas, hambrunas, guerras, propagación de pestes, privatización de la atención sanitaria, fundamentalismos, criminalización de la pobreza, etcétera, no dejaron de sucederse desde 1948 a la fecha. Y mucho más durante los últimos tiempos, que los protocolos de intervención humanitaria están casi exclusivamente bajo la férula de las Naciones Unidas. Pero a Esposito le interesa menos el recuento diario de las calamidades que la fundación filosófica de la “persona” (y el “personalismo”), deudor de la teología jurídica cristiana, que en la actualidad se articula con las tecnologías de la información, el aislamiento, la violencia sin causa y la “desaparición” del sujeto, ese incalculable, impolítico, impersonal, incompleto, sometido a la pulsión de muerte, a la “parte maldita”, a la castración y a la finitud.
La tesis que se desarrolla en el libro es que la “persona”, más que un concepto, es un dispositivo impuesto con objeto de separar, al “interior” del sujeto, voluntad y razón, excluyendo la “animalidad” que lo habita -su impersonalidad. Frente a las críticas más obvias, Esposito jamás dice que la Declaración de 1948 no sirve sino que relativiza sus alcances y sospecha (como intelectual crítico) de las buenas intenciones que como se sabe, de ellas está empedrado el camino al infierno.
“En tiempos en que aun los partidos políticos ambicionan llegar a ser ‘personales’ para producir la identificación de los electores con la figura del líder, cualquier gadget es vendido por la publicidad como ‘personalizado’, adaptado a la personalidad del comprador y destinado, así, a darle mayor relieve, con el resultado de homologar los gustos del público a modelos apenas diferenciados. Otra vez la misma paradoja: cuanto más se trata de recortar las características inconfundibles de la persona, tanto más se determina un efecto, opuesto y especular, de despersonalización”, escribe. Es decir, prestando a cada uno la misma “máscara” de persona, termina por resultar una repetición susceptible de intercambio.
“En contra de una ideología (el nazismo) que había reducido el cuerpo humano a los lineamientos hereditarios de su sangre, esa filosofía se proponía recomponer la unidad de la naturaleza humana, ratificando su carácter irreductiblemente personal”. Para Esposito no es casual que el pensador católico Jacques Maritain, uno de los redactores de la Declaración del 48, defina a la “persona” como “un todo,  señor de sí mismo y de sus actos”, únicamente si ejercita un pleno dominio sobre su “parte animal”, o sea, en términos de Esposito, su impersonalidad.
Desde este punto de vista, el proceso de personalización de algunos es el espejo invertido de la despersonalización de otros. Como dice el filósofo italiano, “’persona’, en la antigua Roma, es quien es capaz de reducir a otros a la condición de cosa. Así, de modo correspondiente, un hombre puede ser considerado ‘persona’ sólo de otro proclamado ‘persona’”. En las antípodas de esta concepción también pueden entenderse las críticas a los derechos universales de Jacques Derrida (que trata la cuestión en su último seminario, “La bestia y el soberano”, publicado en castellano por la editorial Manantial); también las de Agamben y de Alexander Kojeve (“El hombre es producto de la tensión entre su animalidad y su humanidad. Y tan monstruoso es un hombre sólo animal, como un hombre sólo humano”). A esta reacción antihumanista se suma Esposito.
Para Boecio, la persona es “una sustancia individual de carácter racional”, reforzando la distancia irrevocable entre cuerpo y mente -esa tradición que honraron la tradición romana y honra, aún, la cristiana. Y todavía ciertas vertientes macroeconómicas suelen presentarse como una “ciencia” de cálculos racionales, tesis que Albert O. Hirschman destruyó en “Las pasiones y los intereses”, donde disuelve esa división y la primacía de unas sobre otros. Pero “en la perspectiva antigua y medieval, (el sujeto, de raíz aristotélica) no sólo no se opone al objeto, sino que es entendido en el sentido de ‘sujeto a’, mejor que ‘sujeto de’. Este es el punto en el cual la definición filosófica (de sujeto) se cruza con la concepción jurídica romana y también con la idea cristiana de subordinación del cuerpo al alma.
Esposito prefiere centrarse en la analítica trabajada por Foucault entre subjetivación y sujetamiento: en el “interior” del viviente, la persona es el sujeto destinado a sujetar la parte de sí no provista de características racionales, la corpórea, animal o impersonal. Lo contrario a la estrategia de René Descartes, que contrapone res cogitans y res extensa, “asimilando la primera a la esfera de la mente y  la segunda a la del cuerpo”, reproduciendo el mismo efecto de separación y subordinación, “individualizado en la semántica teológica y jurídica de la persona”.
“Nietzsche había sumido la irreversible declinación de aquel léxico, refutando la dicotomía tradicional, a partir de la escisión metafísica entre alma y cuerpo. Sostuvo que la razón, o el alma es parte integrante de un organismo que tiene en el cuerpo su única expresión,  rompe frontalmente con el dispositivo de la persona. Después de dos milenios de tradición, para él es imposible continuar escindiendo la unidad del ser viviente en dos lados yuxtapuestos, y sobrepuestos”. Y después llega Freud: “es evidente que el relieve asignado al padre por el psicoanálisis en el inconsciente, constituye una impugnación radical. Su ‘Psicopatología de la vida cotidiana’ gira enteramente en torno a la dialéctica entre lo personal  y lo  impersonal en una forma que hace del uno contemporáneamente el contenido y la negación del otro. La conclusión que Freud aporta es la individuación de un fondo impersonal, cambio vertiginoso entre  identidad y alteridad, propiedad y extrañamiento, el flujo impersonal que desfigura el perfil y estropea la máscara”. La máscara de la muerte en “El séptimo sello” de Ingmar Bergman.
Al respecto, concluye Esposito, “quien deconstruye con más decisión el paradigma de la persona es Simone Weil. Cuando en la más absoluta soledad, encuentra el coraje de escribir que ‘la noción de derecho tracciona naturalmente, detrás de sí, por su misma mediocridad, la de persona, ya que el derecho es relativo a las cosas personales’, capta el punto central de la cuestión: persona y derecho se sueldan en la doble toma de distancia de la comunidad de los hombres y del cuerpo de cada uno. Sostener, como hace la autora, que ‘aquello que es sagrado está muy lejos de ser la persona, y es lo que en un ser humano, es impersonal’, parece inaugurar un discurso radicalmente nuevo, del cual por ahora no podemos más que advertir sobre su urgencia, aunque sin ser todavía capaces de definir sus contornos. Aquello que debería pensarse es un derecho llevado a la justicia entendido como justicia no de la persona, sino del cuerpo, de todos los cuerpos y de cada cuerpo tomado en su singularidad”.
La inmanencia según Deleuze y la resistencia foucaultiana se orientan en esa dirección: “una vida que coincida hasta lo último con su simple modo de ser tal cual es, una vida impersonal y singular, no puede más que resistir a cualquier poder o saber, destinado a dividirla en partes recíprocamente subordinadas”. Pero lo que dice Esposito en este libro es que no puede ser el derecho el que imponga las leyes a una vida separada de sí misma; por el contrario, la vida es la que debe imponer sus propias normas de referencia. La única manera de soldar derecho y vida en un momento histórico donde ambos conceptos se sostienen separados por la arbitrariedad de poderes globales suturados a la técnica, o en otras palabras, a un estado de excepción permanente, será ir “contra la  tradición del 900 que ha visto en ella el riesgo extremo del que debe salvarse la especificidad del ser humano -cubriéndolo con la enigmática máscara de la persona”.-
 http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Roberto-Esposito-el-dispositivo-de-la-persona_0_670733154.html

domingo, 25 de março de 2012

El cuerpo en la experiencia analítica - Hebe Tizio




El tema escogido para el Congreso de la AMP del 2008 es los objetos a en la experiencia analítica. En su Conferencia de Roma[1] Miller señalaba que si vamos a hablar de los objetos en la experiencia analítica es para tratar de dar cuenta de la presencia del cuerpo en el discurso del analizante y da un programa a seguir que va del Seminario X al Seminario XX que es donde Lacan se refiere a ese punto. Es por ello que para comenzar con esa orientación de trabajo me centraré en el cuerpo y los objetos en el primer momento de la enseñanza de Lacan para ubicar el cambio del Seminario X y dejar apuntadas algunas modificaciones posteriores que habrá que seguir trabajando.

1. El cuerpo y el objeto en el estadio del espejo
En el texto  de 1949  Lacan plantea el cuerpo desvinculado del proceso de maduración. Se trata del dominio imaginario del  cuerpo prematuro que se avanza sobre dominio real y lo condiciona, es decir, tiene efectos formadores sobre el organismo.  Es la  idea de que el desarrollo se hace desde una estructura que no es la estructura anatómica y que marca un estilo, es decir, un goce. Se hace evidente la diferencia entre organismo y cuerpo visual, hiancia que Lacan señala, pues esa imagen no incluye los órganos.[2]
Se trata del cuerpo como totalidad que se visualiza. Es una Gestalt plana, simétrica e invertida. Hay que recordar que en este momento para Lacan existen la satisfacción simbólica del reconocimiento y la satisfacción imaginaria que cubre lo que se llama goce[1]. La libido tiene estatuto imaginario y se halla en relación  con el yo interpretado a partir del narcisismo que es tomado en el estadio del espejo. Efectivamente, la imagen tiene efectos formadores sobre el yo y el goce del cuerpo y los objetos es imaginario. Por eso Lacan señala que esta aventura imaginaria estructura el conjunto de la vida fantasmática.
Se halla en primer plano el esquema L y el predominio del eje a-a’ que es el eje del goce. En este paradigma la disyunción entre el significante y el goce se expresa en la distinción entre el yo y el inconsciente.[2]
Es el Otro el que realiza la primera atribución que permite la identificación del sujeto en el estadio del espejo. Miller[3] señala que “En el fondo, Lacan comenta en su primera clínica, el goce del semblante propio en el espejo y no tanto del cuerpo propio.” Efectivamente el júbilo que se registra en el sujeto da cuenta de ese goce. Hay que recordar que aquí i(a) soporta no sólo el amor sino el mundo de los objetos y es el principio del ser en el mundo visual.[4]
La definición de inconsciente es que el mismo es imaginario y el concepto operatorio es la imagen, tal como señala Miller en su Curso de este año.
2. El camino hacia el Seminario X
Lacan corrige, en el Seminario IV,  el estadio del espejo introduciendo el objeto imaginario y la falta y modifica la estructura de la relación imaginaria al introducir un término suplementario, el falo imaginario que hace de conmutador simbólico. En el inicio del Capítulo III, Lacan se refiere a Dolto y a su exposición sobre la imagen del cuerpo y señala que la imagen del cuerpo no es un objeto y no puede convertirse en un objeto. Se ve en este punto la corrección de su propia formulación anterior. Tal cual estaba presentado el estadio del espejo era una relación de objeto con un objeto imaginario que es el propio cuerpo y que sirve de matriz para representar las relaciones del yo y sus objetos.
El objeto, en ese momento, es imaginario pero se inscribe en lo simbólico como falta. Es esta dimensión de la falta la que introduce la barra, S barrado, A barrado. En ese momento el objeto se desplaza  de lo imaginario a lo simbólico, aunque la referencia imaginaria es necesaria no es suficiente para situar el objeto.
La pregunta subyacente es: ¿el correlato del objeto en psicoanálisis es el yo? El eje  a- a’ quiere decir que el objeto es correlativo del yo por eso Lacan  lo cuestiona y por ello revisa el estadio del espejo.  El correlato es el falo imaginario y no el yo. Es el falo imaginario pero puesto en juego por la castración simbólica, es el falo negativizado por el significante. Por eso el Seminario IV desarrolla el concepto de castración como falta simbólica de un objeto imaginario. El objeto es imaginario  pero sólo tiene valor para el deseo por la falta simbólica que es - fi. El sujeto se encuentra frente a ella dividido, de allí que también puede escribirse como – fi.
A partir del Seminario IV, Lacan escribirá en los dos seminarios siguientes la fórmula del fantasma como generalización de a sobre menos fi, que indica que el objeto encuentra su función en relación con el sujeto como dividido. Así abandonará la relación de objeto por la teoría del fantasma.
En el Seminario IX, Lacan plantea que el investimiento de la imagen especular es un tiempo fundamental de la relación imaginaria pero que tiene un límite ya que no todo el investimiento libidinal pasa por la imagen especular, es decir, hay un resto.
3. El cuerpo y el objeto en el Seminario X.
En el Seminario X, Lacan plantea que el problema es la entrada del significante en lo real y cómo de eso nace un sujeto. Señala que lo que tenemos para presentarnos ante los otros es nuestro cuerpo y da dos indicaciones: no puede tomarse cartesianamente en el campo de la extensión ni como forma especular[1]. Es el modo que encuentra para introducir la relación cuerpo-goce. Y allí  coloca la pregunta sobre el objeto, cómo se produce la transformación del mismo de localizable a incomunicable pero dominante fantasmáticamente[2]. Lacan avanza sobre la relación entre el objeto y el cuerpo. “¿Qué es el objeto a en el plano de lo que subsiste como cuerpo y que nos sustrae en parte, por así decir, su propia voluntad?[3]
EL objeto aparece definido como reserva libidinal, la roca freudiana,  y el vacío toma valor  por el fenómeno de borde. El cuerpo fragmentado antes del estadio del espejo da lugar al desorden de los a minúscula y a partir de esto da una definición de autoerotismo: le falta a uno el sí mismo, i(a),  y no el mundo[1]. Antes de i(a) hay los distintos objetos, se trata de los pedazos de cuerpo captados en el momento en que i(a) se constituye.[2]
El cuerpo es ahora un cuerpo libidinal y no especular y aparecen los órganos. Es un cuerpo informe con zonas erógenas, es decir, no es limitado; sólo las zonas erógenas enmarcan. Si en el estadio del espejo i(a) soportaba el mundo y los objetos en el Seminario X será el objeto a el que estabilice el campo visual y está implicado en la construcción del sujeto. Es lo que precisará más adelante cuando dice que el campo de la realidad “se sostiene por la extracción del objeto a que sin embargo le da su marco.”[3].
Lacan se pregunta sobre la naturaleza  del conocimiento que hay en el fantasma y responde  que el sujeto está implicado por la palabra en su cuerpo y esta es la raíz del conocimiento. No se trata sin  embargo del cuerpo como totalidad sino del cuerpo que siempre tiene algo separado debido al compromiso con el significante, la famosa libra de carne.[4]
Lacan retoma la frase de Freud “la anatomía es el destino” diciendo que se convierte en verdadera si se la toma en su función de corte. “El destino o sea, la relación del hombre con esa función llamada deseo, sólo se anima plenamente en la medida en que es concebible el despedazamiento del cuerpo propio, ese corte que es el lugar de los momentos electivos de su funcionamiento.”[5]
El carácter cesible del objeto hace  que se pueda reemplazar el objeto natural por un objeto mecánico. Esta propiedad del objeto lo pone en relación con la cadena de la fabricación humana  de objetos que pueden ser equivalentes a los objetos naturales[6] Así hace un cierto paralelismo entre la cadena significante y el objeto a y la cadena de fabricación que produce objetos sucedáneos La lógica del movimiento que Lacan realiza es importante de retener “La función del objeto cesible como pedazo separable vehicula primitivamente algo de la identidad del cuerpo, antecediendo en el cuerpo mismo en lo que respecta a la constitución del sujeto.”[1] El sujeto “sólo se realiza en objetos que son de la misma serie que el a, ocupan el mismo lugar en esa matriz. Son siempre objetos cesibles, y son lo que desde hace mucho tiempo se llama las obras, con todo el sentido que tiene este término incluso en el campo de la teología moral.”[2]
4. Cuerpo, objeto e inconsciente: el Seminario XI
En el Seminario XI[3], el inconsciente es lo que se abre y se cierra según una pulsación temporal representado por el esquema de la nasa como opuesto a la alforja. En relación con la nasa el sujeto está dentro de ella. Lo central es el orificio y lo que sale, el cierre del inconsciente está dado por el papel del obturador, objeto a, aspirado en el orificio.
Este momento de la enseñanza de Lacan, Miller lo formaliza como Paradigma IV, el goce normal. Se trata del goce fragmentado en objetos a. Recordemos que el a es un vacío introducido por lo simbólico y la pulsión un trayecto de ida y vuelta alrededor de ese vacío. El inconsciente ordenado como una cadena tiene otra cara, la discontinuidad, que le hace funcionar como un borde que se abre y se cierra. De este modo homogeniza al inconsciente con una zona erógena lo que establece una relación entre el inconsciente y la pulsión. La discontinuidad del borde es lo que permite reconocer las zonas erógenas. Las mismas no remiten a ningún estadio madurativo sino que es el tropiezo el que anima el desarrollo, la tyche. Cada uno de estos momentos tiene en su centro un mal encuentro.
Las zonas erógenas están en relación directa y predominante con el Otro, el Otro del deseo, el Otro de la demanda y a partir de ello Lacan  organiza una topología diferente del cuerpo. Se puede entender, a partir de la formulación de las zonas erógenas, el goce fragmentado en objetos. El Seminario XI es la última vez que pone en oposición inconsciente y real.
5. El cambio de los años 70

Se hace necesario un recorrido, al que sólo aludimos aquí, hasta llegar al momento que pone el cuerpo en relación con el goce y que lleva a la definición del síntoma como acontecimiento del cuerpo.
En “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad[1], de 1967,  Lacan esboza lo que será el camino del último tramo de su enseñanza , el cuerpo por la operación significante forma el lecho del Otro. De ese efecto queda un pedazo como causa del deseo.
En Radiofonía [2] Lacan precisa que el sujeto del inconsciente embraga sobre el cuerpo y esto no se sitúa más que por el discurso.
 El Seminario XX  desarrolla que el cuerpo es el lugar del Otro y la insuficiencia del objeto para tratar  el goce porque es un semblante.
¿Cómo es que el cuerpo ha venido al lugar del Otro?. Se trata de un desarrollo que se inicia a partir de que Lacan introduce la dimensión del objeto a. En realidad lo que plantea es la sustitución del objeto a al lugar del Otro. En el Capítulo II del Seminario Aún, Lacan dice: “gozar de un cuerpo que simboliza al Otro” y  lo da como el supuesto de la experiencia analítica.  “¿No es esto lo que supone propiamente la experiencia psicoanalítica?. La sustancia del cuerpo a condición de que se defina sólo por lo que se goza, propiedad del cuerpo viviente sin duda, pero no sabemos qué es estar vivo a no ser por esto: que un cuerpo es algo que se goza[3]. Pero ¿cómo se goza?. corporizándolo de manera significante. ¿Por qué dice corporizándolo de manera significante?. Porque no se puede gozar del cuerpo como totalidad, sólo se puede gozar de la imagen del cuerpo como totalidad, pero materialmente no se puede  porque siempre se goza de una parte del cuerpo del Otro. Se trata de este modo de una lógica encarnada[4] como dice Miller en su presentación del Congreso.
Cuando entramos en esta dimensión del goce tomado en relación con el cuerpo del Otro, aparece de forma patente que  no hay proporción sexual.
En este seminario Lacan, formula por primera vez,  que el significante es la causa del goce porque sin el significante no se podría abordar ni una parte del cuerpo. Es por la vía del significante y del discurso cómo se ha producido ese resto que tiene función de causa.
En el Seminario XXI, Lacan insiste nuevamente sobre el tema de la vida. No tenemos una definición de la vida si no tomamos en cuenta el goce. El discurso analítico pone en primer plano la vida. ¿Por qué?. Porque cada sujeto es la fórmula única de una modalidad de goce. Y esta modalidad de goce no se puede pensar sin el soporte material de un cuerpo, sin el soporte material del significante. Por eso Lacan dice: “el primer cuerpo hace que surja allí el segundo
Para concluir con el trabajo de hoy podemos decir  que no hay goce más que a condición de que la vida se presente bajo la forma del cuerpo[1]. Miller señala que se puede “pensar el goce como un afecto del cuerpo”. Creo que ese punto se puede formular a partir de la cita de Lacan en La Tercera, “¿De qué tenemos miedo? De nuestro cuerpo. La angustia es precisamente algo que se sitúa en el cuerpo,…”. El goce como un afecto del cuerpo puede tomarse en esa dirección y deja abierta la cuestión sobre la definición del inconsciente en la última enseñanza de Lacan.
Notas:

[1] Miller,J-A. “AMP 2008. Les objets a dans l’expèrience analytique”. En : Lettre Mensuelle nº 252.
[1] Lacan, J. “La agresividad en psicoanálisis”. En Escritos I. Siglo XXI. p.128
Saben que su proceso de maduración fisiológica permite al sujeto, en un momento determinado de su historia, integrar efectivamente sus funciones motoras y acceder a un dominio real de su cuerpo. Pero antes de ese momento, aunque en forma correlativa con él, el sujeto toma conciencia  de su cuerpo como totalidad. Insisto en este punto en mi teoría del estadio del espejo: la sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real. Esta formación se desvincula así del proceso mismo de la maduración, y no se confunde con él. El sujeto anticipa la culminación del dominio psicológico, y esta anticipación dará su estilo al ejercicio ulterior del dominio motor efectivo
[1] Miller,J.A. “Los seis paradigmas del goce”. En Freudiana
[1] Lacan,J. “El estadio del espejo” Escritos. T1.
Así esta Gestalt, cuya pregnancia debe considerarse como ligada a la especie, aunque su estilo motor sea todavía confundible, por esos dos aspectos de su aparición simboliza la permanencia mental del yo [je] al mismo tiempo que prefigura su destinación enajenadora; está preñada todavía de las correspondencias que unen el yo [je] a la estatua en que el hombre se proyecta como a los fantasmas que le dominan, al autómata, en fin, en el cual, en una relación ambigua, tiende a redondearse el mundo de su fabricación.
[1] Miller,J-A. De la naturaleza de los semblantes. Paidos. 2002 p.232
[1] Miller,J-A. “Introduction à la lectura du Seminaire L’angoisse”. En La Cause freudienne nº 59.p.83

[1] Lacan,J. Seminario X.Paidos.p.100
[1] Ibidem.
[1] Op.cit.p.121

[1] Op.cit.132
[1] Op.cit.131
[1] Lacan,J. “De una cuestión preliminar..” Escritos 2.p. 535. Ver también: Miller,J.A. “Mostración en Premonté” En: Matemas I. Manantial.
[1] Lacan,J. Seminario X.p.237
[1] Op.cit,p.256
[1] Op.cit.338
[1] Op.cit.339
[1] Op.cit. p.342
[1] Lacan J. Seminario XI. Paidos. Barcelona

[1] Lacan,J. “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad” En: Intervenciones y textos. Manantial. Buenos Aires. 1988.
[1] Lacan,J. Radiofonía. Anagrama. Barcelona.p.19
[1] Lacan,J. Seminario XX. Paidos. Barcelona.32
[1] Sobre este punto trató especialmente Isabelle Durand en su presentación en este Espacio

[1] Miller,J.A, Lo real en la experiencia analítica, Paidos

EL CUERPO EN PSICOANÁLISIS
El cuerpo en la experiencia analítica

Hebe Tizio 
www.cdcelp.org/docs/HebeTizio_16ene07.doc

domingo, 18 de março de 2012

POLITICA DEL SINTOMA Y POLITICAS DELIRANTES


http://www.elblogdemargaritaalvarez.com/ 

Margarita Alvarez.


Margarita Álvarez. Editorial

POLÍTICAS DELIRANTES
Domenico Cosenza. Notas a propósito de la crisis y de su atravesamiento
Massimo Amato. “Prestar a quien no lo merece”: Del significado metafísico del término subprime
Anne Pigkou. Crisis
Alexandre Stevens. Locura TCC
Judith Miller y Jacqueline Dhéret. Entrevista a Marie-Pierre Jaury,
realizadora del documental “La infancia bajo control”

EFECTOS CLÍNICOS
Victoria Vicente. Infancia bajo control
Laure Naveau. Manifiesto por el “fuera de campo”
Adriana Testa. Una pasión humana-demasiado humana: la crueldad
José Ramón Ubieto. Nota sobre el Empowerment
Jesús AmbeL. ¿Conoce usted Souffrances au travail?
Marie-Hélène Doguet-Dziomba. ¿Qué es lo que hace sufrir en el trabajo?
Sagrario Sánchez de Castro. El cuerpo atravesado por la técnica
Jesús Ambel. Identidad del trabajo y management
Alexandre Stevens. La errancia del toxicómano

EL PSICOANÁLISIS EN LA CIUDAD
Laura Rizzo. Amor in translation: El Seminario XX de Jacques Lacan en las Bibliotecas de Roma
Amalia Rodríguez. Coloquio: “Jorge Semprún. El devenir de una voz testimonial”
Miguel Alonso. Los pliegues del sujeto, de Ani Bustamante
María Solita Quijano. Lo que pasa… en el siglo XXI. Control, vigilancia y evaluación: una mirada psicoanalítica
Angels Cabiró. Las distintas versiones del mito de Don Juan. “Don Juan es nadie si no es otro: metonimia de la identidad”
Stephanie Rudeke: La elegancia del erizo, de Mona Achache
Sergio A. del Pino Cardoso. IV Espacio de Cine y Psicoanálisis en Cuba: Psi-Ne
Renato Andrade Cominges. La primera sesión en Lima

LECTURAS CRÍTICAS
Germán García. Treinta años después. Vida de Lacan, de Jacques-Alain Miller
Guy Briote. Vida de Lacan, de Jacques-Alain Miller
José Luis Chacón. Nadie es normal, ni de lejos. A saúde para todos, nao sem a locura de cada um, de VVAA
Esmeralda Miras. Los descarriados. Clínica del extravío mental: Entre la errancia y el yerro, de Emilio Vaschetto
Luis Tudanca. Pharmakon. nº 12: “Chifladuras adictivas”, de VVAA
Ana Viganó. Octavio Paz-Tomás Segovia. Correspondencia intermitente. Cartas a Tomás Segovia, de Octavio Paz
Graciel.la Monés. Matemática niebla. Genealogía de la poesía moderna, de VVAA
Paloma Blanco. 84, Charing Cross Road, de H. Hanff

Noticias de las bibliotecas
Directorio de bibliotecas de la FIBOL
 

sexta-feira, 16 de março de 2012

La lógica de la sesión lacaniana - Pierre Malengreau


La sesión analítica tiene sus imperativos. Obliga al analizante a hablar sin restricción un cierto número de veces. La sesión analítica tiene lugar regularmente. Por convención, y de un modo casi burocrático, decía Lacan. Varias veces por semana. A menudo menos, algunas veces más. Tres parece ser el número ideal, o al menos, lo más frecuentemente practicado. Ocurre también que tiene lugar regularmente de un modo irregular. Por elección o por necesidad. De una semana a la otra, o varias veces por día una vez por mes, o incluso, varias veces por día durante algunos días varias veces por año. No es menos regular, según las variaciones o un ritmo que depende de la responsabilidad del analizante y del analista. Deducimos de ello lógicamente que la sesión analítica no es única, incluso si es nueva cada vez. A nadie se le ocurre calificar como análisis, una sesión que no tendría lugar más que una vez. Aunque ocurra que un sujeto se valga de algunas sesiones para decirse analizado. No es de buen augurio cuando es para asegurarse una posición profesional. El hecho de que la sesión analítica tenga lugar un cierto número de veces forma parte de su encuadre.
Puede definirse este número? Algunos legisladores, en nombre de factores económicos o sociales, creyeron poder sostenerlo. No es la posición de Freud, incluso si él recurre en un momento a la limitación del número de sesiones para obtener una precipitación de la experiencia hacia su fin. El número de sesiones no está definido previamente. Ni finito, ni infinito. Se planteó desde el comienzo de un análisis como indeterminado. La multiplicidad de las sesiones y la indeterminación de su número forman parte de las condiciones necesarias, aunque no suficientes, de la experiencia analítica. Aportan a la regla fundamental un encuadre semejante a la obligaciones que la dicha regla impone a la palabra analizante. Se unen aquí dos obligaciones: hablar sin restricción, si no es la obligación de rechazar toda restricción, y hablar un cierto número de veces rehusando determinar previamente cuantas veces serán necesarias. Estas dos imposiciones plantean como condición de la experiencia que no es posible objetivar ni el contenido, ni el número de las sesiones. Sitúan a nivel de estas condiciones un casillero vacío, una completud que convoca lo que E. Laurent nombra “los poderes de los subjetivo”(1). No hacen sino volver más urgente la incidencia del sujeto en el partido que extrae de la experiencia. De este modo conforta el lugar que la práctica lacaniana da al manejo del tiempo. Esta doble imposición forma parte del marco de la experiencia analítica. La cuestión que se plantea entonces es saber si el encuadra así definido se desprende de las condiciones de aplicación del psicoanálisis o de sus principios.
Una referencia de Lacan extraída de su enseñanza por J.-A. Miller nos da las coordenadas lógicas. En un texto reciente propuesto en respuesta a la enmienda Accoyer. J.-A. Miller propone la realización de una coordinación psi concebida bajo el modo de una “serie sin regularidad, estrictamente imprevisible cuya ley no está dada de antemano. Este tipo de serie se llama lawless sequence, serie sin ley, en lógica intuicionista. Lacan demostró la adecuación de esta forma serial a los fenómenos psi. Se opone en todos los puntos a la lógica de la dicha marcha cuantitativa, que procede por evaluación cuantitativa sobre criterios predeterminados”(2) Estas palabras amplían a los fenómenos psi lo que él ya adelantaba hace algunos años a propósito del sujeto de la sesión analítica.
«La práctica del psicoanálisis procede por serie-de-sesiones; si la regularidad es allí necesaria, es para favorecer la sorpresa; el automaton es aquí condición de la tuche. Hay serie y serie. Existe la serie previsible, sin sorpresa, la lawlike sequence, cuya ley está dada de entrada; se inscribe en la lógica del todo y de la excepción (“sexuación macho”). En el régimen llamado del “no-todo”, la serie es esencial, pero es en tanto que estructuralmente imprevisible, en los hechos sería, tan regular como la otra: es que la ley no está dada de entrada. Una cura de orientación lacaniana, la experiencia subjetiva que se cobija bajo este término, se soporta de una serie de sesiones que es de este orden, a saber lawless (“fuera-de-la-ley”, lo que no es lo arbitrario). (...) La distinción del lawlike y del lawless, (...) pertenece a la lógica intuicionista; está en la raíz de la construcción por Lacan de la noción del “no-todo”; la considero esencial para la teoría de la sesión analítica”(3)
Estas palabras de JAM retomadas de uno de sus viejos artículos (4), no han recibido el lugar que merecen. Sin embargo arrojan una luz precisa sobre la sesión analítica a partir de una referencia de Lacan. Nos invitan a volver a trabajar la sesión analítica a partir de la lógica intuicionista. Es una forma de la lógica modal a la cual Lacan se refiere explícitamente en los años setenta. Como lo mostró notablemente E. Laurent (5), la lógica intuicionista es incluso una de las referencias mayores de la última enseñanza de Lacan.
Es lo que Lacan utiliza en el seminario De un discurso que no sería del semblante, para retomar la paradoja del mentiroso. La verdad se rehusa y se desencadena. Es su verdadero uso. Es por que se rehusa que podemos avanzar en la construcción de nuestras propias aserciones (6). Una “interpretación no está puesta a la prueba de una verdad que se zanjaría por un sí o un no, ella desencadena la verdad como tal, no es verdadera más que en tanto que verdaderamente proseguida” (7) Es también lo que Lacan utiliza en el seminario Aún (8) para construir la noción de no-todo interrogando lo que sería, para una mujer, una existencia que no puede afirmarse. Es finalmente, lo que da su armadura lógica a la Introducción a la edición alemana de los Escritos, cuando se interroga sobre el tipo de certeza propia al discurso analítico, y esto a partir de una definición del sentido como fuga.
Esta referencia de Lacan se inscribe en un debate en torno de una cuestión que divide a los filósofos y a los matemáticos desde la antigüedad, y que constituyó el objeto de vivas controversias en los años 20 entre D.Hilbert y L.E.J.Brouwer (1881-1966) [9]. Brouwer era un personaje anticonformista. Refractario a las doctrinas de autoridad, amaba la controversia. Sus artículos apelan a menudo a la sabiduría y al desprendimiento, pero su vida era completamente diferente. Brouwer era un ser apasionado e intransigente. Los lazos de amistad y de estima que tenía con Hilbert no resistieron a sus desacuerdos. “El casi fanatismo de Brouwer en sus grandes designios de reformador y el autoritarismo mandarín de Hilbert transformaron en enfrentamiento de personas lo que hubiera debido quedar en el marco de una cortés controversia científica”(10) estas controversias denotan una diferencia de espíritu que atravesó todo el siglo XX. Tienen también la ventaja de enseñarnos que nada tiene “el poder de borrar la dualidad de nuestros instrumentos de pensamiento”(11), incluso si el crédito acordado a la lógica deductiva es más fácilmente apreciada en un mundo dominado por la productividad.
Hilbert llevó la delantera hasta los años 60 en que el intuicionismo brouweriano surge nuevamente a la superficie, especialmente con los trabajos de G.Kreisler y de A.Troelstra del lado de la escuela holandesa y con los trabajos de D.Prawitz del lado de la escuela sueca. Es a partir de esta época que encontramos en Lacan las huellas de su interés por los trabajos de Brouwer que considera como un “personaje considerable en el desarrollo moderno de las matemáticas”(12)
La incidencia de esta forma de la lógica sobrepasa actualmente su campo de origen. Ofrece de este modo por ejemplo a las neurociencias, modelos matemáticos que dan cuenta de los efectos de inducción y de transformación que operan sobre el cerebro las informaciones nuevas que recibe. Este extensión se une por otra parte a lo que sostenía Brouwer mismo. Sostenía que sus investigaciones sobre los fundamentos de las matemáticas podían tener “consecuencias esclarecedores y liberadoras para dominios del pensamiento no matemáticos.”(13)
La controversia giraba en torno de la respuesta a dar a una cuestión esencial en lógica: ¿ en qué condición un objeto matemático debe responder para que podamos plantear como verdad que existe? Dos orientaciones se enfrentan sobre este punto. Los defensores de la orientación formalista, entre los que se encuentra Hilbert, que sostienen que la demostración de la verdad de un enunciado o de un objeto matemático depende únicamente de un encadenamiento de proposiciones formales. Los defensores de la orientación intuicionista, Brouwer, se oponen a esta posición de principio. Sostienen que una demostración pasa necesariamente por el acto del matemático, y partiendo del uso de sus instrumentos.
El término de “intuicionismo” es un neologismo que data de fines del siglo XIX. Designa una doctrina que privilegia una teoría del conocimiento cuyo meollo es la aprensión inmediata y afectiva de la realidad (14). Para Brouwer, “no hay verdad que no haya sido objeto de una experiencia “(15). La experiencia a la cual hace referencia es aquella de un acto que engendra objetos matemáticos (16) Es lo que Lacan resume en el seminario Aún cuando construye la lógica del no-todo. Para plantear un “existe” a partir de un conjunto infinito. “hay que poder también construirlo” (17)
El término de construcción es central en esta lógica. Determinan su uso dos rasgos. Por una parte, no hay construcción en el absoluto. Un a construcción es siempre relativa a los medios prescritos o utilizados. Es lo que ocurre por ejemplo en geometría donde una construcción exige regla y compás. Por otra parte, una construcción remite siempre a una actividad que consiste en realizar o en prolongar una figura o un concepto dado. Es así como la matemática intuicionista se refiere para resolver ciertas oposiciones, tal como la oposición entre lo finito y lo infinito, entre el punto y el continuo. Ella los resuelve “en progresiones abiertas, dicho de otro modo entidades marcadas por el carácter tiempo” (18) Ella ”aparta los objeto estáticos, en provecho de los objetos dinámicos que se realizan progresivamente en el tiempo” (19)
La lógica intuicionista descansa sobre dos actos (20), El primer acto del intuicionismo es un acto negativo. El punto de partida del intuicionismo es el rechazo del principio del tercero excluido. Este principio está en el fundamente de toda lógica clásica. Plantea “que toda hipótesis es verdadera o no verdadera, matemáticamente”(21) y no hay por lo tanto tercero entre lo verdadero y lo falso. Este principio está ligado al hábito de razonar sobre colectividades finitas, y partiendo de colectividades que excluyen el factor tiempo. La lógica clásica “no es pertinente para objetos en devenir”(22)
La lógica intuicionista cuestiona la validez del tercero excluido. Admite la existencia de valores de verdad terceros entre “verdadero” y “falso”. Suspender la validez del tercero excluido no significa que verdadero y falso cesen de ser contradictorios. Lo falso permanece siempre como lo que es probado falso. La suspensión del tercero excluido permite solamente la admisión de objetos matemáticos inacabados, como es el caso cuando tenemos que vérnosla con sistemas infinitos o con continuos.
Un ejemplo clásico de problemas ligados al continuo es el que plantea la cuadratura del círculo, es decir la construcción de un cuadrado a partir de un área dada por un círculo. Este problema es irresoluble en lógica formal. La solución que propone Lacan a partir de la orientación intuicionista es muy simple. Basta, nos dice, tomar un inflador o un martillo. “Brouwer (...) demostró que (...) dos figuras (...) pueden ser, por deformación (del) borde, demostradas homeomórficas. En otros términos, ustedes toman un cuadrado, es topológicamente lo mismo que este círculo, pues ustedes no tienen más que soplar en el interior del cuadrado, se inflará en círculo. E inversamente, ustedes dan golpes de martillo sobre el círculo (...) y hará un cuadrado”(23)
Es un buen ejemplo de solución intuicionista de un problema irresoluble de manera clásica. El segundo acto del intuicionismo es un acto de afirmación. La matemática intuicionista introduce los principios de análisis necesarios para sostener objetos matemáticos inacabados. El ejemplo mas corrientemente evocado es el del tiro de dados. Un dado que no tiene más que seis caras, cómo calcular la probabilidad que tal cifra aparezca más bien que otra luego de haber tirado los dados un cierto número de veces. Es en este contexto de la matemática intuicionista que se introduce la noción de serie de libre elección a la que se refiere J.-A. Miller.
Para una serie de números enteros naturales, o la serie está determinada de entrada, (lawlike), o es completamente libre (lawless).En este último caso, se admite que todo lo que puede conocerse de una tal serie, es un segmento inicial. El objeto matemático constituido por esta serie se demuestra por este hecho siempre incompleto. Una serie de elección libre (choise sequence), denominada también “serie lo más anárquica posible”, es una serie que realiza un caso intermedio (24). Esta serie está compuesta de números enteros elegidos libremente entre números enteros que responden a ciertas condiciones (ser un número entero primero, ser un número par, ser un múltiplo de...,etc). Estas condiciones introducen un cierto número de imposiciones sobre el comportamiento ulterior de la serie. Nos invitan a abordar esta serie bajo el ángulo de su potencialidad.
Si estas condiciones no están definidas, y partiendo siempre satisfechas, se obtiene al final de cuentas una serie anárquica, denominada absoluty free choice sequence, o incluso lawless sequence. Si estas condiciones son definidas, las restricciones impuestas se tornan cada vez más fuertes, al punto de suprimir la libertad de elección que estaba presente al comienzo (25). Se obtiene en este caso una serie impuesta (lawlike sequence). Las series de elección libre se demuestran de este modo uno de los medios que la matemática intuicionista se dio, y se da hoy aún, para engendrar entidades matemáticas nuevas.
Es esta noción de serie de elección libre que J.-A. Miller, en un artículo muy poco leído, retiene para dar cuenta de la sesión analítica, y de lo que ella debe a la lógica del no-todo en la enseñanza de Lacan. El uso de la regla fundamental forma parte de estos casos intermedios tomados por la lógica intuicionista con el término de serie de elección libre. La regla fundamental invita al sujeto a hablar lawless, sin imperativos. Invita al sujeto a hablar “lo que se le ocurra”, al “como salga” (26). El dispositivo freudiano invita al analizante a producir una secuencia sin ley, la única obligación es decir todo lo que se le ocurre.
La noción de serie de elección libre nos permite tratar lógicamente lo que J.-A. Miller nombra “la desorganización profunda” (27) de la secuencia asociativa. Da a esta secuencia una existencia que podemos calificar de “no-todo”. ¿De qué existencia se trata? No podemos calificarla como incompleta. La secuencia asociativa no forma una serie a la que faltaría el elemento que la transformaría en clase. “El no- todo, no es un todo que comportaría una falta”. La secuencia asociativa es no-todo en el sentido en que se presenta bajo la forma de una “serie en desarrollo sin límite y si totalización” (28). Que esté en desarrollo quiere decir que ningún elemento esta provisto de un predicado que la calificaría de una vez para siempre, con respecto a los elementos que la preceden o que la siguen.
Hablar de serie de elección libre implica que lo importante no es la sesión única, ni los efectos producidos por cada sesión. Lo que importa, es su multiplicidad y la indeterminación de su número. Hablar de “serie de elección libre” significa también que la elección debe rehacerse cada vez, y que no es por lo tanto posible tener una visión de conjunto de la serie. La serie de elección libre hace par con una “deconstrucción del todo”(29)
¿Podemos calificar por lo tanto, la existencia de la secuencia asociativa en términos de indeterminación? No es esa tampoco la posición de Lacan. Él sabe por haberse instruido, que el tratamiento lógico de objetos en movimiento no es el que los matemáticos reservan a los procesos aleatorios. Cuando retoma el axioma brouweriano abre otra perspectiva. “Sabemos por la extensión de la lógica matemática, la que se califica precisamente de intuicionista, que para plantear un existe, hay que poder también construirlo, es decir saber encontrar donde está esta existencia”(30). La secuencia asociativa tiene una existencia que le es propia, una existencia que Lacan califica de “excéntrica a la verdad” Excéntrica quiere decir que falta un enunciado o un predicado que podría calificarla verdadera o falsa. Los significantes están allí, pero nada viene a garantizar su sentido , ni predicar su uso. La secuencia asociativa es no-todo en el sentido en que la única ley susceptible de definir su existencia le viene de la forma que toma, cada vez y por el hecho de que tiene lugar.
Su salida, sin embargo no es la que hubiera imaginado el lógico. La secuencia asociativa como serie de elección libre no se diluye en la anarquía. Se produce en la experiencia analítica una sorprendente sustitución que J.-A. Miller califica de maravilla. Milagro sin dios, sorpresa que despierta, estupor que fascina, sonrisa. El asunto es singular. “La maravilla, es que por su transmisión al analista se torna lawlike” (31). Lo maravilloso del psicoanálisis es que algo que es lawlike surge del lawless de la secuencia asociativa. Allí donde no había ley aparece una segunda secuencia que, lejos de borrar la primera intenta completarla. La cadena de la asociación libre traza lo que Lacan nombra la ranura del decir verdadero: “El decir verdadero, es la ranura por donde pasa lo que (...) suple a (...) la imposibilidad de escribir la relación sexual (...)Es a decir verdad – es decir boludeces, aquellas que se nos ocurren, (...) – que llegamos a trazar la vía hacia algo que no es sino completamente contingente, el que algunas veces y por error, eso cese de no escribirse (...); eso lleva, entre dos sujetos, a establecer algo que parece escribirse.”(32) El decir de la asociación libre traza una ranura donde puede establecerse entre dos sujetos algo que parece suplir a la relación sexual que falta. Esto vale la pena que se deje llevar al decir verdadero de la palabra sin imposición, para que se escriba lo que cada uno pone en el lugar de la relación sexual que no existe.
Es esta maravilla de la experiencia que J.-A. Miller describe en términos de sustitución del lawlike al lawless, Basta que un analizante consienta en decir lo que se le ocurre sin obligación para que se produzca una imposición que Lacan sitúa en términos de sujeto supuesto saber. Esto maravilloso tiene sin embargo su razón. No viene de la serie de elección libre que comanda la regla fundamental. No viene tampoco de los significantes amo y de su poder de determinación. Viene por está el analista. Es porque el psicoanalista se hace garante de la experiencia en la cual el analizante se compromete, que una secuencia imperativa puede sustituirse al sin imperativo de la regla fundamental.
“La cadena de las asociaciones libre no encuentra jamás su propia ley, sino bajo la forma de la secuencia que ella misma constituye. ”Esta constitución es la de una secuencia con ley. Es el efecto de una apuesta. El analista apuesta a la transferencia y a su eficacia propia. Esta apuesta define su acto inaugural y su oferta. Y es porque soporta la trasferencia que ocurre a veces y por contingencia que una nueva secuencia se produce. La aparición de una secuencia lawlike es un efecto de transferencia. Supone la serie. Revela la manera en que el sujeto intenta completar la secuencia sin ley que comanda la regla fundamental.
La experiencia analítica orientada por el no-todo afina de este modo aquello de lo cual el sujeto es responsable. Se trata primeramente de volver al sujeto sensible al hecho de que es responsable de los efectos que su palabra produce. Hablar tiene consecuencias. Tomar en cuanta estos efecto significa consentir a dejarse desbordar por lo que esta palabra compromete. Pero esto no basta. Conviene también despertar al sujeto al hecho de que es responsable de esos efectos mismos, es decir de la parte de viviente que pone allí. Es lo que le revela la secuencia con ley. Le revela para qué la palabra asociativa le sirve. El surgimiento de la secuencia lawlike le revela el uso que hace de su psicoanálisis y el apoyo que allí encuentra. Este surgimiento lo pone a partir de entonces frente a una nueva elección: hacer de esta secuencia la clave de su existencia y la palabra de su final, incluso si continúa aún. O por el contrario tomar el partido de ponerla en cuestión y renunciar al menos un poco a la seguridad que le aporta.
Lejos de reducirse a las condiciones de la experiencia la no determinación del contenido de las sesiones, de su número y de su duración se refiere al acto inaugural del psicoanalista en tanto que sitúa el no-todo en todos los niveles de la experiencia. Apuesta a la eficacia transferencial del principio intuicionista: “para plantear un existe, hay que construirlo también”.

Pierre Malengreau


Notas

[1] E.LAURENT, Deux réponses, in La Lettre Quotidienne, n°122, 20/10/03.
[2] J.A.MILLER, Pour une coordination psy, Le nouvel Ane n°1, p.12.
[3] J.A.MILLER, Séance et série, La Quotidienne n°14, 2000.
[4] J.A.MILLER, Algorithmes de la psychanalyse, Ornicar ? n°16, 1978, pp. 14-31.
[5] E.LAURENT et C.EVEN, Lacan et la logique intuitionniste, Cahier – ACF Val de Loire n°7, p.46-77.
[6] E.LAURENT et C.EVEN, Lacan et la logique intuitioniste, p.48-52.
[7] J.LACAN, D’un discours qui ne serait pas du semblant, séance du 13/1/71.
[8] J.LACAN, Encore, p.94.
[9] W.P.van STIGT, Brouwer’s Intuitionism, North-Holland, Amsterdam, 1990.
[10] J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, recueil de textes, p.534.
[11] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.16.
[12] J.LACAN, L’objet de la psychanalyse, séance du 15/12/65.
[13] L.BROUWER, Conscience, philosophie et mathématique, in J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, p.440.
[14] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, 1993, p.8..
[15] L.BROUWER, Conscience, philosophie et mathématique, op.cit., op.cit., p.433.
[16] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.34.
[17] J.LACAN, Encore, p.94.
[18] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.163.
[19] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.176.
[20] L.BROUWER, Base historique, principes et méthodes de l’intuitionisme, in J.LARGEAULT, Intuitionisme et…, p.446-458.
[21] L.BROUWER, Qu’on ne peut pas se fier aux principes logiques, in J.LARGEAULT, Intuitioniste et…, p.21.
[22] J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, p.445.
[23] J.LACAN, L’objet de la psychanalyse, séance du 15/12/65.
[24] J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, p.415.
[25] L.BROUWER, Base historique. Principes et méthode de l’intuitionnisme, in J.LARGEAULT, Intuitionisme et…, p.451.
[26] J.LACAN, Intervention à la suite de l’exposé d’André Albert (15/6/75), Lettres de l’EFP 24, p.24.
[27] J.A.MILLER, Algorithmes de la psychanalyse, op.cit., p.20.
[28] J.A.MILLER, Le désenchantement de la psychanalyse, cours du 22/05/02.
[29] E.LAURENT et C.EVEN, Lacan et la logique intuitioniste, op.cit., p.54.
[30] J.LACAN, Encore, p.94.
[31] J.A.MILLER, Algorithmes de la psychanalyse, p.20.
[32] J.LACAN, Les non-dupent errent, séance du 12/2/74, inédit.

Fuente: nel-amp.com/papers/Malengreau01.doc

LUNES 23 DE JULIO DE 2007

La lógica de la sesión lacaniana (Primera Parte)

La lógica de la sesión lacaniana (Primera Parte)
Pierre Malengreau



La sesión analítica tiene sus imperativos. Obliga al analizante a hablar sin restricción un cierto número de veces. La sesión analítica tiene lugar regularmente. Por convención, y de un modo casi burocrático, decía Lacan. Varias veces por semana. A menudo menos, algunas veces más. Tres parece ser el número ideal, o al menos, lo más frecuentemente practicado. Ocurre también que tiene lugar regularmente de un modo irregular. Por elección o por necesidad. De una semana a la otra, o varias veces por día una vez por mes, o incluso, varias veces por día durante algunos días varias veces por año. No es menos regular, según las variaciones o un ritmo que depende de la responsabilidad del analizante y del analista. Deducimos de ello lógicamente que la sesión analítica no es única, incluso si es nueva cada vez. A nadie se le ocurre calificar como análisis, una sesión que no tendría lugar más que una vez. Aunque ocurra que un sujeto se valga de algunas sesiones para decirse analizado. No es de buen augurio cuando es para asegurarse una posición profesional. El hecho de que la sesión analítica tenga lugar un cierto número de veces forma parte de su encuadre.



Puede definirse este número? Algunos legisladores, en nombre de factores económicos o sociales, creyeron poder sostenerlo. No es la posición de Freud, incluso si él recurre en un momento a la limitación del número de sesiones para obtener una precipitación de la experiencia hacia su fin. El número de sesiones no está definido previamente. Ni finito, ni infinito. Se planteó desde el comienzo de un análisis como indeterminado. La multiplicidad de las sesiones y la indeterminación de su número forman parte de las condiciones necesarias, aunque no suficientes, de la experiencia analítica. Aportan a la regla fundamental un encuadre semejante a la obligaciones que la dicha regla impone a la palabra analizante. Se unen aquí dos obligaciones: hablar sin restricción, si no es la obligación de rechazar toda restricción, y hablar un cierto número de veces rehusando determinar previamente cuantas veces serán necesarias. Estas dos imposiciones plantean como condición de la experiencia que no es posible objetivar ni el contenido, ni el número de las sesiones. Sitúan a nivel de estas condiciones un casillero vacío, una completud que convoca lo que E. Laurent nombra “los poderes de los subjetivo”(1). No hacen sino volver más urgente la incidencia del sujeto en el partido que extrae de la experiencia. De este modo conforta el lugar que la práctica lacaniana da al manejo del tiempo. Esta doble imposición forma parte del marco de la experiencia analítica. La cuestión que se plantea entonces es saber si el encuadra así definido se desprende de las condiciones de aplicación del psicoanálisis o de sus principios.


Una referencia de Lacan extraída de su enseñanza por J.-A. Miller nos da las coordenadas lógicas. En un texto reciente propuesto en respuesta a la enmienda Accoyer. J.-A. Miller propone la realización de una coordinación psi concebida bajo el modo de una “serie sin regularidad, estrictamente imprevisible cuya ley no está dada de antemano. Este tipo de serie se llama lawless sequence, serie sin ley, en lógica intuicionista. Lacan demostró la adecuación de esta forma serial a los fenómenos psi. Se opone en todos los puntos a la lógica de la dicha marcha cuantitativa, que procede por evaluación cuantitativa sobre criterios predeterminados”(2) Estas palabras amplían a los fenómenos psi lo que él ya adelantaba hace algunos años a propósito del sujeto de la sesión analítica.


«La práctica del psicoanálisis procede por serie-de-sesiones; si la regularidad es allí necesaria, es para favorecer la sorpresa; el automaton es aquí condición de la tuche. Hay serie y serie. Existe la serie previsible, sin sorpresa, la lawlike sequence, cuya ley está dada de entrada; se inscribe en la lógica del todo y de la excepción (“sexuación macho”). En el régimen llamado del “no-todo”, la serie es esencial, pero es en tanto que estructuralmente imprevisible, en los hechos sería, tan regular como la otra: es que la ley no está dada de entrada. Una cura de orientación lacaniana, la experiencia subjetiva que se cobija bajo este término, se soporta de una serie de sesiones que es de este orden, a saber lawless (“fuera-de-la-ley”, lo que no es lo arbitrario). (...) La distinción del lawlike y del lawless, (...) pertenece a la lógica intuicionista; está en la raíz de la construcción por Lacan de la noción del “no-todo”; la considero esencial para la teoría de la sesión analítica”(3)



Estas palabras de JAM retomadas de uno de sus viejos artículos (4), no han recibido el lugar que merecen. Sin embargo arrojan una luz precisa sobre la sesión analítica a partir de una referencia de Lacan. Nos invitan a volver a trabajar la sesión analítica a partir de la lógica intuicionista. Es una forma de la lógica modal a la cual Lacan se refiere explícitamente en los años setenta. Como lo mostró notablemente E. Laurent (5), la lógica intuicionista es incluso una de las referencias mayores de la última enseñanza de Lacan.


Es lo que Lacan utiliza en el seminario De un discurso que no sería del semblante, para retomar la paradoja del mentiroso. La verdad se rehusa y se desencadena. Es su verdadero uso. Es por que se rehusa que podemos avanzar en la construcción de nuestras propias aserciones (6). Una “interpretación no está puesta a la prueba de una verdad que se zanjaría por un sí o un no, ella desencadena la verdad como tal, no es verdadera más que en tanto que verdaderamente proseguida” (7) Es también lo que Lacan utiliza en el seminario Aún (8) para construir la noción de no-todo interrogando lo que sería, para una mujer, una existencia que no puede afirmarse. Es finalmente, lo que da su armadura lógica a la Introducción a la edición alemana de los Escritos, cuando se interroga sobre el tipo de certeza propia al discurso analítico, y esto a partir de una definición del sentido como fuga.


Esta referencia de Lacan se inscribe en un debate en torno de una cuestión que divide a los filósofos y a los matemáticos desde la antigüedad, y que constituyó el objeto de vivas controversias en los años 20 entre D.Hilbert y L.E.J.Brouwer (1881-1966) [9]. Brouwer era un personaje anticonformista. Refractario a las doctrinas de autoridad, amaba la controversia. Sus artículos apelan a menudo a la sabiduría y al desprendimiento, pero su vida era completamente diferente. Brouwer era un ser apasionado e intransigente. Los lazos de amistad y de estima que tenía con Hilbert no resistieron a sus desacuerdos. “El casi fanatismo de Brouwer en sus grandes designios de reformador y el autoritarismo mandarín de Hilbert transformaron en enfrentamiento de personas lo que hubiera debido quedar en el marco de una cortés controversia científica”(10) estas controversias denotan una diferencia de espíritu que atravesó todo el siglo XX. Tienen también la ventaja de enseñarnos que nada tiene “el poder de borrar la dualidad de nuestros instrumentos de pensamiento”(11), incluso si el crédito acordado a la lógica deductiva es más fácilmente apreciada en un mundo dominado por la productividad.


Hilbert llevó la delantera hasta los años 60 en que el intuicionismo brouweriano surge nuevamente a la superficie, especialmente con los trabajos de G.Kreisler y de A.Troelstra del lado de la escuela holandesa y con los trabajos de D.Prawitz del lado de la escuela sueca. Es a partir de esta época que encontramos en Lacan las huellas de su interés por los trabajos de Brouwer que considera como un “personaje considerable en el desarrollo moderno de las matemáticas”(12)


La incidencia de esta forma de la lógica sobrepasa actualmente su campo de origen. Ofrece de este modo por ejemplo a las neurociencias, modelos matemáticos que dan cuenta de los efectos de inducción y de transformación que operan sobre el cerebro las informaciones nuevas que recibe. Este extensión se une por otra parte a lo que sostenía Brouwer mismo. Sostenía que sus investigaciones sobre los fundamentos de las matemáticas podían tener “consecuencias esclarecedores y liberadoras para dominios del pensamiento no matemáticos.”(13)


La controversia giraba en torno de la respuesta a dar a una cuestión esencial en lógica: ¿ en qué condición un objeto matemático debe responder para que podamos plantear como verdad que existe? Dos orientaciones se enfrentan sobre este punto. Los defensores de la orientación formalista, entre los que se encuentra Hilbert, que sostienen que la demostración de la verdad de un enunciado o de un objeto matemático depende únicamente de un encadenamiento de proposiciones formales. Los defensores de la orientación intuicionista, Brouwer, se oponen a esta posición de principio. Sostienen que una demostración pasa necesariamente por el acto del matemático, y partiendo del uso de sus instrumentos.


El término de “intuicionismo” es un neologismo que data de fines del siglo XIX. Designa una doctrina que privilegia una teoría del conocimiento cuyo meollo es la aprensión inmediata y afectiva de la realidad (14). Para Brouwer, “no hay verdad que no haya sido objeto de una experiencia “(15). La experiencia a la cual hace referencia es aquella de un acto que engendra objetos matemáticos (16) Es lo que Lacan resume en el seminario Aún cuando construye la lógica del no-todo. Para plantear un “existe” a partir de un conjunto infinito. “hay que poder también construirlo” (17)


El término de construcción es central en esta lógica. Determinan su uso dos rasgos. Por una parte, no hay construcción en el absoluto. Un a construcción es siempre relativa a los medios prescritos o utilizados. Es lo que ocurre por ejemplo en geometría donde una construcción exige regla y compás. Por otra parte, una construcción remite siempre a una actividad que consiste en realizar o en prolongar una figura o un concepto dado. Es así como la matemática intuicionista se refiere para resolver ciertas oposiciones, tal como la oposición entre lo finito y lo infinito, entre el punto y el continuo. Ella los resuelve “en progresiones abiertas, dicho de otro modo entidades marcadas por el carácter tiempo” (18) Ella ”aparta los objeto estáticos, en provecho de los objetos dinámicos que se realizan progresivamente en el tiempo” (19)


La lógica intuicionista descansa sobre dos actos (20), El primer acto del intuicionismo es un acto negativo. El punto de partida del intuicionismo es el rechazo del principio del tercero excluido. Este principio está en el fundamente de toda lógica clásica. Plantea “que toda hipótesis es verdadera o no verdadera, matemáticamente”(21) y no hay por lo tanto tercero entre lo verdadero y lo falso. Este principio está ligado al hábito de razonar sobre colectividades finitas, y partiendo de colectividades que excluyen el factor tiempo. La lógica clásica “no es pertinente para objetos en devenir”(22)


La lógica intuicionista cuestiona la validez del tercero excluido. Admite la existencia de valores de verdad terceros entre “verdadero” y “falso”. Suspender la validez del tercero excluido no significa que verdadero y falso cesen de ser contradictorios. Lo falso permanece siempre como lo que es probado falso. La suspensión del tercero excluido permite solamente la admisión de objetos matemáticos inacabados, como es el caso cuando tenemos que vérnosla con sistemas infinitos o con continuos.



Un ejemplo clásico de problemas ligados al continuo es el que plantea la cuadratura del círculo, es decir la construcción de un cuadrado a partir de un área dada por un círculo. Este problema es irresoluble en lógica formal. La solución que propone Lacan a partir de la orientación intuicionista es muy simple. Basta, nos dice, tomar un inflador o un martillo. “Brouwer (...) demostró que (...) dos figuras (...) pueden ser, por deformación (del) borde, demostradas homeomórficas. En otros términos, ustedes toman un cuadrado, es topológicamente lo mismo que este círculo, pues ustedes no tienen más que soplar en el interior del cuadrado, se inflará en círculo. E inversamente, ustedes dan golpes de martillo sobre el círculo (...) y hará un cuadrado”(23)



Es un buen ejemplo de solución intuicionista de un problema irresoluble de manera clásica. El segundo acto del intuicionismo es un acto de afirmación. La matemática intuicionista introduce los principios de análisis necesarios para sostener objetos matemáticos inacabados. El ejemplo mas corrientemente evocado es el del tiro de dados. Un dado que no tiene más que seis caras, cómo calcular la probabilidad que tal cifra aparezca más bien que otra luego de haber tirado los dados un cierto número de veces. Es en este contexto de la matemática intuicionista que se introduce la noción de serie de libre elección a la que se refiere J.-A. Miller.



Para una serie de números enteros naturales, o la serie está determinada de entrada, (lawlike), o es completamente libre (lawless).En este último caso, se admite que todo lo que puede conocerse de una tal serie, es un segmento inicial. El objeto matemático constituido por esta serie se demuestra por este hecho siempre incompleto. Una serie de elección libre (choise sequence), denominada también “serie lo más anárquica posible”, es una serie que realiza un caso intermedio (24). Esta serie está compuesta de números enteros elegidos libremente entre números enteros que responden a ciertas condiciones (ser un número entero primero, ser un número par, ser un múltiplo de...,etc). Estas condiciones introducen un cierto número de imposiciones sobre el comportamiento ulterior de la serie. Nos invitan a abordar esta serie bajo el ángulo de su potencialidad.



Si estas condiciones no están definidas, y partiendo siempre satisfechas, se obtiene al final de cuentas una serie anárquica, denominada absoluty free choice sequence, o incluso lawless sequence. Si estas condiciones son definidas, las restricciones impuestas se tornan cada vez más fuertes, al punto de suprimir la libertad de elección que estaba presente al comienzo (25). Se obtiene en este caso una serie impuesta (lawlike sequence). Las series de elección libre se demuestran de este modo uno de los medios que la matemática intuicionista se dio, y se da hoy aún, para engendrar entidades matemáticas nuevas.



Es esta noción de serie de elección libre que J.-A. Miller, en un artículo muy poco leído, retiene para dar cuenta de la sesión analítica, y de lo que ella debe a la lógica del no-todo en la enseñanza de Lacan. El uso de la regla fundamental forma parte de estos casos intermedios tomados por la lógica intuicionista con el término de serie de elección libre. La regla fundamental invita al sujeto a hablar lawless, sin imperativos. Invita al sujeto a hablar “lo que se le ocurra”, al “como salga” (26). El dispositivo freudiano invita al analizante a producir una secuencia sin ley, la única obligación es decir todo lo que se le ocurre.


La noción de serie de elección libre nos permite tratar lógicamente lo que J.-A. Miller nombra “la desorganización profunda” (27) de la secuencia asociativa. Da a esta secuencia una existencia que podemos calificar de “no-todo”. ¿De qué existencia se trata? No podemos calificarla como incompleta. La secuencia asociativa no forma una serie a la que faltaría el elemento que la transformaría en clase. “El no- todo, no es un todo que comportaría una falta”. La secuencia asociativa es no-todo en el sentido en que se presenta bajo la forma de una “serie en desarrollo sin límite y si totalización” (28). Que esté en desarrollo quiere decir que ningún elemento esta provisto de un predicado que la calificaría de una vez para siempre, con respecto a los elementos que la preceden o que la siguen.
(Continua)
Fuente: nel-amp.com/papers/Malengreau01.doc

La lógica de la sesión lacaniana (segunda parte)

La lógica de la sesión lacaniana (segunda parte)
Pierre Malengreau

Hablar de serie de elección libre implica que lo importante no es la sesión única, ni los efectos producidos por cada sesión. Lo que importa, es su multiplicidad y la indeterminación de su número. Hablar de “serie de elección libre” significa también que la elección debe rehacerse cada vez, y que no es por lo tanto posible tener una visión de conjunto de la serie. La serie de elección libre hace par con una “deconstrucción del todo”(29)



¿Podemos calificar por lo tanto, la existencia de la secuencia asociativa en términos de indeterminación? No es esa tampoco la posición de Lacan. Él sabe por haberse instruido, que el tratamiento lógico de objetos en movimiento no es el que los matemáticos reservan a los procesos aleatorios. Cuando retoma el axioma brouweriano abre otra perspectiva. “Sabemos por la extensión de la lógica matemática, la que se califica precisamente de intuicionista, que para plantear un existe, hay que poder también construirlo, es decir saber encontrar donde está esta existencia”(30). La secuencia asociativa tiene una existencia que le es propia, una existencia que Lacan califica de “excéntrica a la verdad” Excéntrica quiere decir que falta un enunciado o un predicado que podría calificarla verdadera o falsa. Los significantes están allí, pero nada viene a garantizar su sentido , ni predicar su uso. La secuencia asociativa es no-todo en el sentido en que la única ley susceptible de definir su existencia le viene de la forma que toma, cada vez y por el hecho de que tiene lugar.



Su salida, sin embargo no es la que hubiera imaginado el lógico. La secuencia asociativa como serie de elección libre no se diluye en la anarquía. Se produce en la experiencia analítica una sorprendente sustitución que J.-A. Miller califica de maravilla. Milagro sin dios, sorpresa que despierta, estupor que fascina, sonrisa. El asunto es singular. “La maravilla, es que por su transmisión al analista se torna lawlike” (31). Lo maravilloso del psicoanálisis es que algo que es lawlike surge del lawless de la secuencia asociativa. Allí donde no había ley aparece una segunda secuencia que, lejos de borrar la primera intenta completarla. La cadena de la asociación libre traza lo que Lacan nombra la ranura del decir verdadero: “El decir verdadero, es la ranura por donde pasa lo que (...) suple a (...) la imposibilidad de escribir la relación sexual (...)Es a decir verdad – es decir boludeces, aquellas que se nos ocurren, (...) – que llegamos a trazar la vía hacia algo que no es sino completamente contingente, el que algunas veces y por error, eso cese de no escribirse (...); eso lleva, entre dos sujetos, a establecer algo que parece escribirse.”(32) El decir de la asociación libre traza una ranura donde puede establecerse entre dos sujetos algo que parece suplir a la relación sexual que falta. Esto vale la pena que se deje llevar al decir verdadero de la palabra sin imposición, para que se escriba lo que cada uno pone en el lugar de la relación sexual que no existe.



Es esta maravilla de la experiencia que J.-A. Miller describe en términos de sustitución del lawlike al lawless, Basta que un analizante consienta en decir lo que se le ocurre sin obligación para que se produzca una imposición que Lacan sitúa en términos de sujeto supuesto saber. Esto maravilloso tiene sin embargo su razón. No viene de la serie de elección libre que comanda la regla fundamental. No viene tampoco de los significantes amo y de su poder de determinación. Viene por está el analista. Es porque el psicoanalista se hace garante de la experiencia en la cual el analizante se compromete, que una secuencia imperativa puede sustituirse al sin imperativo de la regla fundamental.



“La cadena de las asociaciones libre no encuentra jamás su propia ley, sino bajo la forma de la secuencia que ella misma constituye. ”Esta constitución es la de una secuencia con ley. Es el efecto de una apuesta. El analista apuesta a la transferencia y a su eficacia propia. Esta apuesta define su acto inaugural y su oferta. Y es porque soporta la trasferencia que ocurre a veces y por contingencia que una nueva secuencia se produce. La aparición de una secuencia lawlike es un efecto de transferencia. Supone la serie. Revela la manera en que el sujeto intenta completar la secuencia sin ley que comanda la regla fundamental.



La experiencia analítica orientada por el no-todo afina de este modo aquello de lo cual el sujeto es responsable. Se trata primeramente de volver al sujeto sensible al hecho de que es responsable de los efectos que su palabra produce. Hablar tiene consecuencias. Tomar en cuanta estos efecto significa consentir a dejarse desbordar por lo que esta palabra compromete. Pero esto no basta. Conviene también despertar al sujeto al hecho de que es responsable de esos efectos mismos, es decir de la parte de viviente que pone allí. Es lo que le revela la secuencia con ley. Le revela para qué la palabra asociativa le sirve. El surgimiento de la secuencia lawlike le revela el uso que hace de su psicoanálisis y el apoyo que allí encuentra. Este surgimiento lo pone a partir de entonces frente a una nueva elección: hacer de esta secuencia la clave de su existencia y la palabra de su final, incluso si continúa aún. O por el contrario tomar el partido de ponerla en cuestión y renunciar al menos un poco a la seguridad que le aporta.


Lejos de reducirse a las condiciones de la experiencia la no determinación del contenido de las sesiones, de su número y de su duración se refiere al acto inaugural del psicoanalista en tanto que sitúa el no-todo en todos los niveles de la experiencia. Apuesta a la eficacia transferencial del principio intuicionista: “para plantear un existe, hay que construirlo también”.



Pierre Malengreau

Notas



[1] E.LAURENT, Deux réponses, in La Lettre Quotidienne, n°122, 20/10/03.


[2] J.A.MILLER, Pour une coordination psy, Le nouvel Ane n°1, p.12.


[3] J.A.MILLER, Séance et série, La Quotidienne n°14, 2000.


[4] J.A.MILLER, Algorithmes de la psychanalyse, Ornicar ? n°16, 1978, pp. 14-31.


[5] E.LAURENT et C.EVEN, Lacan et la logique intuitionniste, Cahier – ACF Val de Loire n°7, p.46-77.


[6] E.LAURENT et C.EVEN, Lacan et la logique intuitioniste, p.48-52.


[7] J.LACAN, D’un discours qui ne serait pas du semblant, séance du 13/1/71.



[8] J.LACAN, Encore, p.94.


[9] W.P.van STIGT, Brouwer’s Intuitionism, North-Holland, Amsterdam, 1990.


[10] J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, recueil de textes, p.534.


[11] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.16.


[12] J.LACAN, L’objet de la psychanalyse, séance du 15/12/65.


[13] L.BROUWER, Conscience, philosophie et mathématique, in J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, p.440.



[14] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, 1993, p.8..


[15] L.BROUWER, Conscience, philosophie et mathématique, op.cit., op.cit., p.433.



[16] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.34.


[17] J.LACAN, Encore, p.94.


[18] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.163.


[19] J.LARGEAULT, Intuition et intuitionisme, p.176.


[20] L.BROUWER, Base historique, principes et méthodes de l’intuitionisme, in J.LARGEAULT, Intuitionisme et…, p.446-458.



[21] L.BROUWER, Qu’on ne peut pas se fier aux principes logiques, in J.LARGEAULT, Intuitioniste et…, p.21.


[22] J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, p.445.


[23] J.LACAN, L’objet de la psychanalyse, séance du 15/12/65.


[24] J.LARGEAULT, Intuitionisme et théorie de la démonstration, p.415.


[25] L.BROUWER, Base historique. Principes et méthode de l’intuitionnisme, in J.LARGEAULT, Intuitionisme et…, p.451.



[26] J.LACAN, Intervention à la suite de l’exposé d’André Albert (15/6/75), Lettres de l’EFP 24, p.24.



[27] J.A.MILLER, Algorithmes de la psychanalyse, op.cit., p.20.



[28] J.A.MILLER, Le désenchantement de la psychanalyse, cours du 22/05/02.


[29] E.LAURENT et C.EVEN, Lacan et la logique intuitioniste, op.cit., p.54.


[30] J.LACAN, Encore, p.94.


[31] J.A.MILLER, Algorithmes de la psychanalyse, p.20.

[32] J.LACAN, Les non-dupent errent, séance du 12/2/74, inédit.

Fuente: nel-amp.com/papers/Malengreau01.doc
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